Hay otras tantas razones para odiar las olimpiadas


Un desfile extremadamente hetero para celebrar la siguientes Olimpiadas Sochi. Imagen vía Flickr.

A sólo seis meses para que inicien las Olimpiadas de Invierno Sochi, usuarios de internet, especialistas en medios y activistas LGBTQ se han enfrentado en un cerrado debate sobre si las naciones occidentales deben o no boicotear los juegos en protesta a la nueva legislación antigay rusa. Mientras están en desacuerdo sobre cómo mandar un mensaje a los legisladores rusos—que si un boicot completo, actos individuales de protesta en los juegos, o cambiando el evento de país— ambos lados del debate han condenado la criminalización de la homosexualidad en Rusia como un atroz ataque a los derechos humanos. Pero esta conversación no ha considerado las maneras en que los Juegos Olímpicos violan los derechos humanos en cualquier lugar que se lleven a cabo.

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Muchas de las voces más importantes en el debate han discutido que la legislación antigay rusa es antiética al espíritu unificador e igualitario de la competición olímpica. Por ejemplo, Kristopher Wells escribió en el Edmonton Journal que: “El moderno movimiento olímpico fue fundado en los principios de igualdad, equidad y respeto para todos. Las Olimpiadas son el momento en el que el mundo se detiene y todas las naciones se unen como una, sin importar el género, raza, cultura, clase, herencia, edad ni orientación sexual”. De la misma manera, Barack Obama dijo a Jay Leno: “Si Rusia quiere mantener el espíritu Olímpico, entonces todo juicio debe hacerse en la pista, o en la alberca o en la barra de equilibrio. Y la orientación sexual de las personas no debe tener nada que ver con eso”.

Aunque es bueno imaginar las Olimpiadas como el estandarte de la paz y la equidad en un mundo plagado de discriminación, la historia de los Juegos tiene hechos comprobados de ser problemáticos y banales. Así que realmente, el igualitarismo olímpico es un mito tonto y estúpido. Aquí está por qué.


Una turba de protestantes anti Olimpiadas en Vancouver. Foto vía Flickr.

Desalojos y desplazamientos

Un estudio financiado por la ONU hecho por el Centro de Derechos de Alojamiento y Desalojos (COHRE) encontró que de los Juegos de Seúl de 1988 a las Olimpiadas de Beijing de 2008, más de dos millones de personas han sido desplazadas para dar paso a celebraciones olímpicas. Estos desplazamientos afectan desproporcionadamente a los pobres y a las minorías étnicas, echando a las personas de sus hogares y dejando atrás propiedades altamente costosas que la mayoría de los antiguos propietarios no puede pagar.

Seis meses antes de las Olimpiadas de Seúl, 48 mil edificios residenciales fueron demolidos, desplazando a 720 mil personas, mientras que más de 1.25 millones de personas fueron desplazadas en la preparación de las Olimpiadas de Beijing. En preparación de los Juegos de Atlanta de 1996, fueron expedidas nueve mil órdenes de arresto contra los indigentes mientras que dos mil albergues fueron destruidos.

Los años que presidieron las Olimpiadas de Barcelona vieron la disponibilidad de albergues decrecer en un 75 por ciento, y la mayoría de suburbios de Roma fueron desalojados. Actualmente, mucho antes de los juegos de Brasil de 2016, residentes de las favelas de Río de Janeiro están siendo apuntados para ser desalojados contra su voluntad. El consentimiento es rara vez parte de este proceso —mientras que en 2012 a residentes de Londres les dijeron que se aguantaran cuando protestaron al tener sistemas de misiles de defensa puestos en sus techoslas Olimpiadas de 2010 fueron llevadas a cabo en terreno indígena no cedido y sin el consentimiento de 80 de las bandas regionales indígenas.

Las Olimpiadas dan a la policía nuevos poderes.

