Preguntamos a guionistas de porno qué han aprendido con su trabajo
Foto superior de Sovereign Syre de Richard Avery

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Preguntamos a guionistas de porno qué han aprendido con su trabajo

“¿Por qué escribir porno iba a ser menos respetable que vender seguros de vida?”.

Hace una semana, tuve una entrevista de trabajo para un puesto de guionista en Mindgeek. Mindgeek es la empresa que controla muchos de los canales que crean y distribuyen porno en internet. Es posible que si te has masturbado esta semana, Mindgeek estuviera implicada de una forma u otra. Había solicitado el empleo de guionista mientras buscaba una actividad complementaria a mi trabajo de autónomo, pero no esperaba recibir respuesta. No fue hasta que cogí la llamada en la que me pedían una entrevista que realmente me pregunté a mí mismo: ¿De verdad quiero escribir porno? Mientras sopesaba la idea, la mujer al otro lado del teléfono seguía hablándome con mucha educación y formalidad. Finalmente dejó caer las cifras de mi salario anual inicial, que era más de lo que gano ahora. A fin de cuentas, tampoco podía ser tan malo dedicarse a hacer guiones porno.

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Mi entrevista fue con Susan*, la jefa de redacción de una importante empresa pornográfica. Al inicio de nuestra conversación, Susan me hizo saber que su marca es la creadora de pornografía pagada online número uno, y que si bien era muy difícil trabajar en la empresa, también era muy gratificante. Una parte de mí se preguntaba si debería inferir algún tipo de indirecta a partir de las palabras "difícil" y "gratificante" (ya sabes, para exhibir mis ingeniosas dotes de escritura), pero me pareció mejor mantener una actitud profesional. Durante los quince minutos siguientes, Susan me enseñó en qué consiste el día a día de un guionista. Me explicó que si conseguía el puesto, mi tiempo se dividiría entre escribir de cinco a siete páginas diarias de diálogo e investigar los acontecimientos actuales y los nichos más populares de porno para futuros guiones. Entonces pasamos a hablar de las prestaciones (¡tienen seguro dental!) y sobre mi experiencia laboral. El proceso en general me pareció más o menos como el de las demás entrevistas que he tenido, aparte del hecho de que durante la entrevista Susan me preguntó sobre mis estrellas porno favoritas y me reveló los géneros más populares que usa la gente para darse placer.

Aunque el futuro de mi carrera como guionista porno sigue en el aire, la entrevista me hizo pensar sobre por qué la gente entraría en la industria y qué sacan de ella. También me pregunté si había lecciones de vida más importantes por aprender al escribir sobre sexo. Para responder mis preguntas, decidí contactar con un puñado de guionistas de porno, en activo y retirados, para saber más sobre su trabajo y sobre si les sirvió para aprender cosas útiles tanto del sexo como de la vida cotidiana. Las respuestas están a continuación.

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Jerry Stahl, novelista, guionista de televisión y periodista

No estoy seguro de si "carrera" es la palabra que usaría para describir mi paso por las trincheras de la indecencia. Nunca fui muy bueno en los trabajos remunerados, y escribir historias subidas de tono es algo que uno puede hacer desnudo a las tres de la mañana. Al empezar, hice un curso de escritura erótica que encontré en la contraportada del diario Village Voice, pero parecía más una broma que otra cosa. El profesor trabajaba en el mundo del porno, pero también un tío muy intelectual y estaba intentando organizar un sindicato de escritores de porno. Lo que más recuerdo de la clase fue alguien que leyó su historia en voz alta. Una línea decía así: "El aliento de ella llegó en breves jadeos". El caso es que poco tiempo después empecé a trabajar en la industria.

Estaba contento de ser capaz de pagar el alquiler con una máquina de escribir, antes de internet. Los tíos tenían que salir a la calle e ir a tiendas para comprar revistas porno. Durante un tiempo estuve escribiendo cartas sexuales falsas para Penthouse Forum, del estilo "a mi novia le gusta hacer escarificaciones en el escroto, y un día me preguntó si me podía hacer una carita feliz con un abrelatas en el pene". Pero el porno nunca fue un referente en mi vida. Estaba demasiado ocupado escribiendo novelas que no se publicaban, haciendo bolos periodísticos y llenándome el brazo de cicatrices. Igual ahora suena de locos, pero solo quería ser escritor, y la verdad es que no hacía distinciones entre una caja de cereales y una obra de Shakespeare. Aunque en mi cabeza yo era Kafka, luego escribía cualquier historia guarra con tal de ganar dinero.

