Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.
A todas nos ha pasado: sales de fiesta con tus amigos, tomas un montón y en el camino de un bar a otro te entran unas ganas infernales de orinar. A un amigo le pasa lo mismo, pero él sólo tiene que bajarse la cremallera, sacárselo y mear en cualquier sitio, como por ejemplo una esquina. ¿Pero cuáles son nuestras opciones? Buscar un sitio entre dos contenedores, entre dos carros, un lugar oscuro… Y por supuesto que alguien vigile que no pase nadie mientras estás meando en la calle porque si no van a pensar que eres una sucia.
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La solución está a unos clics y ocho euros (más o menos 30.000 pesos colombianos) de distancia: se llama ISYLOO y es un dispositivo de cartón desechable que permite a las mujeres orinar de pie. Harta de encontrarse ante situaciones incómodas en las que tener que mear, Marie Charlotte Cavelier decidió crear este producto. “Cada vez que me he encontrado en situaciones como baños públicos, festivales, conciertos, eventos… he sentido asco por el estado insalubre de los baños, lo que me ha hecho contenerme o hacer pipí doblando las piernas para evitar sentarme”, comenta Marie. “No me da pena confesar que el hecho de aguantarme el pipí al encontrar un baño sucio, así como la propia falta de baños, me ha provocado muchas cistitis. Y ya estaba harta”.
No me da pena confesar que el hecho de aguantarme el pipí al encontrar un baño sucio, así como la propia falta de baños, me ha provocado muchas cistitis.
Pero ISYLOO no es el primer artilugio de estas características. Hace casi 100 años, concretamente en 1922, una mujer llamada Edyth Lacy patentó lo que ella llamó sanitary protector (protector higiénico), un embudo pequeñito para poder mear de pie. Desde entonces, son decenas las empresas que han decidido comercializar estos dispositivos, como GoGirl o Stand Up. Marie nos cuenta que su equipo hizo toda una campaña de “testing” en cuanto a productos existentes en el mercado: urinarios desechables de papel, de silicona, etc. “Algunos estaban bien pero no hacían envíos a todos los países, otros eran de muy mala calidad, y los de silicona o no desechables son muy poco higiénicos ya que no siempre tenemos agua cuando vamos a orinar, y no se pueden limpiar correctamente, por lo que no me parecían una buena solución”, dice.
¿Y cuál es el feedback de sus compradoras? “No nos sorprende el hecho de recibir comentarios como que es muy higiénico y práctico. El impacto que está teniendo, ya sea femenino o masculino, está siendo muy positivo en todos los ámbitos: jóvenes, mujeres mayores, embarazadas…”.
Aunque estos artilugios están principalmente orientados a sacarnos a las mujeres de un apuro –como una taza bañada en mierda y orines–, también hay hombres transexuales que los utilizan para pasar desapercibidos y así poder mear de pie en urinarios públicos.
Después de hablar con Marie, tuve muchas ganas de probarlo, así que le pedí unas cuantas muestras. Mi “primera vez” con ISYLOO fue poco aventurera y exenta de suciedad extrema: el baño de la oficina. Tenía muchas ganas, así que cogí el cartoncillo, me fui al baño, me bajé los pantalones, puse ISYLOO en su sitio y cuando el chorro empezó a salir por el agujerito fue una sensación increíble. Puede sonar bobo pero poder dirigir tu chorro hacia donde quieres es muy divertido. Me entraron ganas de mear toda la taza… y no sólo la taza, también tuve ganas de mear las paredes y el piso del baño, haciendo movimientos locos con el artilugio.
Como estaba muy emocionada, quise compartir esa sensación, así que repartí unos cuantos artilugios entre varias compañeras de la oficina. Y aquí están sus impresiones.
Raquel Zas, i-D
“Aunque mi gran ilusión era poder mear contra una farola, como no quería mostrar el culo, lo hice en el baño de un bar (que también se agradece). Al principio fue un poco raro, pero después fue cómodo. Podría acostumbrarme a hacer pipí de pie. Lo único que eché de menos es otro de nuestros grandes problemas: no había papel higiénico para limpiarse…”
Noa Cid, Márketing
“Utilicé este artilugio para realizar una meada campestre. No me gusta mear en la naturaleza: las hierbas se cuelan por donde no deberían, y el orín acaba en tus pies porque no ves por dónde va el ‘riachuelo’. Este cartoncillo evitó todo eso. Al ponérmelo no sabía cuánto debía bajarme los pantalones, así que decidí darle un poco de emoción y dejármelos subidos casi del todo. Pero a la hora de la verdad, mi mente me decía ‘te vas a mear encima, loca’, y no podía arrancar. Por fin me relajé y el líquido salió por el agujero sin problemas. El hecho de poder dirigir el chorro me hizo sentir poderosa, me puse a gritar “¡¡¡uhhhh!!!” y a mover mi falso miembro de cartón en todas las direcciones. También me pareció extrañamente bonito poder ver mi propio pipí con tanta claridad a medida que salía, brillando al sol. Cuando todo acabó, eché de menos que el ítem incluyera algo con que limpiarte, como una toallita húmeda adherida al cartón, por ejemplo. Aunque me tomé esta primera experiencia un poco a broma, la verdad es que me gustaría llegar a acostumbrarme a utilizar este aparato”.
Nerea López, i-D
“Siempre me han llamado mucho la atención los urinarios masculinos y me entusiasma la idea de los tipos en fila meando a la vez de cara a la pared. Por eso cuando probé el cono no dudé ni un segundo en irme corriendo al primer orinal que vi, en este caso el de la oficina. Nunca había experimentado la sensación de mear completamente de pie, algo que las chicas casi nunca podemos hacer ya que siempre acabamos de cuclillas. La verdad que al principio me costó porque es una sensación totalmente nueva y pensé que me iba a mojar pero luego fue todo muy normal. Diría que ha sido todo un éxito y personalmente le daré un buen uso durante la época de festivales. ¡Adiós a las salpicaduras en los zapatos!”.
Andrea Oleart, Digital
“La única razón por la que accedí a probar esto es para poder devolverle a mi novio las múltiples meadas que me ha hecho en la pierna cuando nos duchamos juntos. Y tengo que decir que esa es la única parte que he disfrutado porque hacer pipí a través de un cartón me ha dado bastante asco. Seguiré poniéndome de cuclillas como he hecho toda la vida”.