​Hablamos con William Coupon sobre sus muñecas, fotos punk y Cartagena

El fotógrafo gringo William Coupon llegó a Bogotá hace dos días para inaugurar su primera exhibición fotográfica en el país. Nacido en la Nueva York de 1952, Coupon tiene una firma personal y un legado fotográfico que se traduce en un telón de fondo y una sola fuente de luz brillándole en la cara a algunas de las personalidades más representativas del siglo XX. Su obra es bien trasversal a la cultura pop gringa: de estrellas de rock y blues con fama mundial a todos los presidentes de Estados Unidos elegidos desde Richard Nixon. Hablamos con él sobre la situación del artista actual, del dramático cambio de Nueva York y sobre Studio 54, la emblemática discoteca cocainómana de los 70.

¿Por qué llegaste a Bogotá?

Videos by VICE

Estuve aquí el año pasado. Quería hacer una exposición, pero nunca salió nada concreto. A pesar de eso, conocí a Juan Pablo Valencia de la revista Exclama, que estaba muy interesado en hacer algo. La primera idea para este show era una gran exposición de mis fotos sobre los punks de Nueva York en el Mudd Club. Yo quería hacer un show gigantesco con fotos de gran formato de todos estos chichos. Con el tiempo, me dijeron que incluyera las fotos de Studio 54 y después también me pidieron incluir fotos de celebridades. Ahí vamos…

Hablemos de tus orígenes. Sé que empezaste queriendo ser músico. ¿Cómo terminaste en la fotografía?

Pensé que sería mejor escuchar con mis ojos. Incluso antes de empezar con la fotografía sabía que podía hacerlo muy bien. Mientras las artes visuales siempre las tuve por dentro, la música era más bien una fantasía. Además empecé tomando fotos en Nueva York durante el pico más alto: en el 79, cuando la ciudad era un infierno y estaba en bancarrota, cosa que significaba que todo era más barato para el artista joven que se cree inmortal, que empieza a construir su vida.

Arranqué con publicidad pero me decepcionó muy rápido. Yo no quería vender tenis o champú. Hay que tener talento para hacer eso, claro, pero definitivamente no era lo mío. Irónicamente, después de unos años de hacer retratos y trabajos para revistas, volví a hacer fotografía publicitaria. El punto cero, sin embargo, fueron las fotos a punk de mi barrio.

Todas las fotos por William Coupon.

¿Por qué a los punks? ¿Tú eras punk?

Sí… no. En realidad no lo era, pero esas eran las personas con las que yo andaba. Hay algunos de ellos que se volvieron muy respetables con los años, como Blondie y Glenn O’Brien. Yo siempre fui medio marginado y me juntaba siempre con punks. Todo el día.

¿Te hubiera gustado fotografiar a leyendas del punk, como Joe Strummer o Sid Vicious?

Realmente no. No era la música punk la que me interesaba. Igual sí logré fotografiar a mucha gente famosa en el transcurso. De hecho, hace poco me enteré de que les tomé fotos a la banda Misfits cuando nadie sabía quiénes eran, y fue hace poco que alguien encontró el negativo y me informó que se habían vuelto una banda muy importante. Saqué varios retratos de Genn Danzig, el frontman, sin tener idea de quién terminó siendo. Además el Mudd Club me quedaba muy cerquita a mi casa: llevaba mi equipo y me la pasaba allá.

¿Cómo fue tu subida hacia el estrellato?

Tenía, por pura casualidad, muchos amigos que eran directores de arte en grandes revistas. Entonces estaba caminando por la Quinta Avenida y me encontré con Robert, el director de arte de Esquire quien me pidió que le tomara fotos a Joe Biden. Yo le dije que sí, que por qué no: fue muy fácil. Nunca tuve un agente. Nunca sufrí por conseguir trabajo. Todo me salía como de la nada y utilizaba esa plata de mis trabajos editoriales para empezar mis trabajos etnográficos, que es lo que me apasiona. Los punks fueron la primera serie de etnografía que hice, y después me fui a Haití, Australia, Holanda y continué haciendo esos trabajos durante años. Tengo 20 portadas en Time. He fotografiado a todos los presidentes que se han montado en la Casa Blanca desde Richard Nixon. Fue una subida muy rápida y me pude mantener arriba durante un buen rato. Todo fue increíble hasta que la industria colapsó.

Ronald Regan por William Coupon.

¿Qué pasó?

Que las revistas se están acabando: muchas de ellas hoy en día no les pagan a sus fotógrafos, cosa que es buena para quien empieza, por la hoja de vida, pero no para mí. Afortunadamente tengo suficientes cosas que me motivan: a las galerías, a hacer shows, a vender mis fotos. Me estoy haciendo preguntas como las siguientes: ¿sigo? ¿Cómo hacerlo costeándome la vida en Nueva York? ¿Cómo pago mi proceso creativo? Es una profesión muy cara y no quiero botar mis cosas.

¿Qué cosas?

Tengo muchas. Tengo fotos impresas, equipos, computadores. Me gusta mucho la idea de no dejarme atar por mis pertenencias físicas, pero se me hace muy difícil botar cosas. Por ejemplo, empecé a comprar muñecas para sacarles fotos. Tengo muñecas de todas partes del mundo que se han ido acumulando y no las quiero botar. Pero hay cajas enteras llenas de muñecas. Y hay unas que tienen real valor, que pueden ser muy valiosas. Pero no las quiero vender. No me quiero desapegar de ellas.

De la serie “Dolls”.