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He trabajado para lo peor de lo peor. Escribí para varias publicaciones como Beaver, Club International y otros. Supongo que pensaba que cuando me fui a Hustler habría orgías bajo la luz de la luna detrás de cada puerta, pero al llegar, lo primero de lo que me percaté en la oficina de Columbus fueron todas esas dulces señoras mayores con recogidos abultados metiendo consoladores en cajas para enviarlos. Viejecitas con bolas chinas. Por otro lado, seguro que alguien encuentra esa estampa sexy; así que, ¿quién soy yo para discutirlo?

Lo más grande que me pasó durante mi época de guionista de porno fue participar en el guion de Café Flesh [la mítica película porno de ciencia ficción ambientada después de un apocalipsis]. La época en que formaba equipo con Stephen Sayadian (alias Rinse Dream) fue un periodo extraño, reflejado perfectamente en Boogie Nights, en el que la gente pensaba que podía hacer cosas que molaran con el porno. De hecho, era una época en que casi rechazábamos el porno. Sin embargo, conseguíamos el dinero de las distribuidoras de contenido para adultos. No hay que olvidar que estamos hablando de una etapa previa a internet y de los días de los espectáculos en directo, y nos veíamos más como un género artístico postapocalíptico rollo Liquid Sky o Mad Max que como pornografía. Incluso cuando teníamos que incluir escenas de corridas, las hicimos bastante repelentes y perturbadoras para que (no es por presumir) los clientes que pagaban huyeran como ratas antes de que empezara la acción. Estamos hablando de una época en la que la gente iba al cine a ver pelis porno. De todos modos, Café Flesh fue un fracaso de película y acabó con al categoría de serie B, y la ponían en los mismos sitios en los que pasaban [la comedia negra contracultural] Pink Flamingoes. Así que, de algún modo extraño, el porno ganó. O no.

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Yo no diría que escribir guiones porno es lo mismo que obtener un Máster en Bellas Artes de la Universidad de Iowa, pero yo no fui a Iowa. Por eso, que me pagaran para crear situaciones y personajes pervertidos y contar historias extrañas y divertidas no era lo peor del mundo. Simplemente aprendía a escribir rápido, a trabajar sin internet, a no tomarme demasiado en serio, a ser quien todo lo explícito como quisiera. No sé si es algo bueno o malo de aprender, pero por lo menos haces cosas. En cualquier género, escribir es escribir y chupar es chupar, y viceversa. No sé si tiene sentido lo que he dicho. Y sobre escribir porno, si consigues ganarte la vida y seguir haciendo lo que tú quieres creativamente y de la manera en que quieres hacerlo, entonces diría que, mientras no implique trata de personas, te dejes la piel en ello. ¿Por qué iba a ser el porno menos respetable que vender seguros de vida?

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Bree Mills y el reparto de Sovereign Syre. Foto de Richard Avery

Bree Mills, escritora, productora y directora de Girlsway

Había estado trabajando para Gamma Entertainment durante varios años en un importante puesto de marketing cuando nuestro presidente empezó a plantearse la idea de producir nuestro propio contenido. Puesto que tenía mucho interés en el comportamiento del consumidor, en desarrollar una marca y en producir películas, me ofrecí a colaborar. Me tiré de cabeza al mundo de la producción pornográfica, conocí a varias personas con muchísimo talento a lo largo del camino y aprendí al dedillo todo lo que pude. Absorbía como una esponja, aunque no el tipo de esponja que te encontrarías en un plató de porno. Uno de mis primeros proyectos fue producir contenido lésbico para un portal exclusivo para miembros. Descubrí que me apasionaba el género, sobre todo trabajar codo con codo con los seguidores que te decían las cosas con toda franqueza y eran imaginativos. Querían historias complejas y guiadas por los sentimientos, no solo sexo genérico. Fue algo que me fascinó. Tuve la suerte de colaborar en el aspecto creativo con un nuevo director llamado Stills by Alan, y juntos formábamos un equipo extraordinario. Nuestra unión era tan fuerte que le solté la idea de montar un estudio completamente nuevo en torno a nuestro trabajo, y así fue como nació Girlsway.com, la verdadera primera red porno solo para lesbianas.

Lo que diferencia a Girlsway del resto es nuestra forma de abordar las producciones. Conocemos a los aficionados por su nombre. Esa conexión con ellos es primordial para nuestro éxito. Tanto Alan como yo hablamos con ellos a través de la página web cada día y trabajamos juntos para pensar en colaboraciones abiertas y recibir observaciones y críticas. Estudiamos exhaustivamente los resultados de nuestro trabajo. Cada escena, cada imagen en miniatura, cada personaje que creamos. Nos preocupamos mucho por cada historia, la hayamos escrito nosotros o la hayamos adaptado de la idea de un aficionado o artista. Tampoco nos adscribimos a las típicas convenciones que estipulan que una escena debe durar x minutos o que se centran mucho en el desarrollo del personaje. Nuestros aficionados lo han apodado "el universo Girlsway" [o el Marvel Comics del porno lésbico] por una razón… está tan interconectado y es tan complejo como una telenovela moderna.

