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Cultură

La profecía de Nollywood

La película más alucinógena de todas la han hecho los nigerianos

Éste es el demonio diciendo, “¡Yo soy Lucifer! ¡Dominaré el mundo!”

Y éste uno de sus esclavos, muy solemne, asintiendo a las palabras de su maestro.

“Nollywood es la respuesta a la CNN”, dice una de las estrellas de

Nollywood Babylon, un documental canadiense sobre la industria cinematográfica de Nigeria, una auténtica fábrica de películas hechas en cadena: cada año se ruedan alrededor de 25.000, por lo general con un presupuesto de menos de 7.000 euros cada una. Los baratos films nigerianos me tenían tan intrigado que durante un reciente viaje a la capital de Liberia, Monrovia, aproveché para comprar unas cuantas en Trans International Entertainment Business Center, que a pesar de lo que por el nombre pueda parecer era una tienducha en la que también se vendían muslos de pollo a la barbacoa. Las películas que compré tenían títulos como Consecuencias Mortales, Problemas Emocionales y Asuntos Románticos, y me parecieron decepcionantes. No eran más que telenovelas al estilo americano, sólo que localizadas en polvorientos pueblos nigerianos. Los argumentos eran tan difíciles de seguir y el sonido tan malo que me resultó imposible ver cualquiera de ellas más de diez minutos seguidos. Pero luego me puse a ver una película—o, mejor dicho, un CUARTETO de películas—, del Pastor Kenneth Okonkwo, quien pasa por ser uno de los productores más importantes de Nollywood. El film se titula 666, y es lo más mongolo, hilarante y jodido de poner cuando todo quisque va endrogao a las cuatro de la mañana que yo haya visto desde el desopilante remake turco de La Guerra de las Galaxias.

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Aquí el demonio le lanza un rayo a un esclavo. Su idea consiste en emplear el láser para abrir la tumba de otro demonio, uno de color azul, y así destruir el mundo.

El esclavo recibe el rayo con suma felicidad.

Los cuatro episodios de 666 (cada uno en un DVD) siguen los empeños del demonio por hacerse con el mundo atrayendo para su causa a los habitantes de Nigeria. El demonio es un nigeriano corpulento, calvo y con barba, y dispone de un elenco de concubinas que se sientan al lado de su trono. Está siempre rodeado de llamas y no deja de reírse como un maníaco hablando de cómo va a destruir el mundo. “¡Yo soy Lucifer! ¡Dominaré el mundo!”, exclama entre las risas de sus perras demoníacas.

En la primera escena el demonio envía a dos asesinos a la Tierra para secuestrar a una mujer embarazada. En un túnel le abren el estómago y roban el bebé, al que bautizan al servicio de Satán. Durante toda la película Satán aterroriza a los nigerianos a pesar de los esfuerzos por detenerle del Pastor Okonkwo (sí, también protagoniza el film), quien gracias a sus rezos tiene el poder de lanzar relámpagos.

El Pastor Okonkwo reza con ardor para que el rayo de marras no despierte al otro demonio, pues eso tendría consecuencias muy jodidas.

El esclavo del diablo cae golpeado por el relámpago cristiano que han generado las plegarias del Pastor Okonkwo.

En el segundo de los cuatro episodios, el niño secuestrado regresa a la Tierra y monta unos pollos de aúpa. Seduce a una mujer de 20 años con los destellos láser de sus ojos; en un bar engatusa a otra mujer, quien más tarde mata a un sacerdote. Luego, cuando un grupo de cristianos le captura e intenta apuñalarle ritualmente, utiliza sus poderes para marcarle a cada uno de ellos un ‘666’ en la frente.

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En estas películas pasa algo delirante cada 5 minutos. Los efectos especiales (parpadeantes ojos demoníacos, rayos láser cayendo del cielo…) se acompañan de ruiditos de videojuego de los años 70. Quizá no sea la respuesta a la CNN, pero para mí

666 es un puto clásico desde ya y apuesto a que lo será también para quienes tengan ocasión de verla. No sé cuántos de vosotros os vais a pasar próximamente por Liberia o Nigeria para comprar DVD’s; supongo que no muchos, pero tranquilos, que colgaremos algunos clips en Viceland.com. Estad atentos. Podéis saber más cosas de nuestro viaje a Liberia viendo nuestro docu y sobre la cinematografía de Nollywood, y conocer a un tipo curioso de por allí, el General Culo-Al-Aire.

En esta escena, dos hombres acaban de practicar el sexo. Se puso en la película para mostrar que en Nigeria el demonio no descansa ni cuando deja de lanzar rayos.

Esta es la versión nigeriana del Damien de La Profecía. Aquí le tenemos usando sus poderes demoníacos para llevarse a una mujer al catre.

Tras el coito.

Esta es una de las concubinas del demonio. Está a punto de amenazar a un cristiano con un taladro por no querer marcarse el 666 en la frente.

Aquí está el cristiano, tope acojonado por el taladro.

El film concluye con otro cristiano perdiendo un ojo por la acción de una aspiradora, y con este tipo (que no es el Pastor Okonkwo) conminándonos a arrepentirnos porque el apocalipsis se avecina y a nadie le gustaría que una aspiradora le arrancara un ojo. Fin.