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“Hola chicas, hoy he ido a una entrevista de trabajo y he salido muy decepcionada. Después de dar la vuelta a Madrid, me encuentro con una oficina, que más que oficina es un cuchitril, en la que me ofrecen un hotel donde me dan de alta 16 horas a la semana por 300 euros al mes. Pensé que era para media jornada. Pues no, era para jornada completa. El resto del día se pagaba a dos euros la habitación”
Este es el tipo de mensaje que se repite en el grupo de Facebook de Las Kellys — acrónimo de “las que limpian” —, que una camarera de pisos creó en 2014 y que ahora ya es una referencia en la denuncia de la explotación laboral que sufre este colectivo laboral en España, formado mayoritariamente por mujeres. Este espacio de encuentro les sirve como medio de desahogo, pero también como punto de partida para organizarse y reclamar sus derechos.
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Ángeles tiene 36 años y vive en Barcelona. Lleva trabajando como camarera de piso casi dos décadas, pero hace una que decidió que no podía trabajar de forma continuada. Lo hizo para sobrevivir. “En el último hotel en el que estuve con contrato fijo, me quedé en 41 kilos”, explica a VICE News. “Nunca comíamos. Una compañera perdió 21 kilos en un año”. Pero lejos de mejorar, las condiciones del sector han empeorado.
Ángeles se levanta a las 7 de la mañana y se dirige a trabajar al hotel de turno que la ha contratado eventualmente. “Antes de que entre en el hotel por la puerta de servicio ya he informado a tres o cuatro turistas de dónde están las Ramblas o el Parque Güell”, explica.
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“La primera tarea es la de repartir y llenar los carros con las sábanas y las toallas”, prosigue Ángeles. Esta tarea, que se suele realizar en lugares tan poco apropiados como el parking del hotel, según varias trabajadoras consultadas, es un tiempo muchas veces no remunerado. “A partir de ahí te asignan las habitaciones que limpiar en el día, contando con unos veinte minutos reales para acabar cada una de ellas”.
“Al acabar el día yo he hecho 19 habitaciones y 50 camas”, explica a VICE News Raquel, otra camarera de pisos de 39 años que se dedica hace 14 años esta ocupación. “Cuando empecé, las condiciones eran correctas. Pero con la crisis empezaron a aumentarnos el número de habitaciones: de dos habitaciones por hora, a cuatro, teniendo algunas hasta 6 personas alojadas”.
“Como Barcelona es una ciudad fashion las habitaciones son fashion y tienen cada vez más decoración”, prosigue Ángeles de forma irónica. “El diseño de las habitaciones ya no acompaña. Cada vez hay más cristalería, más almohadas, más detalles de bienvenida, amenities, papiroflexia en el papel del baño, y un largo etcétera que incrementa el tiempo de trabajo en cada habitación”. Amén de hacerlo bajo el protocolo más estricto.
‘Si no haces horas extras, te castigan y no vuelves. Regalamos trabajo por salir a buscar a tiempo a nuestros hijos, regalamos el comer’.
Las camareras de piso ceden habitualmente los 25 minutos de que disponen para comer — sólo en jornada completa de 8 horas — para tener tiempo de limpiar las habitaciones asignadas. También, debido a esa carga de trabajo, tienen todas las papeletas para trabajar horas extra al día sin remunerar, llegando antes para poder salir a tiempo, o llegando a su hora y saliendo después.
Basta ingresar en cualquier portal de empleo para comprobar la gran cantidad de anuncios con ofertas de trabajo temporales del sector publicadas a diario. “Alta motivación por el trabajo”, “Grado superior de hostelería” o “Máxima atención a las peticiones de los clientes” son exigencias cada vez más frecuentes.
Son diversas las herramientas que la industria hotelera emplea para favorecer la pérdida de derechos del sector. Ernest Cañada, autor del libro Las que limpian los hoteles (Icaria Editorial, 2015) detalla a VICE News que “las últimas reformas laborales han hecho que los contratos colectivos sectoriales pierdan superioridad frente a los convenios de empresa”.
En ellos se favorece el proceso de externalización — u outsourcing, la contratación constante de personal a empresas ajenas para disminuir costes — con el objetivo de que “las trabajadoras pasen de un convenio de hostelería a uno de empresa o del sector de la limpieza, con menor categoría salarial y retribución salarial”.
Según la International Congress & Convention Association (ICCA), Barcelona es la tercera ciudad del mundo con mayor número de congresos. El número de congresos convocados en Barcelona se ha multiplicado por cinco en los últimos quince años.
El Mobile World Congress, que se celebra estos días, genera una ocupación hotelera del 84 por ciento, con las habitaciones al doble o triple del precio habitual. La Generalitat de Cataluña estima que el impacto económico de este certamen de referencia mundial sobre telefonía móvil será de 500 millones de euros y creará 13.000 puestos de trabajo, pero no detalla las condiciones de los mismos.