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Creo que la narración es muy importante en el porno, puesto que ayuda a desarrollar los personajes, a establecer su dinámica y a sentar las bases del encuentro de un modo que solo puede hacerse a través de matices y sutilezas antes del sexo en sí. Por ejemplo, escribí [la galardonada película porno] The Turning como una alegoría de la homofobia y del estigma social de que ser gay es una enfermedad. Usé el género de terror para explicar el giro absurdo que le di a una historia de zombis sobre los acontecimientos que preceden un apocalipsis lésbico.

La lección más importante que he aprendido de escribir porno es que la sexualidad como tema subjetivo no tiene límite. Puedes dejar que tu imaginación te lleve a los rincones más profundos de la mente y, si te sientes cómodo ahí, aprenderás mucho sobre qué hace que la gente se emocione. Son esos detonantes psicológicos los que hacen que realmente la gente se corra. Así que, si prestas atención a los detalles, puedes crear fantasías que afecten de distinto modo a la gente de manera que vaya mucho más allá del acto físico que estás presentando.

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Foto de Paul Aihoshi

Erin Pim, escritora de relatos eróticos y presentadora de The Bed Post Sex Show

Escribí mi primer relato erótico hace unos tres años como contribución a una rara revista de comedia. Al principio se suponía que tenía que ser una broma. La inspiración para la historia me vino por un amigo íntimo, nuestra complicada relación de amor-odio y la neurosis por la limpieza de mi apartamento. No me sorprendió que el relato no se publicara en ningún otro lado, pero lo bueno sobre los relatos eróticos es que incluso las historias mal escritas sirven para masturbarse. Seguí escribiendo, y poco a poco las cosas fueron mejorando. Empecé a preguntarme qué era lo que funcionaba y lo que no. El principal cambio que experimenté en ese momento fue que ya no escribía historias limitadas a mis propios deseos. Un toque personal o autobiográfico siempre es bienvenido al escribir, pero forzarme a ampliar el tema de discusión y hacer mi estilo más accesible fueron pasos clave para enfilarme en la dirección correcta profesionalmente. Después de un año escribiendo, ya había desarrollado una colección decente, y empecé a presentar mis trabajos. La sensación de que te publiquen es genial, pero fue todavía mejor que me publicaran por segunda vez. Fue la prueba de que no fue una cuestión de suerte.

Mi narrativa es más conversacional que la mayoría. Personalmente prefiero los relatos eróticos sin demasiadas florituras. Normalmente me salto las partes demasiado descriptivas. Pero en mi opinión, no se puede ser demasiado específico y detallista una vez ha empezado el sexo en sí. Mi relato favorito ahora mismo tiene que ser mi contribución a The New Urge Reader 2. La historia tiene una premisa muy simple: dos amigas que conectan secretamente bajo una mesa de restaurante; pero la combinación de detalles autobiográficos y escritura genuina hizo que realmente fuera explosiva. Me pareció muy sexy, y a otras personas también.

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Sin duda hay una parte de exhibicionismo (que siempre me ha gustado) en hacer que otros lean mis relatos eróticos, porque tocan temas íntimos, a veces tabú, y normalmente temas que son privados. Tuve un debate con un colega escritor hace poco sobre si todo los relatos eróticos se podían etiquetar como fetichismo exhibicionista, simplemente porque el lector existe. ¿Se debería añadir el lector a la ecuación puesto que básicamente está todo el rato mirando furtivamente a través de un agujero? ¿Servirían a algún propósito las escenas y los personajes si no hubiera nadie que lo leyera? Si un elfo del bosque le provocara un orgasmo a una princesa hada pero no hubiera nadie que lo oyera, ¿estaría entonces haciendo ruido? En todo caso, los relatos eróticos me han enseñado mucho sobre las incontables capas y sutilezas que pueden existir dentro de la sexualidad de uno mismo. Día a día me animan a seguir explorando, aprendiendo y teniendo grandes orgasmos.

Uno de mis momentos favoritos como escritora de relatos eróticos fue cuando llegué a tener una relación muy estrecha con una patrocinadora anciana en mi trabajo. Era una profesora de inglés que se había retirado y a la que le gustaba ayudar económicamente al personal. Los empleados se sentaban por turnos para hablar con ella cada vez que venía. Muchas veces le preguntaba sobre los libros que leía, y una vez mencioné de pasada que escribía historias cortas. De repente se interesó mucho e insistió en que le trajera una para que la leyera. Le dije que podría no ser de su agrado, mientras dudaba si revelarle que escribía ficción erótica. "No le veo ningún problema", dijo, y me recordó que a ella "siempre se la podía reanimar con sales aromáticas". Desde ese momento, nos intercambiamos muchas historias que ambas habíamos escrito, y debo decir que lo erótico de sus historias me sorprendió mucho más de lo que a ella le sorprendió de las mías.

