Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Durante el Black Out Tuesday, los “tres más grandes” sellos discográficos —Warner, Sony y Universal— manifestaron a través de pronunciamientos casi idénticos su apoyo a esta iniciativa en las redes sociales. Utilizando casi las mismas palabras, cada compañía declaró que estaba orgullosa de “apoyar a la comunidad negra” y que usaría a el día para “reflexionar”. Sin embargo, ninguno de ellos hizo alguna donación a organizaciones que luchan por la justicia racial. Días después, ante la indignación pública y la presión ejercida por artistas de alto perfil, los sellos discográficos finalmente se comprometieron a hacer una contribución. Warner y Sony se comprometieron a donar $100 millones de dólares cada uno, y Universal ha prometido donar $25 millones de dólares. Eso es mucho dinero, pero a los ojos de los propietarios negros de disqueras independientes, los tres grandes sellos aún no están haciendo suficiente.
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“Cuando estas grandes y poderosas compañías finalmente hacen cambios importantes —lo que para nosotros sería dar un paso en la dirección correcta—, para ellas no significa mucho, apenas una gota en el vasto mar. $100 millones de dólares no es mucho dinero para ellos”, le dijo a VICE Joshua Virtue, quien es co-director de la disquera de hip hop Why? Records en Chicago.
Warner Music, que acaba de salir a bolsa, está valorada en aproximadamente $15 mil millones de dólares. Sony y Universal tienen un valor aproximado de $33 mil millones de dólares. Las donaciones que cada uno prometió ascienden respectivamente a alrededor de .6, .3 y .07 por ciento de su valor total. Ninguno de ellos ha establecido cuántos años les tomará desembolsar esos fondos en su totalidad; además Warner y Sony no han especificado qué organizaciones apoyarán (Universal sí lo hizo). Las donaciones de $100 millones generan titulares llamativos pero, para Joshua Virtue, teniendo en cuenta la riqueza inconcebible de estas compañías, que han construido su fortuna sobre las espaldas de los músicos negros sin darles una parte justa de las ganancias, estas donaciones suenan vacías.
“En lo que a mí respecta, nada será realmente suficiente hasta que tengamos el control de nuestro dinero y nuestro arte como personas negras en este país”, dijo Joshua Virtue.
Según el contrato típico de una disquera importante, los artistas no son dueños de los derechos de su música y solo reciben una fracción de los ingresos de su trabajo. A cambio, reciben apoyo para distribución y grandes adelantos, pero esos adelantos suelen ser menos lucrativos de lo que parecen. Por nombrar solo un ejemplo: en 2014, Unlocking the Truth, una banda de metal de Brooklyn cuyos miembros son negros, firmó un contrato de $1.8 millones de dólares con Sony. Si bien eso puede sonar como una ganancia extraordinaria, los términos reales del acuerdo fueron lamentables. La banda de tres integrantes recibió un adelanto de $60,000 dólares por su primer disco. Se les exigió que vendieran 250,000 copias, algo que actualmente es imposible, para asegurar otro anticipo de $60,000 dólares por un segundo disco. Para alcanzar esa cifra de $1.8 millones de dólares, tendrían que grabar seis discos muy éxitos en el transcurso de un número indefinido de años. Finalmente, la banda quedó endeudada con Sony y tuvo que entrar en una disputa para poder dar por terminado su contrato. Historias como esta son inquietantemente comunes, y lo han sido durante décadas, especialmente entre los artistas negros.
Cuando Sony dio a conocer su fondo de $100 millones de dólares a raíz del Black Out Tuesday, la compañía no mencionó, por ejemplo, hacer una reestructuración de sus contratos para que sean más equitativos con los artistas negros. Tampoco lo hicieron Warner o Universal.
“No debería ser difícil tener los derechos de lo que tú creas”, le dijo a VICE Fly Anakin, co-director del sello de hip hop Mutant Academy de Richmond. “Facilitar que seamos socios en lugar de que sean nuestros dueños… en lugar de tratarnos como su maldito ganado”.
Internamente, en las principales discográficas hay muy pocos empleados negros, sin importar si se trata del departamento A&R o la junta ejecutiva. Si bien ninguno de los tres grandes sellos proporciona estadísticas sobre la composición racial de su fuerza laboral, un vistazo a la lista “Power 100” de Billboard —una clasificación anual de aquellos con influencia en la industria de la música, dominada año tras año por hombres blancos—, nos da una idea de cuán pocos negros llegan a los niveles superiores de las grandes discográficas. Incluso cuando lo hacen, los roles de los ejecutivos negros en esas compañías, por lo regular, se limitan al departamento de “música urbana”, designación que en sí misma conlleva su propio conjunto de problemas racistas.