El acta constitutiva oficial de las Olimpiadas deja poco espacio para disidencia o protesta, estableciendo que “Ninguna clase de demostración o propaganda política, religiosa o racial es permitida en las áreas Olímpicas”.  Por medio de una nueva ley pasada a tiempo para las Olimpiadas de 2012, a 13,500 tropas británicas, junto con mas de diez mil elementos de seguridad se les dio el poder de entrar a las casas de la gente por la fuerza y destruir o incautar cualquier material no permitido por las Olimpiadas.

Una ley similar en Vancouver señaló cualquier material que no celebrara las Olimpiadas ilegal y asimismo daba a la policía el derecho de incautar esos materiales de los hogares de las personas. Un grito público hizo que esto se enmendara en Vancouver, pero los oficiales de British Columbia —siguiendo el modelo establecido por las ciudades anfitrionas como Seúl, Atlanta, Sydney, y Atenaspasaron una ley que permitía a la policía transferir por la fuerza a indigentes a albergues en caso de un clima extremo (como invierno), o encarcelarlos temporalmente si los albergues estaban llenos.

Limpiar las ciudades para la llegada de turistas globales también significa operaciones policiacas intimidatorias y con ánimo de limpiar las calles de “indeseables”. Sumado a las medidas severas a los indigentes y a la gente de Roma antes de los juegos Olímpicos de 2012, la policía de Londres condujo una serie de redadas para intimidar a trabajadoras sexuales antes de los juegos. Incluso la comunidad LGBT ha sido blanco de estas redadas proactivas, en el año anterior a los juegos de Montreal en 1976, la ciudad vio un aumento en las redadas en casas de baños y puntos de reunión queer.


Foto vía Flickr.

Compañías con registros horribles en materia de derechos humanos son seleccionadas como patrocinadores olímpicos

Sin una pizca de ironía, las Olimpiadas de Londres 2012 tenían a BP Oil como su principal “socio sustentable”, una compañía con un registro cuestionable de derechos humanos que es mejor conocida por su derrame masivo de petróleo en el Golfo de México que continúa amenazando la industria pesquera de la región. El “socio sustentable del próximo año es DOW Chemical, una compañía que por más de una década se ha negado a hacerse responsable de su fuga de gas, que mató a 25 mil personas.

Ganancia y deuda

Mientras el Comité Olímpico Internacional (COI) genera ganancias masivas (383 millones de dólares en 2008) de tratos publicitarios y la venta de derechos televisivos, deja a los residentes de las ciudades en las que se llevan a cabo a pagar enormes deudas. El trato de ciudad huésped del COI estipula que las Olimpiadas como una organización no lucrativa, que no paga impuestos a las naciones huésped durante el dinero hecho durante las Olimpiadas. Con el COI siendo su propio auditor, los salarios de los ejecutivos de COI no se reportan y nadie está seguro de a dónde se van las ganancias Olímpicas.

En el pasado, un miembros del comité han estado implicados en escándalos de soborno, aceptado “regalos” a cambio de su voto sobre dónde deben ser llevadas a cabo las Olimpiadas. Mientras tanto, con ceremonias olímpicas sobrepasando el presupuesto planeado frecuentemente por mucho, las ciudades huésped se quedan pagando la deuda de los Juegos por años. A Montreal le tomó 30 años pagar la deuda de dos mil millones de dólares que adquirió al ser huésped de las Olimpiadas, mientras que Vancouver se fue barato con una deuda de solo mil millones. Mientras tanto, los gastos olímpicos en Grecia se elevaron a los nueve mil millones de euros a su déficit nacional, jodiéndose al país, como podemos ver ahora.

Y es solo una probada de lo que las Olimpiadas tienen que ofrecer. Así que mientras todos en este debate esta en el punto de discutir si los derechos humanos están bajo amenaza en los próximos Juegos Sochi 2014, hay de hecho muchas razones por la que esta celebración global de atletismo causa muchas problemáticas sociales seriamente alarmantes.