Hace una semana, tuve una entrevista de trabajo para un puesto de guionista en Mindgeek. Mindgeek es la empresa que controla muchos de los canales que crean y distribuyen porno en internet. Es posible que si te has masturbado esta semana, Mindgeek estuviera implicada de una forma u otra. Había solicitado el empleo de guionista mientras buscaba una actividad complementaria a mi trabajo de autónomo, pero no esperaba recibir respuesta. No fue hasta que cogí la llamada en la que me pedían una entrevista que realmente me pregunté a mí mismo: ¿De verdad quiero escribir porno? Mientras sopesaba la idea, la mujer al otro lado del teléfono seguía hablándome con mucha educación y formalidad. Finalmente dejó caer las cifras de mi salario anual inicial, que era más de lo que gano ahora. A fin de cuentas, tampoco podía ser tan malo dedicarse a hacer guiones porno.
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Mi entrevista fue con Susan*, la jefa de redacción de una importante empresa pornográfica. Al inicio de nuestra conversación, Susan me hizo saber que su marca es la creadora de pornografía pagada online número uno, y que si bien era muy difícil trabajar en la empresa, también era muy gratificante. Una parte de mí se preguntaba si debería inferir algún tipo de indirecta a partir de las palabras "difícil" y "gratificante" (ya sabes, para exhibir mis ingeniosas dotes de escritura), pero me pareció mejor mantener una actitud profesional. Durante los quince minutos siguientes, Susan me enseñó en qué consiste el día a día de un guionista. Me explicó que si conseguía el puesto, mi tiempo se dividiría entre escribir de cinco a siete páginas diarias de diálogo e investigar los acontecimientos actuales y los nichos más populares de porno para futuros guiones. Entonces pasamos a hablar de las prestaciones (¡tienen seguro dental!) y sobre mi experiencia laboral. El proceso en general me pareció más o menos como el de las demás entrevistas que he tenido, aparte del hecho de que durante la entrevista Susan me preguntó sobre mis estrellas porno favoritas y me reveló los géneros más populares que usa la gente para darse placer.Aunque el futuro de mi carrera como guionista porno sigue en el aire, la entrevista me hizo pensar sobre por qué la gente entraría en la industria y qué sacan de ella. También me pregunté si había lecciones de vida más importantes por aprender al escribir sobre sexo. Para responder mis preguntas, decidí contactar con un puñado de guionistas de porno, en activo y retirados, para saber más sobre su trabajo y sobre si les sirvió para aprender cosas útiles tanto del sexo como de la vida cotidiana. Las respuestas están a continuación.
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Jerry Stahl, novelista, guionista de televisión y periodista
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He trabajado para lo peor de lo peor. Escribí para varias publicaciones como Beaver, Club International y otros. Supongo que pensaba que cuando me fui a Hustler habría orgías bajo la luz de la luna detrás de cada puerta, pero al llegar, lo primero de lo que me percaté en la oficina de Columbus fueron todas esas dulces señoras mayores con recogidos abultados metiendo consoladores en cajas para enviarlos. Viejecitas con bolas chinas. Por otro lado, seguro que alguien encuentra esa estampa sexy; así que, ¿quién soy yo para discutirlo?Lo más grande que me pasó durante mi época de guionista de porno fue participar en el guion de Café Flesh [la mítica película porno de ciencia ficción ambientada después de un apocalipsis]. La época en que formaba equipo con Stephen Sayadian (alias Rinse Dream) fue un periodo extraño, reflejado perfectamente en Boogie Nights, en el que la gente pensaba que podía hacer cosas que molaran con el porno. De hecho, era una época en que casi rechazábamos el porno. Sin embargo, conseguíamos el dinero de las distribuidoras de contenido para adultos. No hay que olvidar que estamos hablando de una etapa previa a internet y de los días de los espectáculos en directo, y nos veíamos más como un género artístico postapocalíptico rollo Liquid Sky o Mad Max que como pornografía. Incluso cuando teníamos que incluir escenas de corridas, las hicimos bastante repelentes y perturbadoras para que (no es por presumir) los clientes que pagaban huyeran como ratas antes de que empezara la acción. Estamos hablando de una época en la que la gente iba al cine a ver pelis porno. De todos modos, Café Flesh fue un fracaso de película y acabó con al categoría de serie B, y la ponían en los mismos sitios en los que pasaban [la comedia negra contracultural] Pink Flamingoes. Así que, de algún modo extraño, el porno ganó. O no.
