La heroína aún existe en Barcelona
Fotografías por Edu Alegre

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Drogas

La heroína aún existe en Barcelona

En la capital catalana hay cerca de 3.000 consumidores de heroína, dejando imágenes que recuerdan más al periodo posolímpico que a la Barcelona globalizada.
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fotografías de Edu Alegre

El área metropolitana de Barcelona sobrevive en el imaginario colectivo a través de la inmigración, la clase obrera y la vida en la calle. El barrio de la Mina de Sant Adrià del Besós es quizás la concreción de esto. A pesar de ser una de las desembocaduras naturales de la masificación y el gentío de la capital catalana y de no haber fronteras explícitas entre ambos municipios; un halo invisible recubre la localidad y le roba, junto a tantas otras cosas, el cosmopolitismo que hace brillar Barcelona por encima de todo lo demás.

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Día a día, uno de los grandes tabúes de nuestro tiempo se va adueñando de las plazas, las calles y los balcones llenos de ropa tendida de colores. Y también va creando un gran silencio entre las personas. Es el caballo, la heroína y el universo de las jeringuillas.

Al lado de la vía del tren, ropa sucia, jeringuillas y sangre dan paso a otro escenario. LLONKYS: El grafiti abre las puertas hacia otra realidad más oscura que la primera. Es un sábado cualquiera.

consumo de heroína en barcelona

El número de consumidores de heroína no ha aumentado en Barcelona, pero sin embargo han vuelto a visibilizarse como hacía años que no pasaba

El mundo de la heroína está impregnado de un estigma transversal: no entiende de clases, ni de género ni de nada. De vez en cuando, en la zona de vías se oye un tren acercándose; el tren pasa y va dejando atrás grandes cantidades de jeringuillas abandonadas al azar en el umbral del metal candente que acaba de ser apisonado por los vagones del R1 con destino a Mataró.

Tampoco es raro oír, cuando vuelve el silencio, unos pasos que van deprisa desde el parque donde no hay niños, pero sí muchos perros, hasta las vías del tren. Son dos personas vestidas con chándal y con una gorra de lana y la capucha de la chaqueta calada respectivamente. Ambos pasan del parque a la vía y la cruzan a fin de quedar apartados. Ellos y su placer intravenoso.


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Las agujas y el silencio

La heroína, es de todo el universo de las drogas, la que más rechazo genera. El doctor Jordi Delás, profesor de medicina de la Universidad de Barcelona (UB), argumenta que esto viene provocado por el contexto en el que se da el consumo. Explica que tiene que ver con que se consigue fuera de los hospitales, con las condiciones en las que se da el intercambio de sustancias y con que es un producto de elaboración no farmacológica.

De hecho, afirma que se trata de una sustancia simple y que “las anfetaminas son mucho más complicadas desde el punto de vista médico”. Lo que se conoce como caballo es un opiáceo que en sus inicios se utilizaba en contextos hospitalarios como analgésico. No obstante, el tránsito entre el ambiente clínico y la calle fue rápido y llegó a provocar 165 muertos por sobredosis en el año 1993 sólo en la ciudad de Barcelona. Todo ello en el foco mediático pero rodeado de un silencio incómodo.

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consumo de heroína en barcelona

Hoy en día la causa principal de transmisión del VIH es el sexo, sin embargo el uso de jeringuillas para el consumo de droga es la causa de entre el 80% y el 90% de los nuevos casos de hepatitis C

Esta droga trae consigo la marginalidad y la pobreza. Detrás de lo que a simple vista de los consumidores puede ser fuente de placer, hay también posible depresión fuerte —dependiendo de la dosis— y ralentización de la respiración. Además, conseguir dosis de heroína de forma constante implica una cantidad importante de dinero que cada vez es más difícil de conseguir por culpa de los fuertes síntomas del síndrome de abstinencia. “Crea bastante dependencia y difícilmente se puede compatibilizar con una vida normalizada”, concreta Delás. El camino que conduce hacia el principal lugar de reunión habitual de los consumidores en Sant Adrià está repleto de basura, ropa tirada y jeringuillas, es prácticamente una metáfora visual de lo que implica socialmente la adicción.

Por todo esto, hoy en día, como comenta el doctor Delás, es más necesario articular herramientas que permitan a los drogadictos encontrar atajos para poder seguir adelante que no destinar grandes esfuerzos a seguir innovando en “políticas de drogas”. El doctor subraya que “actualmente la atención al consumidor de drogas es una atención derivada de la disminución de recursos sociales” y detalla que un 80% de los consumidores de estos estupefacientes se encuentran viviendo en la calle.

En Barcelona hay cerca de 3.000 consumidores de heroína

El panorama del área metropolitana a veces puede llegar a ser desolador al ver chabolas improvisadas en medio de la nada. Al ver prendas de vestir que sirven como combustible para hacer fuego y calentarse. Al ver personas durmiendo en medio de dos coches. La imagen, pero, queda apartada de muchas mentes como si de un hecho aislado se tratara.

