Música

El hombre que descubrió a Prince nos explica cómo fue haberlo descubierto

‘Famous People Who’ve Met Me’ es la autobiografía de Owen Husney, el hombre que descubrió a Prince . El libro es una colección de historias extrañas (y reales) de Husney, quien ha trabajado en la industria de la música durante las últimas cuatro décadas como manager, agente, promotor de conciertos y músico. El libro contiene historias sobre varios artistas, desde Jimi Hendrix hasta Elvis y Prince. Está disponible desde el 7 de abril a través de ROTHCO Press, y a continuación te presentamos un fragmento sobre la primera vez que Owen escuchó a Prince. No te vamos a mentir, es bastante bueno. Ordena el libro en Amazon o Barnes & Noble.

Septiembre 1976:

Chris Moon presionó el botón de play y le subió al volumen mientras yo lidiaba con una montaña de papeles en mi escritorio. Ya había estado en una situación así antes. Por lo general se trataba del propio artista, una banda o los padres de algún niño. Todos esperaban el gran momento en que pudieran venir a verme, ver al chico de la música. Poniendo pausa a media canción, mi respuesta siempre era la misma: “Aquí hay una promesa real, pero aún no está lista. Vuelve en unos tres o cuatro años”. Pero a medida que el casete de Chris avanzaba, me sentía obligado a escuchar más. Fue esa sensación de cuando pruebas algo tan genial que inmediatamente le das dos mordidas más antes de haber tragado el primer bocado. O de la primera vez que pruebas cocaína y funciona.

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“Fue esa sensación de cuando pruebas algo tan genial que inmediatamente le das dos mordidas más antes de haber tragado el primer bocado. O de la primera vez que pruebas cocaína y funciona”. -Owen Husney

Como exmúsico, escucho la música de manera distinta a la mayoría, así que puedo distinguir matices sutiles que separan la grandeza de la ficción. Es difícil engañarme. Lo que me sorprendió de la canción fue que la introducción no solo era memorable sino también metódicamente original. Por supuesto, el demo no estaba listo, y posiblemente era demasiado extenso, pero alguien se había esforzado por crear un sonido instrumental y una calidad tonal nuevos. Quien quiera que fuera, obviamente estaba tomando prestados elementos sónicos del momento; Sly and the Family Stone, Santana, tal vez un poco de Hendrix, pero el resultado final fue que había creado algo completamente nuevo. Con una combinación de guitarra y teclados, funcionando en armonía, la música desafiaba cualquier comparación con otras interpretaciones de la época. El vocalista entró cantando la letra “Angora fur, the Aegean Sea”, con un falsete masculino tan entrañable y vulnerable que al mismo tiempo quise abrazarlo, protegerlo y contratarlo, aunque no tenía idea de quién se trataba. Pude darme cuenta de que el cantante era negro, pero la canción en sí cruzaba muchas barreras que la mayoría de los artistas de ese tiempo se negaban o era incapaces de cruzar. Definitivamente se trataba de una fusión de R&B, pop, rock y soul. Estaba en estado de shock y recuerdo haber pensado, “¡Maldita sea, espero que el cantante no tenga un aspecto desagradable!”.

“¿Cómo se llama la canción?”, pregunté, mientras ésta llegaba a la parte del coro. “Soft and Wet” [Suave y mojado], respondió Chris, como alguien que ha vivido tanto tiempo con ella que finalmente se volvió un apéndice para él. Perfecto, pensé. Quien haya creado esta pista sabía exactamente lo que hacía cuando le dio título. Sí, podía significar eso, o podía simplemente ser tu mente sucia llegando a ese punto. Se trataba de negación plausible, ¡qué genio de la música pop!

“Entonces, ¿qué banda es?”. “No es exactamente una banda”, respondió Chris. “Mierda, ¿te refieres a que es un grupo de músicos de estudio?”. “No, no exactamente”. “¿Entonces?”. Chris sonrió maliciosamente y me miró directo a los ojos. “Es un niño. Acaba de cumplir dieciocho años y toca todos los instrumentos y canta todas las partes vocales. Coescribimos la letra y la grabamos en Moonsound, mi estudio de grabación con ocho pistas”. Estando aún impresionado, la única pregunta que atiné hacer fue: “¿Tiene nombre?”. “Sí, Prince Nelson” [Príncipe Nelson]. “¿De verdad?”, dije, casi perdiendo la compostura. “¿Me estás diciendo que tienes al Stevie Wonder solista, que escribe música, canta todo, y que además es príncipe de algún país?, ¿cómo termina ese cuento de hadas?”. “No, es de North Minneapolis. Él y su amigo Andre viven en el sótano de la madre de Andre. Prince es su nombre”.

