Por qué es necesario gitanizar el feminismo

Silvia Agüero

Hace unas semanas empecé una campaña llamada #Amadarinaunapaya con la que pretendía —y pretendo— gitanizar el feminismo. Esta campaña de amadrinamiento de payas perdidicas, desorientadas, que están despistadas y confusas, se encuadra dentro de las múltiples actividades que desarrollo en mi activismo personal y profesional, en mi reto de pretender gitanizar el mundo. Es una campaña dirigida a luchar contra el antigitanismo patrialcal que sufrimos las mujeres gitanas, un tipo de racismo especifico interseccionado con el machismo brutal que sufrimos todas las mujeres de una forma institucional y social.

Con #AmadrinaAUnaPaya abro un espacio específico para tratar de gitanizar el feminismo porque me preocupa que algunas de mis hermanas feministas estén repitiendo conductas que son propias de los machipayos —esa identidad interseccionada entre el privilegio opresor machista y payo— que nos rodean y que nos oprimen. Esta labor de pedagogía, lógicamente, pretende mejorar el feminismo, ayudar a que mis hermanas payas sean mejores feministas, ayudarlas a que se revisen en sus prácticas, en sus pensamientos y en sus estereotipos, para que no contribuyan a la perpetuación del antigitanismo.

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Como por ejemplo, a visibilizar los errores tan brutales que están cometiendo mujeres que se declaran feministas,como en el caso de Arantxa Echevarría, directora de Carmen y Lola, y sedicente experta en temas gitanos ¡tras dos años! haciendo casting entre Entrevías y El Ruedo, dos barrios gueto de Madrid. No, amiga, no. Así no nos ayudas ¿Quieres ser aliada? Ya sabes: escucha, apoya y ponte a nuestro lado.


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Solo amadrino a identidades no masculinas, puesto que soy feminista y deseo que las mujeres seamos cada vez mejores personas porque eso nos hace más fuertes a todas. No voy a reeducar a un machipayo. ¡Que se busquen la vida ellos solitos! ¡Solo faltaba eso! ¡Encima! No, no voy a dedicar ni un segundo a ayudarles a que sean mejores personas. Dejémoslos que sigan siendo lo que son y así será más fácil identificarlos para convertirlos en nuestro objetivo, para derribarlos del poder. Porque, no lo olvidemos, son ellos quienes lo detentan.

Creo que en esto la ironía es una herramienta crucial para poner de manifiesto las contradicciones de esta sociedad posmoderna en la cual aún persisten problemas que nacieron en el medievo. Me he hartado de tener que romper estereotipos, esto que encanta en cada charla, ponencia o proyecto de los payos gobernantes. Así que no, en mi campaña no vengo a romper estereotipos, ni voy a pedir perdón por ser como soy, mujer gitana. Durante estos últimos 600 años, os ha encantado ver cómo nos llamabais ladronas y nosotras lo negábamos, casi disculpándonos. Me he cansado de tener que pedir disculpas y decir la ya histórica frase “Hay gitanos buenos y malos, como todo en este mundo”. ¡Vaya estupidez tan estereotípica! Yo más bien vengo a confirmar estereotipos, a sacar la navaja irónica, sarcástica y satírica para que nunca te olvides de las gitanas en tus luchas, para que cada vez que te plantees hacer algo, lo que sea, recuerdes que las gitanas somos mujeres y estamos aquí y tenemos problemas que hay que resolver.

Quiero resaltar que no solo es una campaña para visibilizar esta lucha de mis entrañas, sino que también quiero que el resto de mujeres se puedan beneficiar de nuestros saberes gitanos ancestrales como supervivientes de la persecución del Estado español, que ha dedicado más de 230 leyes específicas contra las gitanas. Esa lucha, esa resistencia, ese continuo estado de rebelión nos aporta unas enseñanzas que pueden y deben beneficiar a las mujeres en su conjunto.

Hemos aprendido a conoceros ya que nos iba la vida en ello. Sabemos cómo funciona este sistema payo y qué rendijas puede haber para tratar de no sucumbir a la hegemonía impuesta. Esta es la clave de la resistencia gitana: somos una de las últimas identidades alternativas y reales.

Cuando en el sistema payo, la maternidad y los saberes ancestrales de las mujeres —como la partería, la lactancia, el porteo o la crianza en tribu— fueron asesinadas por los hombres, las mujeres gitanas resistimos con valor a todo eso. Ahora que se intenta volver y recuperar todo eso que nos quitaron, el capitalismo lo absorbe. Se organizan charlas y grupos de porteo, de venta de bandoleras y mochilas, de cuidado mutuo de las criaturas y un largo etcétera, pero casi siempre bajo un manto pseudocapitalista.

Esta es una de las enseñanzas que podemos aportar: nosotras seguimos resistiéndonos a dedicarle al trabajo la vida. Sí, hermanas, sí. Nosotras hemos aprendido a trabajar para vivir y no a vivir para trabajar. Además, intentamos trabajar para que el beneficio de nuestro trabajo ayude a que nosotras y nuestra familia seamos más felices mientras que el sistema de producción capitalista que se nos ha impuesto hace que el beneficio de nuestro trabajo vaya a incrementar la cuenta de resultados de los payos capitalistas… Esos jambos ya tienen demasiado parné.

Las gitanas hemos creado mil y un método de superviviencia: la autodefensa en grupo, la búsqueda constante de las grietas del sistema para colarnos y no pasar por el control impuesto, la crianza en grupo, la resolución de conflictos sin generar mayor violencia, la transmisión de saberes ancestrales… Y aquí estoy yo con mi campaña #AmadrinaAUnaPaya para amadrinaros y transmitiros lo que mis ancestras, mis tías, mis hermanas, mis primas, mis abuelas, mis cuñadas y mi suegra me han enseñado. Los comparto en público para que tu los compartas con todas las mujeres que quieras.. Te incomodarán, te harán reflexionar, te dolerán, pero aprenderás y contribuirás a gitanizar el mundo.

Sigue a Silvia en @kamipnasqo y puedes apoyar y seguir su campaña en #AmadrinaUnaPaya y en Pretendemosgitanizarelmundo.