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Foto de Richard Avery

Sovereign Syre, humorista y presentadora de Observations

Las películas que se estaban produciendo cuando empecé a actuar en el cine para adultos destacaban por su contenido "ético", la idea de que los personajes de las historias se describían como tridimensionales, que las historias tenían una narrativa emocional y provocativa; eran como películas comerciales con escenas duras de sexo. Se centraban en lo genuino del sexo retratado junto con una descripción compasiva de los sujetos. Me gustan las escenas en que hay peso emocional y suspense erótico. Por ejemplo, El silencio de los corderos es una película muy pornográfica, la violencia y el peligro son sublimes y se establece tensión sexual entre un hombre peligroso y una mujer curiosa. Esa idea se extendió a las películas en las que más me gustaba trabajar, pero normalmente no nos llegan muchas de esas.

Muchas producciones ni siquiera tienen un guion; se improvisa al momento. La mayoría de guiones los escribe gente que es como si estuviera por encima de los demás; se han dedicado a ello durante años y presuponen que a la audiencia no le importa lo que va antes del sexo. No intentan ir más allá, ni siquiera piensan en intentar excitar a la audiencia; simplemente se limitan a describir la escena. Hay temas que no me importan mucho, pero eso ya son cositas mías. No soy una aficionada del incesto en el porno, y menos entre madre e hija. Quiero a mi madre, y la idea de ella intentando mantener relaciones sexuales conmigo me molesta. Me han enviado guiones con diálogos que te darían escalofríos.

Mis escenas favoritas en las que he participado son She's Come Undone y Hollywood Babylon, dos películas en las que la historia de la protagonista se volvía más vívida emocionalmente por los escenarios sexuales, y fueron transgresoras en términos de temas recurrentes tradicionales de la pornografía. She's Come Undone es una película solo de chicas, y la regla no hablada en las producciones lésbicas es que los personajes viven en un mundo en el que los hombres no existen. Añadimos una escena suave de violación en la que aparecía Manuel Ferrara. Lo elegimos a él por conveniencia. Sus escenas son duras e intensas, y se le reconoce inmediatamente. Yo solo actuaba con otras chicas para que la audiencia que nos conocía pudiera hacer las cuentas de cómo de abrumada iba a estar en muy poco tiempo. Fue un plano de 30 segundos, pero cuando la gente me escribió sobre la película, esa fue la escena que más erótica les pareció. En Hollywood Babylon, al principio hay una escena que parece una violación, o en el mejor de los casos, el consentimiento es dudoso, pero la protagonista no reconoce lo que está sucediendo. Para muchos espectadores, este escenario en el que no había consentimiento les resultó incómodo porque refleja las reacciones de la vida real de muchas víctimas de violación y la escena no pretendía ser excitante. Supongo que esa es mi obsesión, y la mantuve cuando escribí/dirigí mi primera película.

Un estudio llamado Filly Films realizó una convocatoria abierta para directores. Les mandé mi idea sobre cuatro situaciones en torno a las mujeres y el consentimiento y que no tuvieran que ver con la edad, el incesto o la raza. Tuve la idea de crear tramas tabú sin traer a colación lo obvio. Escribí Lesbian Surrender en un día. Una historia trata de una chica que descubre que su novia ha estado teniendo una aventura con un joven senador, así que la chica va a la casa de él y se enfrenta a la desafortunada mujer del senador. La chica la obliga a quitarse la ropa y la fotografía para hacerle chantaje. Las dos se dan cuenta de que sus parejas son horribles y acaban follando. La segunda es de una fotógrafa que está haciendo una sesión a una modelo francesa que no sabe inglés. Está sola, así que convence a la chica para acostarse con ella a cambio de dinero. La tercera historia trata de una chica que narra cómo otra chica la convenció para hacer porno mientras grababan un vídeo fetichista. El cuarto va de una terapeuta que intenta ayudar a una universitaria a ser heterosexual mediante la conversión al cristianismo, pero la chica le da la vuelta a la tortilla. Esa situación me sigue excitando, estoy muy satisfecha con esa película. El trabajo de cámara no fue el mejor y trabajaba con actrices no profeisonales o que no se sabían el guion de memoria, pero creo que las historias estaban bien hechas.

Creo que la conclusión que saqué al escribir Lesbian Surrender es que puedes crear tabúes de todo, pero para que el sexo sea excitante, tiene que ser un poco transgresor. A la gente le gusta luchar cuando follan, ya sea físicamente, socialmente o espiritualmente. Va de la mano con escribir sobre gente en una novela o al escribir un chiste; tiene que haber algo en juego, y la gente siempre busca a alguien que los lleve más allá de sus límites.

*Este nombre se ha cambiado

Foto superior de Sovereign Syre de Richard Avery