Me acomodé en mi sofá mientras Chris continuó: “Llegó a mi estudio el año pasado con una banda llamada Champagne. Desarrollamos una amistad durante el proceso. Después de más o menos una semana, absorbió toda la información que necesitaba para grabar él solo”.

“No, es de North Minneapolis. Él y su amigo Andre viven en el sótano de la madre de Andre. Prince es su nombre”.

Quería creer desesperadamente en este cuento de hadas. “¿Entonces, qué hiciste?”. “Le di las llaves de mi estudio. Le dije que podía ir después de salir de la escuela y hacer lo que quisiera. Nuestro trato era que a cambio trabajaríamos juntos en las canciones, haríamos un demo y le conseguiría un contrato de grabación”. “¿Y qué hay para ti?”, le dije. “Todo lo que quiero es el crédito como coescritor de las letras”. “¿Y qué puedo hacer por ti?”. En ese momento, mi recepcionista me llamó por el intercomunicador.: “Es el cliente de Chevrolet y necesita hablar con usted lo antes posible”. “Dile que estoy fuera de la oficina y toma el mensaje”, le dije, silenciando el altavoz. “Chris, ¿qué más hay en ese casete? Escuchémoslo todo”. Los dos nos sentamos en silencio mientras “My Love Is Forever” y “Aces” llenaban el lugar con un talento innegable. “¿Cuántos años dijiste que tiene?”.

La carta que Owen Husney envió justo después de firmar a Prince con Warner Brothers, con la esperanza de “establecer el tono” con el jefe de publicidad de la disquera de que no deberían referirse a él de ninguna otra manera que “Prince”, sin apellido, ni nada parecido. Esto con el objetivo de crear mística, porque se trataba de Prince.

Ya sabía lo que podía hacer por Chris y el vulnerable artista que cantaba en esa cinta. Pero primero tenía que conocer al tal Prince Nelson. “¿Dónde está en este momento?, ¿podemos llamarlo?”. Lo único que aprendí en este negocio es que si te gusta un proyecto debes moverte rápido, bueno, no, debes moverte a la velocidad del rayo. Si no lo haces, pierdes. “Justo ahora está en casa de su hermana Sharon en Nueva York”, dijo Chris. “Hemos estado tratando de obtener un contrato discográfico con el demo, pero no hemos tenido suerte. Simplemente no podemos creer que nadie quiera darnos un contrato. Es por eso que vine a verte”, dijo Chris, luciendo un poco estupefacto. “Necesitamos un hombre que sepa del negocio musical y de marketing. Te necesitamos”. Una vez que terminó su discurso, Chris también se acomodó en el sofá. “Entonces tenemos que llamarlo de inmediato. Toma, usa mi teléfono. Solo marca el 9, y márcale. No te preocupes por el gasto”.

“Prince, es Chris, estoy aquí con Owen Husney en su oficina”. Escuché una voz profunda murmurar algo al otro lado del teléfono. ¿Esa era la misma voz que acababa de escuchar cantando ese vulnerable falsete? ¡Wow! “Ya sabes, el chico del negocio de la música del que te hablé. Le gustan las canciones que grabamos y quiere saludarte”. La voz profunda murmuró algo y Chris me dio el teléfono.

“Hola, Prince”. Hubo una pausa larga y la voz profunda habló: “¿Sí?”. ¿Eso fue todo?, ¿solo “sí”? “Realmente me gusta lo que escuché”, dije. “Gracias”. ¿Eso es todo?, ¿gracias? No había nada malo en su respuesta. De hecho, fue bastante educado, por no decir precavido. “Bueno, me encantaría reunirme contigo cuando estés de vuelta en Minneapolis y escuchar un poco más de música. Lo que acabo de escuchar fue grandioso”. Hizo otra pausa larga y respondió: “Está bien”. “Perfecto, ¿y Prince?”. “¿Sí?”. “Eres joven y este es un negocio difícil. Te protegeré”. No sé por qué dije eso, me salió desde el fondo de mi ser. Chris volvió a tomar el teléfono: “Sí, sí, lo haré Prince. Está bien, adiós”.

Chris colgó el teléfono, se devolvió hacia mí y dijo: “Volverá la próxima semana y me pidió que te dijera que preferiría ir a tu casa que venir a tu oficina”. Después de que Chris se fue, me senté de nuevo en el sofá y escuché el demo al menos otras veinte veces. Fue entonces cuando decidí que si Prince Nelson firmaba un contrato de representación conmigo, tendría que dedicar todo mi tiempo a que una disquera firmara con él. Y luego me llegó esa idea de nuevo: “¡Maldita sea, espero que no tenga una apariencia desagradable!”.