Devolvámonos en la línea temporal: ¿cómo llegaste a Studio 54?

Nada, me hice amigo del bouncer. En verdad no estuve tanto tiempo. Fue un verano en el año 78. Fueron ocho noches durante tres semanas. Fue increíble. Y confieso que me gustaba la música disco aunque no fuera parte de mi escenario social. Igual tomé muchas fotos. Hundía el obturador al ritmo de la música. Y hay tantas fotos que nunca se utilizaron, que nunca se apreciaron lo suficiente. Hoy podría sacar un libro entero de Studio 54 y la gente se sorprendería de lo que tengo.

De rumba en Studio 54.

¿Y sí era tan loco como dicen?

Era muy divertido. Entre la música, la ropa que la gente tenía puesta, y la histeria, era increíble. Además era una epoca pre-SIDA, entonces la gente estaba enloquecida. Era un ambiente muy gay también. Entraba Andy Warhol rodeado de jovencitos. Una locura.

Andy Warhol en Studio 54.

¿Qué tanto le debes a Nueva York por tu éxito?

Fue un gran impulso porque ha sido y sigue siendo una meca para los medios. Me ayudó porque todo el mundo estaba allí: no tenía que ir muy lejos para buscar trabajo. Ya no es lo mismo, sin embargo. Nueva York hoy en día gira entorno a la plata y me cansé. Ya se fue la magia. Hay chispitas aquí y allá, pero no todo el espectáculo entero. La escena musical ahora es una mierda. No hay autenticidad. En los días de los punk la música al menos era refrescante y visceral. Hoy en día eso no existe. Nunca pensé llegar a este punto de mi vida donde tuviera que estar haciendo shows y vendiendo mis fotos para poder sobrevivir. Nunca pensé que me tendría que ir de Nueva York a la fuerza por incapacidad de pagar el alquiler de mi loft. Me imagino empacando mis muñecas y buscando para dónde irme.

¿Y sigues haciendo fotografías étnicas?

Muchas menos, aunque me he dado cuenta de que primero va la idea de las fotos y luego va la técnica. Por eso, he empezado a hacer mucha fotografía callejera y espontánea. Siempre estoy tomando fotos. Irónicamente, en este viaje estoy tratando de no tomar fotos. Estoy descansando el ojo. Además estoy solo: es una profesión muy solitaria.

De la serie “Social Studies”.

¿Pero tienes amigos en la industria?

Sí. Pero los fotógrafos son raros (incluyéndome). Demasiado competitivos, obsesivos. No es tan chévere cuando sientes que alguien te está haciendo zancadilla, o que te tiran un tomate mientras caminas por la calle. Eso de hecho me pasó una vez. En Rolling Stoneconocí a Annie Leibovitz. Fue muy desagradable conmigo. Me trató muy mal. También fui novio de la galerista principal de Irving Penn y de David LaChapelle. Ella se suicidó. No por mi culpa, fue después de mí.

¿Tienes algún lugar que nunca te aburre y siempre te inspira a tomar fotos?

Cartagena es uno, pero ya se me está pasando el efecto. Los graffitis en los muros de colores me obsesionaban, de hecho le vendí unas fotos de Cartagena a la revista LIFE, pero después de la tercera vez que tomas la misma foto ya te satura.

Hace poco me llamaron para hacerle un retrato a Botero, pero les contesté con mi cotización y les pareció muy alto. Era para una portada de libro. Yo sé quién es, sé cuánta plata tiene, entonces por eso coticé alto. Les dije que estaba dispuesto a negociar, aunque ellos no quisieron. A lo mejor iban a proponer una cifra demasiado baja.

Foto vía LIFE

Siendo músico, ¿hubo algún personaje que te haya causado ansiedad o unos nervios particulares?

Sé que ha habido momentos en los que me he sentido nervioso. Generalmente no, y te contaré porqué: porque tú tienes el control. Yo sé lo que estoy haciendo, ellos no saben. Entonces no me dejo poner nervioso por ellos. Pero fotografiar a Mick Jagger sí me emocionó muchísimo. Tengo mucha ansiedad de tomarle una foto a Obama. No ha querido.

Mick Jagger por William Coupon.

¿Hay alguna anécdota que te guste contar sobre alguno de tus personajes?

Cuando estaba fotografiando a George Bush le pedí que recostara su cara sobre su mano y me pregunta “¿no te parece que así me voy a ver muy afeminado?”. Le digo que “obvio no”. Él siempre se cuestionaba a sí mismo mucho.

George W. Bush por William Coupon.

¿Hay alguien que te haya sorprendido en una sesión de fotos? ¿Que haya cambiado la perspectiva que tenías sobre él?

Cuando trabajas con gente tan famosa siempre están acostumbrado a los fotógrafos. Y además sienten que si son amables contigo van a lograr una mejor fotografía, a menos de que sea gente demasiado famosa y ya le sabe a mierda y quieren salir de eso lo más pronto posible, como George Harrison. Fue muy odioso. Yo lo entiendo. Había hecho muchas cosas, era un exbeatle, ya estaba harto de todo.

La última pregunta. ¿Intuición o técnica a la hora de tomar fotos?

Intuición. Sin duda. Es el sentido. La técnica involucra demasiado a la cabeza.

Andy Warhol por William Coupon.

William Coupon estará exhibiendo su trabajo sobre los punks, Studio 54 y sus más famosos retratos de famosos en Bogotá del 6 al 22 de agosto en la Galería SRG: Carrera 15 # 93-60.