Asistí a varias performances para mascotas
Fotografías por VICE

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Asistí a varias performances para mascotas

'Performances for pets' pretende que los animales domésticos también participen en la cultura. Así actúan Kroot y Alex.

Vale, no voy a mentir. Cuando me propusieron pasar unos días junto a Kroot Juurak y Alex Bailey asistiendo a sus performances, dije que sí al instante porque me encanta las cosas raras y porque me apunto a un bombardeo, pero en realidad no había entendido del todo en qué consistiría la experiencia. Mira que el título es claro: PERFORMANCES FOR PETS= ACTUACIONES PARA MASCOTAS. Resulta que Kroot y Alex llevan tres años yendo por Europa a casas particulares para entretener con sus actuaciones privadas a un público mayoritariamente canino y felino (han actuado para algún conejo y hasta para un par de cerdos, aunque la cosa no fue muy bien).

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Se suponía que yo debía acompañarles durante dos días a algunas performances que tenían previstas en Barcelona y entrevistarles para dar a conocer su trabajo. Así que, una semana antes de mi encuentro con ellos, investigué: miré su web, varios vídeos de performances pasadas y leí algunos artículos y entrevistas. Descubrí que Kroot (estonia) y Alex (inglés) llevan tiempo dentro del mundo del arte examinando la relación entre los seres humanos y las mascotas, y cuestionando el papel que hemos adoptado tanto nosotros como nuestros amigos peludos.

Según ellos, "a lo largo de la historia, los animales han entretenido a los humanos sin recibir nada a cambio. Un claro ejemplo es internet, que está saturado de gatos haciendo cosas graciosas. Hemos decidido invertir los roles y entretenerles a ellos". De esta reflexión empezaron a surgirme preguntas cómo ¿Cuál es el objetivo de estas performances? ¿Cómo son las mascotas como público? ¿Qué es el entretenimiento para los animales? Cabe decir que mi compañera de piso, un tanto menos dispuesta a abrir nuevos horizontes en su mente, leyó lo mismo y dijo "vaya timo".

Les conocí a la semana siguiente. Muy majos, muy serios con su trabajo, y acordes con el estereotipo que tengo en la cabeza de cualquier persona que viva más al norte que yo: más altos, más rubios, más reservados, y con muchos conceptos avanzados en la cabeza. Me llevaron al barrio de Poble Sec, en Barcelona, para presenciar la primera performance de aquel día (el día anterior le habían hecho una al perro de Isabel Coixet).

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Una performance de archivo para Carlos y Travis

El piso, diáfano. Los espectadores, dos gatos de ocho kilos. Conocimos a Olivier, el dueño, que nos mostró el espacio y nos contó 3 o 4 cosas sobre Haruki y Álvaro, sus mascotas. Cuando le pregunté a Olivier cuales eran sus expectativas, me respondió que la verdad, no tenía ni idea, pero esperaba que se lo pasaran bien. Al fin y al cabo, la performance no era para humanos. Yo tenía mucha curiosidad por ver cómo reaccionarían los gatos ya que he tenido dos y siempre han pasado de mi. Cuando faltaban solo unos minutos para ver en acción a Kroot y a Alex me di cuenta de que quizás no les he prestado la atención que se merecen a mis gatos y por eso me desprecian.

Observé la rutina que los artistas suelen seguir; os lo escribo por puntos por si algún día queréis ponerlo en práctica: 1. Saludan a las mascotas 2. Les dan una gominola 3. Preguntan al dueño cosas cómo: ¿Cuando lo adoptaste? ¿Le gustan los humanos? ¿Tiene algún lugar favorito? ¿Cómo es su sentido del humor? 4. Se ponen una especie de camisas color pastel con aire japonés 5. Piden que estemos en silencio, y que si los gatos se nos acercan durante la performance, actuemos de forma natural.

Kroot actuando para Lumipallo

Kroot me miró, me dijo que estaba a punto de empezar, y se puso a cuatro patas al final del pasillo junto a Alex. No había ni un ruido en la casa, excepto el que emitían los artistas. Hacían ruidos sutiles, sorprendentemente parecidos a los que emiten los gatos. Los animales de la casa, que estaban sentados en el sofá, de repente se dieron cuenta de que algo no cuadraba en su territorio y se fueron hasta al otro lado del pasillo, se quedaron quietos y un poco confusos, sin saber si marcharse corriendo o atacar.