“Preferiría que estas grandes instituciones fueran desmanteladas en lugar de reformadas”. – Joshua Virtue
Sony, Warner y Universal se comprometieron a establecer paneles y grupos de trabajo para abordar la diversidad y la inclusión, pero hay investigaciones que demuestra que esas iniciativas por lo general no conducen al cambio, y las discográficas no han prometido contratar más empleados negros o nombrar a más ejecutivos negros. Para Chuck Wilson, el CEO del sello discográfico de hip hop independiente Babygrande en Nueva York, eso es particularmente irritante teniendo en cuenta que el hip hop ha sido el género más popular en Estados Unidos desde 2017.
“Estas organizaciones muy rara vez tienen un nivel de diversidad que sea cercanamente equivalente incluso a la población negra total de los Estados Unidos, por lo que mucho menos tienen una diversidad que sea proporcional al impacto que la música afroamericana ha tenido cultural y económicamente”, le dijo Wilson a VICE. “Y se están beneficiando como locos de la música negra. Es necesita arreglar eso”.
La falta de representación negra en las Grandes Ligas tiene efectos de amplio alcance, dijo Wilson. Por un lado, las tres grandes empresas discográficas tienen un historial de siempre “dejar caer una gran bolsa de dinero en el regazo” de los artistas negros del hip hop que provienen de entornos de bajos ingresos, “con la esperanza de que todo salga bien”. No los capacitan sobre cómo administrar ese dinero; no les proporcionan equipos de seguridad que impidan que a causa de ese dinero terminen heridos o, incluso, muertos. Pop Smoke y Juice WRLD, por ejemplo, firmaron contratos con subsidiarias de Universal, y Wilson considera que la discográfica debería haber hecho más para protegerlos.
“De pronto, te llega este gran cheque. Tu vida va a cambiar instantáneamente. ¿Quién está allí para asesorarte sobre cómo manejar esos cambios en tu vida, todos ellos? ¿Quién es la persona que entiende no solo las calles, sino también el negocio de la música?”, dijo Wilson. “Cuando llegas al nivel corporativo, donde los ingresos son trimestrales y tienes que subir los números para poder mantener tu trabajo como CEO y, además, te cuentan cuántos número uno obtuviste, esas cosas importantes se pierden entre todo el caos. Y terminamos con artistas, de todas las razas, que mueren por sobredosis o son asesinados. Terminamos con artistas que terminan en situaciones violentas”.
Otro problema que surge de la falta de diversidad dentro de las grandes disqueras, dijo Wilson, es que el hip hop convencional ha “cambiado de curso” en la última década y eso no se ve representado: las tres grandes disqueras firman contratos con artistas que rapean sobre armas, drogas y dinero, y obstaculizan la carrera de artistas que hacen música sobre otras dimensiones de la experiencia negra.
“Hay mucho más para los afroamericanos como personas que la vida en las calle. Entonces, ¿dónde está el equilibrio?”, dijo Wilson. “Las disqueras tienen la responsabilidad de buscar ese equilibrio. Si ganas cientos de millones de dólares, si no es que miles de millones, lanzando música sobre drogas, venta de drogas y pandillas, y no tienes a otros artistas que hablen de otras formas de vida, algo está mal”.
El contratar empleados y ejecutivos negros por sí solo no resolverá ese problema, dijo Wilson. Las disqueras deben invertir en una amplia gama de artistas, incluso si “no ganan dinero o no ganan dinero rápidamente”. Deben diseñar sus presupuestos de tal forma que los artistas negros no se vean forzados a tener éxito de la noche a la mañana.
“No puedes simplemente contratar a personas negras y seguir ejerciendo las mismas presiones, las presiones de tener que encontrar trimestralmente algo que garantice un éxito y que siempre obtendrás un número uno”, dijo Wilson. “Es necesario que haya mujeres y hombres que sean libres de encontrar nuevas voces que sirvan a la cultura”.
Wilson y Anakin esperan que, más allá de solo arrojar dinero al problema de la injusticia racial, las principales discográficas reconsideren sus modelos comerciales completos, implementando cambios radicales para que sus empresas sean más equitativas para los artistas y empleados negros. Joshua Virtue, por su parte, no tiene fe en la habilidad de estas disqueras para hacerlo.
“Preferiría que estas grandes instituciones fueran desmanteladas en lugar de reformadas. Cuanto mayor es la escala de estas cosas, y cuanto más hacen, más terminan por explotar a la gente”, dijo Virtue. “Es como hablar de la fuerza policial. Si estamos hablando de reforma, es bueno, es un paso adelante. Pero en última instancia, yo preferiría abolirla”.
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