“La precarización del empleo en el sector de la hostelería ha hecho que los salarios se reduzcan en torno a un 30 y 40 por ciento”, argumenta Gonzalo Fuentes, sindicalista de Comisiones Obreras, a VICE News. Detalla también el aumento de la parcialidad y la temporalidad de dichos contratos y sospecha que “en muchas ocasiones los contratos parciales son jornadas completas ocultas, lo que supone un fraude”.
“La eventualidad de los contratos se agudiza en la sociedad joven. Para los trabajadores de 16 a 19 años de edad están siendo eventuales entre el 80 por ciento y el 90 por ciento de los contratos y para los de 20 a 24 años, el 60 por ciento”, prosigue. “Debemos denunciar también el abuso de los contratos formativos en fraude de ley, tanto el de prácticas como el de becarios”.
“Según los convenios de hostelería, que varían según las zonas, el trabajo de camarera de piso tiene una retribución entorno a los 1.100 euros mensuales por jornada de 8 horas diarias”, detalla Cañada. “Pero cuando son externalizadas, los salarios llegan a bajar a 655 euros, el Salario Mínimo Interprofesional”.
“Que una empresa temporal te pague 10 o 12 euros la hora brutos es ahora mismo un milagro de dios”, corrobora Ángeles. “Ellos quieren que aprendamos a vivir con 400 euros”. “En empresa temporal, yo he pasado de cobrar de 10 euros por hora a cobrar menos de 5 euros brutos”, comparte Raquel. “Aún así estoy agradecida por trabajar, si es que a esto se le puede llamar trabajo”.
“‘¿Te puedes quedar?’, te dicen muchos cuando se acaba tu jornada”, detallan ambas. Esas horas extras, que no se cotizan, ya no se pagan por hora, sino por habitación: 1,50 euros por una habitación simple, 2,50 euros por una habitación doble y 3,50 euros por una suite.
‘Que una empresa temporal te pague 10 o 12 euros la hora brutos es ahora mismo un milagro de dios. Quieren que aprendamos a vivir con 400 euros’.
En el caso de las mujeres inmigrantes, los contratos eventuales — y ese posible fraude de ley que indica Fuentes — se multiplica por dos. Desde VICE News no hemos podido conseguir el testimonio de ninguna trabajadora inmigrante. “Muchas vuelven a sus países los meses de enero y febrero, que es cuando no nos llaman”, justifica Ángeles, que afirma tiene muy buena relación con sus compañeras inmigrantes, “pero para el Mobile World Congress ya las están haciendo volver”.
El trabajo de camarera de piso es un trabajo de condiciones duras. Requiere cargar peso, doblarse y agacharse muchas veces al día, estar en contacto con productos tóxicos y trabajar a sometidas a presión constante, lo que conlleva mayores riesgos laborales como caídas o torceduras.
“Es extraño que las camareras lleguen a jubilarse a la edad que les corresponde”, señala Cañada, que opina que muchas no pueden continuar trabajando pasados los 50 años debido a su estado de salud. “Es habitual el dolor constante por la repetición de movimientos, problemas en los hombros, dorsales, lumbares, rodillas y manos, hernias, etc.”
Preguntamos a Ángeles qué lleva en la bolsa antes de dirigirse a su jornada de trabajo. “Llevo galletas o una barrita energética con la que pueda engañar al estómago”, nos responde. “Mi litro y medio de agua, porque ni el agua nos dan y nuestro uniforme, que prefiero lavarme en casa porque en el hotel nos lo lavan con los trapos sucios. Muchas compañeras llevan también los medicamentos que se tienen que tomar para aguantar la jornada laboral”.
Calmantes y antidepresivos: esa es la medicación que muchas camareras de hotel llevan en su bolsa de trabajo. “Además de todos los problemas físicos, la organización de este trabajo acaba provocando situaciones de estrés y ansiedad que tiene que ser combatido a base de pastillas, y que al final acaba dando lugar fácilmente a situaciones de depresión”, concluye Ernest Cañada.
“Da gracias por tener trabajo” es la frase que más le repiten a Ángeles cuando se queja de sus condiciones laborales. “Si no haces horas extras, te castigan y no vuelves. Regalamos trabajo por salir a buscar a tiempo a nuestros hijos, regalamos el comer”. “Juegan con el miedo y te machacan psicológicamente”, comparte Raquel. “Un director que yo tuve colgaba en nuestro tablón artículos de periódicos que informaban de despidos masivos de camareras de piso en otros hoteles”.
The Dialy Telegraph designó en 2003 a Barcelona como el mejor destino turístico urbano del mundo. La industria hotelera en Barcelona tiene más de 73.000 habitaciones disponibles. Según Exceltur, el ingreso medio por habitación disponible aumentó un 13,2 por ciento durante el año pasado, siendo la tarifa media de 117,6 euros por noche.
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