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Kroot y Alex siguieron durante unos 25 minutos, yendo del pasillo al salón y haciendo movimientos lentos, pegándose el uno al otro, o retorciéndose debajo de una manta. En un momento se pusieron boca arriba y movieron los brazos y piernas como una cucaracha, sin parar de hacer los ruidos. Me recordó a una danza contemporánea a cuatro patas. Y admito que lo disfruté y le empecé a ver la lógica al asunto.

Los gatos estuvieron atentos a ratos, algo que suele ocurrir, según me contaron después: "Siempre abandonan la performance, pero vuelven después de unos minutos. Tienen una mente controladora, y necesitan ver que está todo en orden". Con los perros es diferente: "Las performances son más intensas, pero más cortas, porque su capacidad de atención es más limitada. Las razas también influencian la manera en la que se comportan durante la actuación. Los perros pastor nos suelen rodear en círculos, mientras que los perros de caza se parecen más a los gatos, les gusta más observar".

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Koolhas (izquierda) y Bowie (derecha)

La segunda performance fue con Bowie y Koolhas, dos labradores cabezudos MUY activos. Conocimos a su Gerardo y le hicieron las mismas preguntas (Bowie era más excitable y Koolhas más tranquilo), chucherías, camisas japonesas y silencio. En las performace para perros, Kroot y Alex suelen esconderse en una habitación a puerta cerrada y hacen sonidos (de perro, esta vez). Empezaron, pues, encerrándose en el lavabo.

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Como había pasado con los gatos, Bowie y Koolhas empezaron a preguntarse qué narices estaba pasando en su casa y no quitaron la mirada de la puerta del baño. Se quedaron quietos un tiempo hasta que la emoción le pudo a Bowie y se puso a ladrar como un loco. Cuando salieron Kroot y Alex a cuatro patas, casi se desmaya de alegría. Les lamía, se tambaleaba, se tiraba encima de Gerardo, y a mí prácticamente me usó de trampolín. Bueno, yo salí de allí cómo si me hubieran atropellado una manada de búfalos.

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En el medio, Lula, encantada con la performance

De hecho, les pregunté a Kroot y Alex si estas actuaciones podrían ser válidas para animales salvajes, y me contestaron que no, que estaban creadas "específicamente para animales domésticos, porque tienen mucho tiempo libre, y tener tiempo libre es una de las cosas importantes que necesitas para poder consumir cultura". "Y ¿qué es la cultura para los animales?", les pregunté. "Nuestras mascotas ya consumen nuestra cultura, porque les rodea en nuestras casas. Escuchan nuestra música y ven nuestra televisión. Nosotros queremos crear algo específicamente para ellos, algo que sea más exigente que un juego dónde ya existen una serie de normas preestablecidas".

En los días que pasé con los artistas, tuve la oportunidad de hablar mucho con ellos y ver que lo que plantean, de alguna manera, es de sentido común. Lo que quieren hacer es cambiar la relación que se ha creado entre dueños y mascotas: "la visión que tiene la mascota del humano es muy limitada. Lo ve, por ejemplo, como proveedor de comida, o una figura con la que juega. Nosotros ofrecemos otra manera de ser humano que, con suerte, lleva a los animales a comportarse de una manera diferente, fuera de su rutina".

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Van Damme, un gato esfinge muy cultural

En las siguientes actuaciones que presencié, empecé a engancharme al ambiente que se creaba. Me fascinó la sinergia que se creaba entre los artistas y los animales, el hecho de que les creara confusión a unos, exasperación a otros y que fuera gratificante para todos. Al fin y al cabo, ¿así es el arte para nosotros, no?

En cualquier caso, todos entienden que no es un juego. Fue algo de lo que noté especialmente con un gato esfinge llamado Van Damme, quien se implicó especialmente: se deslizó entre los performers, imitó sus movimientos, y no se separó un centímetro durante toda la actuación. Sólo le faltó aplaudir. Un gato muy apto para la cultura, vaya.