Otra vez en Tomorrowland, el festival de música electrónica más grande y conocido del planeta, nos regala un desopilante detalle con el DJ sueco Salvatore Ganacci haciendo un “clowning” que pasa de largo lo cómico y llega a lo incomprensible durante su presentación en el escenario principal del evento.
Esta cuestión ha dejado en shock a gran parte de la Internet. Dividió reacciones entre quienes “pertenecen” a la industria del EDM y los puristas que no ven un ápice de profesionalismo en unos movimientos corporales estrambóticos con un booth a medio abandonar. No hubo un DJ que realizara un beatmatching y procurara una sesión medianamente leal con el publico. El festival belga, una vez más, queda en entredicho y nos regala piezas virales, que se suman a un puñado de momentos memorables como la experiencia existencial de David Guetta en 2014, la oda al Titanic por Steve Aoki en 2015, o “La Gasolina” de Dimitri Vegas & Like Mike en 2016.
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Ganacci, apadrinado por Sebastian Ingrosso y con producciones en sellos como Magik Muzik (Tiësto), Dim Mak Records (Aoki) y Refune Records (Ingrosso), además de colaboraciones con Jillonaire de Major Lazer, ha dejado la vara muy alta en cuanto al contenido viral, el verdadero combustible de la redes sociales.
Riamos para no llorar, podría ser la frase de cajón necesaria en este caso.
¿Pero es necesario esta clase de escarnio mundial? Vale la pena reconocer que el mismo EDM desde que fue separándose del clubbing, se ha convertido en todo un fenómeno de festivales que ha dado mucho de qué hablar por su estética poco ceñida a lo técnico de una sesión de mezcla regular. Los drops, la inmensa cantidad de mash-ups con esos añadidos de “lugares comunes” de la música pop anglo, sumado a los hits del verano actual, se han convertido en los ingredientes predilectos de esta particular gastronomía a la EDM. Tampoco hay que olvidar los perifoneos constantes, porque también es indispensable un micrófono junto a las unidades y el mixer, para después pararse sobre el booth y ondear banderas de toda clase.
Pero, desde mi punto de vista, el EDM ha adquirido dinámicas propias y fans propios, ha sido el puente entre la música popular y la música electrónica, y quienes soslayamos esta clase de “actos” quizás estemos un poco fuera de lugar. El EDM no pertenece al rígido segmento tradicional de la música electrónica donde siempre hubo un DJ encargado de la música y un público atento a bailarla –por mas dispar que fueran los géneros y estilos, siempre ha existido esa regla–. El Mainstage y algunos otros de los dieciséis escenarios del festival belga no son los indicados para nosotros.
Ahora, hablemos de los escenarios que sí pueden involucrarnos como parte activa de dicho festival, escenarios que se enfocan en el techno, house, drum & bass, progressive house, tech house, etc. Tomorrowland es la democratización de la música electrónica, que se vende con una producción titánica, un lenguaje de fantasía y con los nombres más pesados de ese masivo circuito comercial, sin embargo, existen ciertos espacios mencionados para congregar a ese público que es más clásico, de gustos más definidos y que no quiere ir a extender una bandera y esperar ser capturado por los famosos aftermovies en YouTube. Incluso siguen manteniendo conceptos vigentes de antaño como el Trance Energy y el Thunderdome, vitales para todos aquellos que fueron jóvenes a finales de los noventa y principios del 2000, y que por varias generaciones se ha conservado como un baile insignia para los fieles amantes de la música electrónica.
El punto es que no hay porqué alarmarnos por actuaciones que quizás no entendamos o lleguen al punto de irrespetar nuestro criterio, creyendo que no representan los valores con los que nos adentramos a los muchos matices de la electrónica. Pero, al igual como asumimos que muchas veces un DJ o acto en vivo no está ni cerca a lo que era antes, también hay que comprender que la música electrónica, años atrás, no era el brazo predilecto de la industria de la música anglo como lo es hoy en día. Ahora hay intereses económicos en busca de generar mucha más fortuna, tal como pasa con Tomorrowland, Ibiza o con la carrera de Paul Oakenfold. Lo valioso es no perder de vista esos espacios que nos representan y no cegarnos con una actitud “hater”. Por ese mismo escenario de Tomorrowland han pasado Jeff Mills, Surgeon, Speedy J y, tan solo hace una semana, Joris Voorn, Charlotte de Witte y Paul Kalkbrenner.
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