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Yo no diría que escribir guiones porno es lo mismo que obtener un Máster en Bellas Artes de la Universidad de Iowa, pero yo no fui a Iowa. Por eso, que me pagaran para crear situaciones y personajes pervertidos y contar historias extrañas y divertidas no era lo peor del mundo. Simplemente aprendía a escribir rápido, a trabajar sin internet, a no tomarme demasiado en serio, a ser quien todo lo explícito como quisiera. No sé si es algo bueno o malo de aprender, pero por lo menos haces cosas. En cualquier género, escribir es escribir y chupar es chupar, y viceversa. No sé si tiene sentido lo que he dicho. Y sobre escribir porno, si consigues ganarte la vida y seguir haciendo lo que tú quieres creativamente y de la manera en que quieres hacerlo, entonces diría que, mientras no implique trata de personas, te dejes la piel en ello. ¿Por qué iba a ser el porno menos respetable que vender seguros de vida?
Bree Mills, escritora, productora y directora de Girlsway
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Creo que la narración es muy importante en el porno, puesto que ayuda a desarrollar los personajes, a establecer su dinámica y a sentar las bases del encuentro de un modo que solo puede hacerse a través de matices y sutilezas antes del sexo en sí. Por ejemplo, escribí [la galardonada película porno] The Turning como una alegoría de la homofobia y del estigma social de que ser gay es una enfermedad. Usé el género de terror para explicar el giro absurdo que le di a una historia de zombis sobre los acontecimientos que preceden un apocalipsis lésbico.La lección más importante que he aprendido de escribir porno es que la sexualidad como tema subjetivo no tiene límite. Puedes dejar que tu imaginación te lleve a los rincones más profundos de la mente y, si te sientes cómodo ahí, aprenderás mucho sobre qué hace que la gente se emocione. Son esos detonantes psicológicos los que hacen que realmente la gente se corra. Así que, si prestas atención a los detalles, puedes crear fantasías que afecten de distinto modo a la gente de manera que vaya mucho más allá del acto físico que estás presentando.
Erin Pim, escritora de relatos eróticos y presentadora de The Bed Post Sex Show
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Sin duda hay una parte de exhibicionismo (que siempre me ha gustado) en hacer que otros lean mis relatos eróticos, porque tocan temas íntimos, a veces tabú, y normalmente temas que son privados. Tuve un debate con un colega escritor hace poco sobre si todo los relatos eróticos se podían etiquetar como fetichismo exhibicionista, simplemente porque el lector existe. ¿Se debería añadir el lector a la ecuación puesto que básicamente está todo el rato mirando furtivamente a través de un agujero? ¿Servirían a algún propósito las escenas y los personajes si no hubiera nadie que lo leyera? Si un elfo del bosque le provocara un orgasmo a una princesa hada pero no hubiera nadie que lo oyera, ¿estaría entonces haciendo ruido? En todo caso, los relatos eróticos me han enseñado mucho sobre las incontables capas y sutilezas que pueden existir dentro de la sexualidad de uno mismo. Día a día me animan a seguir explorando, aprendiendo y teniendo grandes orgasmos.Uno de mis momentos favoritos como escritora de relatos eróticos fue cuando llegué a tener una relación muy estrecha con una patrocinadora anciana en mi trabajo. Era una profesora de inglés que se había retirado y a la que le gustaba ayudar económicamente al personal. Los empleados se sentaban por turnos para hablar con ella cada vez que venía. Muchas veces le preguntaba sobre los libros que leía, y una vez mencioné de pasada que escribía historias cortas. De repente se interesó mucho e insistió en que le trajera una para que la leyera. Le dije que podría no ser de su agrado, mientras dudaba si revelarle que escribía ficción erótica. "No le veo ningún problema", dijo, y me recordó que a ella "siempre se la podía reanimar con sales aromáticas". Desde ese momento, nos intercambiamos muchas historias que ambas habíamos escrito, y debo decir que lo erótico de sus historias me sorprendió mucho más de lo que a ella le sorprendió de las mías.
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