El MPL paralizó Sao Paulo

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El MPL paralizó Sao Paulo

La gente de Sao Paulo, en Brasil, se unió para manifestarse en contra del alza al transporte público.

Texto publicado originalmente el 7 de junio de 2013 en VICE Brasil.

Cuando VICE acompañó el Día Nacional de Lucha por el Paso Libre en 2012, los chicos de MPL de SP, o Movimiento Pase Libre de Sao Paolo advirtieron que si aumentaba el precio del pasaje, la ciudad se paralizaría. Pues bien. El pasaje subió 0,20 reales el 1 de junio, convocaron una manifestación, así que fuimos a ver que pasaba. Llegamos al acto, frente al Teatro Municipal, alrededor de las 16:30. El sol desaparecía silenciosamente mientras aparecían los manifestantes. "Dance, Haddad, bailar al suelo. Aquí está el pueblo unido contra el aumento al BUSA", fue una de las primeras canciones entonadas por la multitud, acompañada por una batería de latas de pintura improvisadas. Había poca presencia de policías en la zona. El alcalde Fernando Haddad era el objetivo de la mayoría de las canciones. Uno de ellos dijo: "Haddad pendejo, baja el precio de la BUSA". Al megáfono, una chica dijo: "Goiânia, Natal y Río de Janeiro están hoy en las calles. Y vamos a dar un paseo por el Centro". El evento, organizado por el Movimiento Pase Libre, comenzó a caminar por el centro, ganando seguidores en el camino. Había ido a muchas manifestaciones, pero nunca había visto algo tan denso y tanta sed de sangre en los ojos como ayer. Incluso durante otras protestas del MPL, nunca había visto tantos anarco-punks. Cuando llegamos a la puerta del ayuntamiento, los manifestantes corearon "Haddad hijo de puta, esta tasa es absurda". Durante el recorrido al centro, se pintaron tiendas y paredes con la "A" de anarquía. Cuando llegamos a la Avenida Prestes Maia, pensé que no dirigíamos hacia el metro Anhangabaú. Hasta que las primeras personas comenzaron a correr hacia la Avenida 23 de Mayo. Fue entonces cuando la cosa comenzó a crecer.

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El tráfico proveniente del túnel Papa Juan Pablo II se detuvo. Los dos carriles de la 23 fueron tomados. En ese momento, no había una sola alma en la protesta que no estuviera en un estado de absoluto éxtasis. Pancartas y banderas en mano, el MPL paralizó la ciudad a las 18:40. Y la policía, hasta ese momento un adyuvante silencioso, se apareció. Del otro lado de la avenida, camino al centro, vi a los primeros elementos policiacos, acompañados de la policía de choque. A las 18:53 las bombas comenzaron a estallar con mayor frecuencia. Los chicos decidieron caminar de regreso hacia la Terminal Flag, aunque algunas personas gritaban “Quédense, puta madre, quédense”. Mientras la policía y el equipo de choque disparaban gas lacrimógeno, la multitud formó barricada de fuego en la avenida. Mientras Raphael, nuestro fotógrafo, grababa el avance de la policía, escribí mis notas en una libreta. Entonces comenzó la lluvia de balas de goma. Fue aterrador y pensé en Robert King reportando desde la guerra. La policía estaba a unos metros de distancia.  En ese momento, me encontré  a Lucas Conejero, reportero de Charter Capital, quien había sido rozado por una de las balas. Estaba encabronado. Al poco tiempo, una bomba estalló cerca de nosotros. La gente que no tenía nada que ver con el desmadre, corrían aterrados.

La avenida parecía una película de guerra. Vacía, oscura, llena de fuego y humo. Helicópteros sobrevolaban el lugar. Vi a la gente con bolsas del mercado en la mano, asustadas, sin saber hacia dónde correr. Los granaderos marchaban con sus escudos. La policía detrás de ellos. Los manifestantes avanzaban hacia el Museo de Arte de Sao Paulo sobre la Avenida Paulista. Debido a las bombas lacrimógenas, tuvimos que parar y retroceder un poco. Todos llorábamos. Escupíamos también. Todo ardía: nariz, garganta. Una sensación que parecía no tener fin. El aire parecía estar contaminado con pimienta. Un fotógrafo se abrió paso entre los manifestantes hasta un bar para lavarse la cara. Raphael casi se desmaya. Me empecé a sentir mal y una mujer apareció de la nada con una botella de agua para lavarme los ojos. Todos lagrimeábamos.

