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Favor de abstenerse de comer animales marinos inmortales

Olvídate de la sustentabilidad por un segundo: ¿es el peor crimen comer criaturas marinas que vivirán por mucho tiempo que otros que solo vivirán por un corto periodo? Si es así, dejemos a la medusas inmortales vivir en paz y comamos camarones bebés.
Photo via Flickr user Taro Taylor

En cualquier debate filosófico serio acerca de los pros y los contras de la muerte, alguien tiene que hacer referencia a la carta de Epicuro a Menoeceus sobre el hecho de que la muerte no es "nada para nosotros". La hipótesis de Epicuro es que si la muerte destruye nuestra capacidad de experimentar cualquier cosa, es evidente que no podemos experimentar el estado de estar muertos, y ¿cómo puede dolernos algo que no experimentamos? Esto se supone que calmaría la ansiedad sobre nuestros propios derrumbes inevitables en el polvo, pero tiene un efecto secundario raro: implica que no hay nada malo acerca de morir prematuramente o ser asesinados. Sí, la muerte inesperada podría impedirnos descubrir cómo termina Scandal, o cómo termina Hannibal, o cómo termina Downton Abbey, o pasar más tiempo con las personas que amamos y así sucesivamente, pero la belleza de la muerte es que nada de eso te importará porque no habrá un tú que pueda preocuparse.

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Ya que esto suena raro y nada correcto para mucha gente, los filósofos adversos a la muerte idearon una "consideración sobre la falta de daño en la muerte". Esto se refiere a cualquier explicación filosófica complicada que trate del porqué una muerte prematura en realidad es un daño pues le cierra las puertas a todas las experiencias futuras. "La muerte es tan horrible como parece" puede no ser tan tranquilizador como el caso omiso que Epicuro le hace a la mortalidad, pero sí, por lo menos, se ajusta al mainstream de la intuición: "trata de no morir, porque cuando estás muerto te pierdes de muchas cosas".

No es realmente un asesinato si solo es una muerte que llega poco antes de lo que la naturaleza pretende, ¿verdad?

Las personas que realmente odian la muerte, digamos los veganos pacifistas pro-vida, obviamente, tienden a alinearse con la consideración sobre la falta de daño en la muerte. Es especialmente importante ver esto con los veganos cuando hablan de las masacres. (Como ex vegana, sé esto de primera mano). Pocas consideraciones sobre golpear insensiblemente a las vacas, cortar sus gargantas y colgarlas boca abajo hasta que se vacíen sus fluidos vitales están completas sin una referencia a los 20 años, o más, del potencial de vida útil que la vacas no alcanzan porque la mayoría de ellas son asesinadas antes de tener 5 años. Esto priva a las vacas de al menos 15 años que podrían haber pasado comiendo hierba, relajándose, mugiendo, y saliendo con la familia y los amigos –una mayor pérdida, aparentemente, que si la vida útil máxima de la vaca fuera exactamente de cinco años y fueran enviadas al matadero invariablemente pocas horas antes de morir de forma natural de todos modos.

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En su ensayo "Eating Animals the Nice Way" (2008), el filósofo vegetariano y especialista en ética de la matanza, Jeff McMahan, dice que podría aceptar el consumo de los animales de granja que fueran modificados genéticamente para morir sin dolor a la edad que sea conveniente para nosotros. Afirma que esta muerte programada genéticamente no sería prematura o injusta, ya que estaría inextricablemente entretejida en sus propias existencias.

Esa es una mirada de la consideración sobre la falta de daño en la muerte. Debido a que estos animales de granja autodestructivos modificados genéticamente aún no existen y algunas personas quieren comer carne ahora, es tentador para los amantes de la carne responder: "Bueno, mira, la única razón por la que criamos animales de granja es por la leche, para matarlos, y para comerlos, así que incluso sin deformaciones en su ADN para acortar su vida útil, que mueran en su juventud es un hecho inalterable de su existencia, por lo que no estamos privándoles de cualquier vida futura cuando los matamos". Pero la verdad es que el hecho de que los animales de granja mueran jóvenes y dejen un rico cadáver es más una fuerte expectativa que un hecho inalterable. Está, por ejemplo, Cinders, el cerdo, cuya vida se salvó porque su temor al lodo significaba que tenía que llevar botas de lluvia en miniatura todos los días, lo que finalmente lo hizo demasiado adorable para matarlo. Luego están todos los animales que han escapado del sistema agrícola para vivir vidas relativamente largas y perezosas en santuarios. Todos nacieron para ser comida, pero la muerte por masacre no fue un hecho inevitable de su vida. Este es el caso de casi todos los animales que criamos para nuestros propios fines egoístas: incluso si nuestro plan siempre fue matarlos, sigue siendo técnicamente posible que vivan más tiempo.

