Hablamos con el chef argentino que escapó a la matanza del restaurante bangladesí

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Para Diego Rossini, oriundo de la Argentina y uno de los chefs al frente del restaurante bengalí atacado la semana pasada, abrir el Holey Artisan Bakery O-Kitchen en Dacca, la capital de Bangladesh, fue una aventura. Una aventura, cuenta a VICE News, que le ha costado mucho “más cara de lo que esperaba”.

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Este restaurante de cocina mediterránea se convirtió hace unos días en el escenario de una matanza: al menos 22 personas fueron asesinadas en un atentado reivindicado por Estado Islámico (EI) y ejecutado por Jamaat-ul-Muyahideen Bangladesh, una organización que habría jurado lealtad al autodenominado califato. Rossini escapó por los pelos: asegura que se encontró cara a cara con uno de los verdugos y que cuando el atacante levantó el rifle corrió a la azotea.

El asesinato de un cooperante italiano en septiembre a manos de extremistas le llevó a diseñar un protocolo para prevenir este tipo de atentados, y seguir ese protocolo salvó su vida.

Su local estaba ubicado en el barrio diplomático de Dacca, donde todos los centros consulares gozan de protección policial suplementaria. No era así en su restaurante a pesar de que los diferentes cuerpos diplomáticos y directivos y personal cualificado de las empresas textiles y de la construcción extranjeras eran comensales habituales.

Diego Rossini atiende el teléfono exhausto, con la voz ronca del recién levantado, para contarnos cómo vivió el violento episodio . “Ten en cuenta que el día de ayer a la noche sólo había dormido desde el incidente unas cuatro horas. Me caí muerto completamente”, explica a VICE News.

VICE NEWS: ¿Cómo te encuentras, Diego?
Diego Rossini: Tengo dolores en el cuerpo, estoy preocupado, estresado… Qué puedo decirte. ¡Cansado! Con ganas de llegar a mi casa y ver a mi familia.

Dijiste que, en tu huida, te golpeaste la espalda. ¿Te asistió ya un médico? ¿Tienes alguna lesión de gravedad?
Tengo que ir al hospital a que me inspeccionen o me den algún calmante. Hasta el momento, no he recibido atención médica. Debo ponerme las pilas: tengo dolores y estoy haciéndome el tonto. Por ahí que tan solo son golpes, pero voy a hacerme un chequeo. Estoy así como un poco tocado, como raro: no me siento al 100 por cien.

¿Nunca pensaste que algo así podía suceder? Ya en 2013 Estados Unidos y España desaconsejaban vivir en Bangladesh.
Es un país que no había sufrido grandes ataques. Posiblemente, el que tuvimos nosotros es el mayor en muchísimos años. Además, aquí los musulmanes son muy moderados, y la policía está luchando con dureza contra los terroristas. El problema que tiene es que un porcentaje ínfimo de los 160 millones de musulmanes son unos locos que quieren matar.

En un momento dado, todos nos sentimos muy cómodos porque los expatriados vivimos en el barrio diplomático, un lugar donde hay policías en todas las embajadas. Sin embargo el restaurante es un talón de aquiles. Ese fue el problema, pues el hecho de que haya policías en todas las embajadas aledañas no indica que vayan a defender a nadie. Solo están para proteger las embajadas. Ahí se quedaron los policías de cada embajada y el lugar quedó [sin protección] para que vinieran.

¿Falló algo?
Creo que ha habido una mala gestión de la seguridad de la zona: no se lo esperaban. Y de tanto no esperarlo, a alguien se le ocurrió que era un buen plan atacar.

El inspector general de la policía bengalí contó a los medios que algunos de los atacantes eran de clase alta.
Sí. Es alucinante. Gente con educación superior; universidad. Un italiano que conozco me contó que uno de ellos hablaba un inglés muy perfecto, de haberlo estudiado fuera. Es difícil entender, supongo, para cualquiera de nosotros, como dan la vida para matar a personas inocentes que no han hecho nada más que tomarse una cerveza.