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El tráfico empezó a relajarse poco a poco, pero 23 de mayo fue tomada con barricadas. La policía trató de apagar el fuego con los pies, pero parecía inútil. Ya cerca de la Fundación Getulio Vardas, en avenida Nove de Julho, vimos basura en llamas y un camión volcado. Apretamos el paso y llegamos a la avenida Paulista. Allí, nos encontramos con una chica aterrorizada y temblorosa, apoyada en un puesto de periódicos. Le pregunté qué había pasado y, entre lágrimas, me dijo que había estado en medio de un "tiroteo". Le expliqué lo que pasaba y le indiqué el camino más seguro para salir de ahí. No sé si se fue.

En Paulista, la escena no mejoraba. La avenida postal de la ciudad estaba jodida. Había vidrios rotos, contenedores de cemento volcados y dos policías en el suelo. Uno de ellos estaba en llamas. Un policía logró apagar el fuego con el extintor de un auto.

Todas las tiendas estaban cerradas. Los transeúntes tomaban fotos, filmaban y no parecían estar asustados; la multitud era como un turista que se divierte ante un espectáculo sin precedentes. La circulación fue bloqueada en ambos sentidos por los manifestantes y sus barricadas de basura en llamas.

Cerca de centro comercial Patio Paulista, las bombas volaban más alto. Me dijeron que había algunos manifestantes atrapados en el interior del centro comercial, luego de que este cerrara sus puertas. Una multitud siguió marchando a través de la plaza Amadeu Amaral. Allí, la policía de choque comenzó a ser más agresiva. Las calles  estrechas hacían todo más caótico. Un hombre que parecía ser el capitán dijo a los automovilistas: "¡Paren esta mierda! Fuera". Y daba órdenes como "Pelotón, 1, 2, vuelta". En ese momento, decidimos correr cerca de la gente, quienes avanzaban pegados a la acera y tiraban basura en la calle, estableciendo nuevas barricadas. Eso fue a las 20:35. Después de eso, rodaría todavía más mierda.

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La multitud empezó a disiparse y decidimos seguir a algunas personas hacia el metro Vergueiro. Allí, le pregunté a un chavo si la gente se saltaría el torniquete. Me dijo que sí; y tenía razón. Todo el mundo comenzó a cantar en el metro y la seguridad se enderezó. Los primeros manifestantes saltaron con poca resistencia de unos chicos armados con bastones. Entonces comenzó el cagadero. Hombres y mujeres se abrieron paso hasta la el límite de la plataforma. Algunos, ya exaltados, llevaban guardabocas. Una de las chicas dijo que la habían llamado "Negra". Y las palizas empezaron. Golpes, gritos, vidrios rotos, gente corriendo. Un hombre terminó con el rostro ensangrentado. En medio del tumulto, pude grabar el siguiente video.

Cuando la lucha terminó, ya no había casi nadie en la estación; había cerrado. Eran las 21:04. Minutos después, una empleada del metro salió desesperada de uno de los vagones. Un pedazo de vidrio le había golpeado el ojo izquierdo.  Le pregunté a uno de los guardias de seguridad si habían arrestado a alguien. Me dijo que no, pero le hubiera gustado. Raphael y yo decidimos que era hora de volver a casa, después de hablar con un fotógrafo y algunos agentes de policía que estaban allí, descubrimos que algo estaba pasando en la calle de la Consolación. Acompañamos a una chica que se fue en taxi a la Paulista. Bajamos por la Avenida Brigadeiro Luis Antonio y nos dirigimos de nuevo a la Plaza Rider. Estábamos cansados, con los pies y las piernas adoloridos, con hambre, sed y ganas de ir al baño, pero no podía pensar en ello. Cuando llegamos al lugar, vimos como la policía y el equipo de choque se retiraban y algunos canales de televisión entrevistaban a los transeúntes. La policía dijo que hubo dos mil manifestantes y 15 detenidos. Aunque esta vez los medios de comunicación hablaron expresamente del Movimiento Pase Libre, y no de un grupo de "vándalos estudiantiles", el evento fue tachado de actos de vandalismo provocados por vagabundos. Creo que el amotinamiento fue resultado de la fuerte presencia anarco-punk, o tal vez una reacción al cierre de la avenida 23 de mayo. Tal vez un poco de todo. Había otra manifestación programada para el día 11, pero los eventos de ayer hacen un llamado para una más urgente: hoy.

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Sigue a Débora Lopes en Twitter: @deboralopes