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El hecho de que los animales de granja mueran jóvenes y dejen un rico cadáver es más una fuerte expectativa que un hecho inalterable.

Esto debería ser preocupante para cualquier carnívoro que acepta la consideración sobre la falta de daño en la muerte, pero la buena noticia es que el veganismo no es la única respuesta. No hemos manipulado genéticamente a los animales para que mueran felizmente por causas naturales cuando están en el pico de su delicia y sustentabilidad económica (¡todavía!). Pero podemos acercarnos a ese ideal ahora dirigiéndonos a los animales que están condenados desde el principio a vidas útiles máximas naturalmente diminutas. No es realmente un asesinato si solo es una muerte que llega poco antes de lo que la naturaleza pretende, ¿verdad? Esta racionalización no agradará a los que creen que matar intencionalmente animales para la alimentación es casi siempre innecesario y cruel. Pero si eres un carnívoro incorregible que rechaza la visión displicente de Epicuro sobre la muerte final, la mejor manera de honrar tus valores es quitar la vida de los animales que de por sí no tienen mucho tiempo para vivir.

La Seafood Watch Buyer's Guide, que alerta a los consumidores de pescado sobre las poblaciones de peces más sustentables y ecológicamente cultivados, podría servir de inspiración y modelo para esta versión a base de pescado. Yo la llamaría "La Seafood Buyer's Guide para los que aceptan la consideración sobre la falta de daño en la muerte", que organice los platillos de mariscos de acuerdo a la vida útil máxima potencial de los ciudadanos del mar comestibles para los humanos.

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Los "mejores opciones" serían los nacidos en la cúspide de la muerte por causas naturales, incluyendo a muchos camarones, al eperlano, y a muchas especies de calamar, así como al gobio pigmeo de siete generaciones, que goza de un máximo de 59 días en este planeta. En cuanto a los peces más grandes, la mayoría atún –con la excepción del longevo atún rojo del Pacífico– también caen dentro de esta categoría, con esperanzas de vida que van de cinco a 12 años. "Las buenas alternativas" son las especies en el rango medio de vida, que viven de 14 a 29 años. Aquí tienes al siluro (15-25 años), a la cobia (15 años), a la aguja azul (18-27 años), al pez espada (15 años), a la tilapia (20 años), y al cangrejo de nieve siempre sustentable (14 años). Aunque pocas lo logran, las ostras pueden llegar a los 20 años de edad.

Comer una medusa Turritopsis dohrnii significa privar a una criatura de una potencial eternidad de vida. Favor de abstenerse de comer animales marinos inmortales.

El marisco para "evitar" casi siempre gozaría de una vida larga e interesante por delante, sino fuera porque llegas a pescarlos. Las anguilas pueden vivir hasta 150 años y los geoducks, deliciosos, ya que pueden ir fritos o salteados, alcanzan felizmente sus 160. La esponja del Antártico –si tuvieras los medios para encontrarla en primer lugar, tiene una vida útil estimada de 1,550 años en el congelado fondo del mar. La tortuga marina, en peligro de extinción, por su parte, alcanza un máximo relativamente joven de 80 años.

Luego está el "que definitvamente hay que evitar", que incluye una criatura marina que es la peor elección posible para aquellos que se adhieren a una consideración sobre la falta de daño en la muerte. La notoriamente inmortal medusa Turritopsis dohrnii. Las medusas son en general una excelente opción, ya que muchas de ellas tienen esperanzas de vida tan cortas que van desde unas pocas horas hasta unos pocos meses, pero comer una medusa Turritopsis dohrnii significa privar a una criatura de una potencial eternidad de vida. Favor de abstenerse de comer animales marinos inmortales.

Por supuesto, la vida útil exacta es difícil de estimar y frecuentemente tiene que ser revisada. Más allá de esto, conocer el tiempo de vida de una especie animal no nos dice cuánto tiempo restante tiene un individuo de cierta especie. Matar a una tortuga marina que tiene 79 años y 364 días de edad le restaría menos experiencia potencial futura que matar a una anchoa de un año de edad. Sería bueno poder señalar a las criaturas del mar por su edad real, pero por ahora lo mejor que podemos hacer es intentar un aproximado imperfecto por especies. Tal tecnología pesquera llegará algún día y nos permitirá colectar a los animales justo antes de que mueran, dándoles su potencial máximo para la vida en el agua y otra vida póstuma gloriosa en el platillo.