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Más allá del estigma

Las drogas duras y la desinformación auto inducida de la sociedad a menudo van de la mano. Volviendo al centro del barrio de la Mina de Sant Adrià, no se percibe ninguna conversación que orbite sobre la heroína. Aquel mismo sábado el centro estaba lleno de corrillos, pero todas las palabras iban dirigidas hacia otra parte, como si aquello no existiera. Tanto es así que al preguntar por la problemática por la zona algunos contestaban: “Yo no soy de aquí, he venido de visita”. Otros no eran tan directos: “Soy de aquí al lado y esto en mi barrio no pasa”. No hay modo de sacar una conclusión clara sobre el tema porque, como confiesa un vecino, “es un tema muy jodido y hablarlo en la calle de estas formas…”.

Así pues, hay vida más allá de lo que intentaba transmitir Trainspotting. La película de Danny mostraba una versión de la heroína puramente psicodélica y, en cierto modo, elitista ya que más allá de la adicción y la atracción que sentían por la sustancia sus personajes, llevaban una vida bastante normal en términos económicos y sociales.

La dependencia que genera es casi imposible de compatibilizar con una vida normalizada

Josep Rovira, director del área de drogas de la de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD), reconoce que “vivir en dependencia y tener que buscarse la vida para poder sostener el consumo hace que se los relacione con la delincuencia”. Así, más que en una fiesta continua, la adicción al caballo se convierte en un calvario para los heroinómanos y también su entorno (si es que sigue existiendo). A parte de todo esto, hay que tener en cuenta que unas formas de consumo de drogas como son las propiamente inyectadas, deterioran la imagen colectiva de todo el grupo. En algunos casos, además, este tipo de inoculación de ciertas sustancias por medio de una aguja pueden acabar significando una infección. En conclusión, da la sensación de que “no son personas capaces de liberarse de esta problemática y que son agresivas”, remata Rovira.

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En todo Cataluña, según datos del departamento de sanidad de la Generalitat de Cataluña, el 7% de los casos de VIH en 2017 fueron por vía endovenosa, mientras que la mordida más importante, el 84%, continuaban siendo a causa de relaciones sexuales. Sin embargo, hay otras infecciones como la de la hepatitis C que también se relacionan con la punción intravenosa. En los países desarrollados entre un 80% y un 90% de las nuevas infecciones de hepatitis C son por las drogas, según la Generalitat, pero se actualmente se está aplicando un programa de tratamiento que, gracias al descubrimiento de nuevos fármacos, tiene un índice de efectividad del 95%.

Barcelona no es el Bronx

Aunque queda trabajo que queda por hacer, el sector se felicita de que el consumo de heroína en Barcelona en los últimos no haya aumentado. Desde la ASPB relatan que “no aumenta el consumo de heroína en la ciudad de Barcelona” ya que ningún indicador directo o indirecto lo indica. Aun así, en la ciudad condal hay hoy en día, cerca de 3.000 usuarios de heroína. Felisa Pérez, presidenta de la Federación Catalana de Drogodependencias, coincide con que el consumo de heroína “se mantiene” a la vez que advierte que sustancia que más adictos crea y que se encuentran en tratamiento es el alcohol, seguido de la cocaína, la heroína y el cannabis.

El grafiti abre las puertas hacia otra realidad más oscura

Este año pasado no murió ninguna persona por sobredosis de heroína en Cataluña. Por extraño que pueda parecer ciertos ambientes, la Barcelona drogadicta no es el Bronx. No es un rincón de los Estados Unidos, donde se está dando una epidemia causada por el consumo asociado a opiáceos sintéticos —con prescripción médica— para aliviar el dolor.

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Por suerte, en 2017 nadie murió por sobredosis de heroína en Barcelona

De hecho, el territorio catalán está trabajando en poder llevar a cabo un acompañamiento integral a las personas que lo requieran. A fin de contribuir a generar este espacio de acompañamiento para los drogadictos y para que el acto de consumo se dé en un ambiente seguro e higiénico, desde el año 2003 están en funcionamiento en distintos puntos de la geografía catalana algunas salas de consumo.

Estos espacios, mal conocidos con el nombre de narcosalas —concepto que según el doctor Delás es “peyorativo e inexacto”—, aparecen “para que la gente no muera en el mismo acto de consumo”. Durante los años 90 y principios de los 2000 la estrategia que se seguía era la de dar consejos a las personas drogodependientes, pero no se iba más allá y en el momento del chute se quedaban solas. Se quiso dar más y habilitar espacios para poder crear un soporte funcional durante todo el camino. De este modo, hoy, espacios como el centro de atención y seguimiento (CAS) Baluard de Barcelona, en el barrio de Ciutat Vella, recibieron el pasado agosto a 588 usuarios distintos y se realizaron 1.219 visitas a las salas de consumo inyectado.

A pesar de que iniciativas como esta quieran servir para supervisar el consumo y que el modelo también esté presente en distintos puntos de Europa central, en París y en Canadá, estos equipamientos siguen generando cierto rechazo entre algunos vecinos.

Volviendo a nuestro barrio, la sala de la Mina se encuentra en el centro del barrio pegada a la zona donde más se consume. No obstante, la adicción a la heroína, que conlleva un consumo de larga duración y estar viviendo un proceso de envejecimiento junto a la mayoría de consumidores, sigue siendo un silencio forzado.

Sigue al autor en @jsans_