¿Crees que los extranjeros eran el objetivo?
Dejaron vivir a algunos pocos autóctonos que se habían encerrado, que eran musulmanes y que habían negociado para que no los mataran. A otros los mataron, no les dieron ninguna oportunidad. En la entrada [del restaurante] tenemos la partida de pizzas, por ejemplo. Había un chico bengalí musulmán que estaba allí y fue asesinado simplemente por eso. Se arrastró y suplicó [por su vida], de acuerdo con testimonios, pero no le sirvió de nada: lo mataron. Es todo tan raro. Está claro que iban a por nosotros, a por los expatriados. Pero, [en el camino] cayeron bengalíes moderados o gente que no sabía que era lo que estaba ocurriendo.

¿Los atacantes actuaron de forma profesional?
Los detalles de ese tipo no me paré a verlos. Por un italiano que lo pudo ver, sé que llegaron con un bolso lleno de armas y lo pusieron en una zona clave del restaurante. Allí empezó el ataque. Yo estuve escondido y oí distintos tipos de detonaciones que iban desde explosiones a claqueteos de armas automáticas. Eso te da una idea de que era un pequeño fortín. Luego, cuando la policía hizo un primer intento de entrar respondieron con una fuerza increíble y se dieron cuenta de que estaban frente a un grupo armado y organizado.

Después, esperaron, llamaron tanques y se convirtió en un enfrentamiento mucho más serio: si no hubieran tenido armas semiautomáticas largas y granadas [el enfrentamiento] no hubiese durado tanto. Si se movían como militares o no, no te lo puedo decir, porque no tengo tanta experiencia.

Los terroristas del atentado en Bangladesh estaban identificados por la policía. Leer más aquí.

Contaste a otros medios que habías diseñado un protocolo ante este tipo de contingencias…
Sí, creé este protocolo tras lo sucedido a finales del año pasado [en relación al asesinato de un cooperante italiano]. Estábamos asustados. El local está muy expuesto y aquí viene gente muy importante: todos los cónsules de las embajadas extranjeras comen por aquí. El local debería haber tenido protocolos de seguridad como los de las embajadas, ésta es la realidad. Era un talón de aquiles: un local donde finalmente se reúne gente importante y que no cuenta con el nivel de protección necesario.

Y no lo notamos, no nos dimos cuenta, porque está muy adentro del barrio diplomático y tampoco es tan fácil moverse por ahí con armas. Puede pararte la policía, hay controles de seguridad. Sin embargo, con el ramadán, en medio de las vacaciones y estando todo medio tranquilo pudieron pasar sin más problemas. El barrio está semicerrado: puedes encontrar ciertas salidas clave viendo la gente que entra y sale. Superaron el primer control por donde la gente entra y sale y, una vez dentro, no se les paró de nuevo.

¿Crees que la apariencia de los atacantes contribuyó a que pasaran desapercibidos?
Evidentemente, un chico que viste bien y que va como un bengalí de clase alta puede andar con un bolso lleno de armas por el barrio y no necesariamente le van a detener.

Dices que entre tus comensales había embajadores. ¿Eso convertía tu restaurante en un objetivo terrorista?
Sí, y esto es algo que puede hacerlo más interesante [el restaurante como objetivo terrorista], pero también venían muchísimos empresarios, textiles, constructores… España tiene muchísimos intereses aquí: textiles, energéticos y de construcción. Hay como tres empresas constructoras y del sector de la energía, y esa gente viene a comer. Porcelanosa, Isolux y otra más. Los empresarios y los trabajadores calificados vienen aquí.

De las textiles, vienen de ZARA, de marcas de ropa españolas que están instaladas en la zona desde hace años. El golpe es un golpe económico al país, pues muchas empresas estarán pensando en irse. ZARA lo puede localizar todo en Tailandia o en otro país de la zona, no necesita estar en Bangladesh.

De hecho, las autoridades afirman que buena parte de los comensales extranjeros asesinados estaban vinculados a los intereses textiles italianos.
Conocía a una señora muy simpática que nos traía cositas cuando venía de fuera. Estuvo 22 años en Bangladesh sin mayores problemas. Y bueno, nada, la mataron, los mataron a todos…

Debe de haber sido una experiencia durísima…Dijiste que no pensabas volver, ¿verdad?
No, no. Yo ahora estoy en España, pero me estoy yendo a Argentina. Aunque volveré [a España]. Ya tengo ofertas para empezar a trabajar en diciembre en Barcelona, y posiblemente lo adelantemos.

Bangladesh fue una aventura, para juntar dinero, pues me fui con gastos pagados y muy buen sueldo. Pero me ha costado más caro de lo que esperaba. Aventuras de ese tipo ya no las repetiré.

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