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Salud

Estar endeudado realmente puede joder tu salud mental

Entre mayor sea el tiempo para cancelar tu deuda, más posibilidades tienes para estar ansioso.

Este artículo fue publicado originalmente en Tonic, nuestra plataforma especializada en temas de salud

La deuda es una carga que se está poniendo cada vez más pesada para el gringo promedio. En 1989, el consumo por tarjeta de crédito era de 211 mil millones de dólares. En 2016 se escaló a 1 billón, la misma cantidad que deben los gringos en préstamos para estudio. La deuda doméstica se triplicó desde 1980, mientras las ejecuciones hipotecarias se cuadriplicaron.

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Mientras nuestras deudas empeoran, las investigaciones sugieren que nuestra salud también puede empeorar. Pero los investigadores "siguen en la fase de tratar de rastrear la asociación de manera correcta", dice Elizabeth Sweet, antropóloga que estudia el endeudamiento y la salud, en la Universidad de Massachusetts, Boston.

El endeudamiento y la mala salud están claramente asociados. Lo que no es claro es si las deudas en sí son las que causan los problemas de salud, o es otro elemento relacionado con la deuda, como la pobreza. Un estudio con una muestra de 900 adultos de Ohio, encontró que las deudas por tarjeta de crédito y el estrés que produce esta deuda, están asociadas con una salud menguada, pero los investigadores no pudieron probar la existencia de una relación causal; puede que ambas, la mala salud y el endeudamiento, sean solo síntomas de la pobreza. Después de todo, la pobreza está inextricablemente ligada a la salud: peor asistencia médica, rangos más altos de estrés, enfermedad y condiciones de salud crónicas, y muerte prematura.

Aún más, señala Sweet, "grandes eventos de la vida pueden concluir en un endeudamiento; la pérdida de trabajo, divorcio, etc., lo que puede afectar de manera independiente a la salud, así que rastrear esas trayectorias y circuitos es importante".

Eso es lo que Sweet y otros han empezado a hacer. En 2014, Sweet y sus colaboradores descubrieron que la deuda en sí contribuye a una salud débil. En su estudio, que utilizó una muestra de 8400 personas entre los veinticuatro y los treinta y dos años del National Longitudinal Study of Adolescent Health, Sweet y otros midieron la relación entre las deudas y la salud. Pero, a diferencia de investigaciones previas, hicieron control al estatus socioeconómico, las condiciones económicas, el ingreso familiar, y condiciones de salud preexistentes.

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Lo primero que encontraron fue que la deuda aflige incluso a la población joven. Más del veinte por ciento de los encuestados reportaron que seguirían endeudados aún si liquidaran todos sus activos.

Segundo, el total neto de la deuda no fue un factor tan importante relacionado a la salud, como lo fue la relación de la deuda con los activos. Sweet encontró que un alto radio de deuda-activo estaba asociado con una percepción más alta de estrés y depresión, peores reportes personales de la salud en general, y presión arterial más alta. Así que aquellas personas cuya deuda se equiparaba o sobrepasaba el total de sus activos, fueron de lejos los peores. Aunque los jóvenes adultos con radios más favorables experimentaron los mismos efectos en menor medida.

Otras investigaciones sobre deudas hipotecarias hacen eco a este descubrimiento. En un estudio, los altos pagos hipotecarios como porcentaje del ingreso, se asociaron con mayores cambios negativos en la salud, mayor incidencia de obesidad y diabetes, y un mayor reporte de aumento de los síntomas de depresión.


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En resumen, entre mayor sea tu deuda comparada con tus ingresos, o activos, más propenso eres a tener una mala salud. John Wilson, un profesor de finanzas e investigador de la Universidad de St. Andrews, y su coautor, Jose Linares Zegarra, ahora miembro de Essex Business School, encontraron que incluso el incremento en un uno por ciento en la relación deuda-ingreso, estaba asociado a un decrecimiento de 0,75 por ciento de expectativa de vida.

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¿Y si la deuda es pequeña todo está bien? Zegarra y Wilson creen que el umbral después del cual una deuda deviene mala para la salud depende en parte de qué tipo de deuda se trate. Por ejemplo, Zegarra y Wilson encontraron que deudas a mediano o corto plazo, (en contraste con las de largo plazo, como los pagos hipotecarios y las deudas domésticas agregadas que no están aseguradas) de hecho benefician a la salud.

¿Por qué? La personas con acceso a fondos de corto plazo, como préstamos personales o tarjetas de crédito, tienen un plan provisional en caso de emergencia médica. Las deudas de largo plazo, como las hipotecarias, pueden hacer a las personas más vulnerables a choques inesperados, porque tienen menor disponibilidad de sus ingresos. Es más, las deudas a largo plazo tienden a tener una tasa de interés mayor y una mayor cantidad de dinero a pagar. Entre más tiempo tengas para liquidar tu deuda, más endeudado estás y así, probablemente más ansioso, o incluso enfermo (un estudio demostró que la relación entre la deuda y la dudosa salud mental se explicaba sobre todo por el temor que produce el creer que nunca se va a pagar la deuda).

Sweet coincide en que tal vez los efectos en la salud por las deudas varían según su tipo. Hipotecas de casa, préstamos estudiantiles, y préstamos a corto plazo, por ejemplo, son utilizados para diferentes propósitos, implican diferentes cantidades, tienen diferentes plazos y términos, y acarrean diferentes niveles de estigma social y estrés.

Pero cómo exactamente influye la deuda en la salud todavía es incierto. Hasta ahora, la investigación más convincente y consistente, gira en torno a cómo la deuda impacta la salud emocional, que puede evocar efectos colaterales físicos. La última investigación de Sweet, aún no publicada, indica que las personas con una deuda tienen "profundos sentimientos de vergüenza y culpa". El endeudamiento se asocia con mayores síntomas de estrés, depresión, ansiedad, y rabia. Algunas investigaciones sugieren que incluso el endeudamiento contribuye al desarrollo de problemas mentales.

"Los fuertes vínculos con la salud emocional sugieren que un estrés psicosocial es el camino para otros resultados", dice Sweet. Por ejemplo, el estrés por endeudamiento puede disparar cambios psicológicos que estimulan o aceleran el desarrollo de condiciones metabólicas, enfermedades cardiacas, y desordenes inmunológicos. El estrés por deuda puede afectar también indirectamente a la salud, al incidir en ciertos comportamientos como la dieta, la actividad física, el ausentismo en controles médicos, y el abuso de sustancias.

Finalmente, el estudio sugiere que preocuparse tiene un efecto negativo en la manera como las personas lidian con su deuda. Un espiral de mala salud y deuda se sigue: la personas endeudadas se preocupan por ello. Su preocupación desmonta su estrategia de pago. Su inmortal deuda compromete su salud, o al menos la capacidad de pagar debidamente sus cuentas de asistencia médica. La mala salud acaba saboteando su desempeño en el trabajo o su habilidad de mantener un empleo. Un trabajo inestable genera más necesidad de deuda y así más preocupación. Lo mismo puede pasar por la depresión inducida por endeudamiento: la depresión frustra los posibles trabajos, lo que reduce su capacidad de amortizar la deuda, lo que exacerba su depresión.

El resultado es, como dijeron Wilson y Zegarra, "un círculo vicioso en donde una mayor deuda puede ser a la vez causa y consecuencia de una mala salud". Más investigaciones en este sentido se precisan para comprender mejor esta relación y posibles maneras de revertir el espiral. Entre tanto, evita endeudarte como la plaga que de hecho es.