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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.
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El doctor John Meara tenía un desafío ante él. Su paciente, el bebé de 4 meses Bentley Yoder necesitaba que se le volviera a insertar parte de su cerebro en el interior del cráneo.
Los huesos de sus cráneo no se habían formado completamente, y su cerebro empujó a la frágil formación ósea hasta formar una masa del tamaño de una berenjena en su cabeza. Meara, que trabaja para el hospital de niños de Boston, tenía varias ideas sobre cómo llevar a cabo la operación, claro que una vez en el quirófano solo podía probar una.
Si al menos existiera alguna manera de practicar la cirugía con anticipación, podría comprobar si iba por el buen camino.
Y, tal y como ha sucedido, consiguió hacer exactamente eso. Simular la operación gracias a un programa de impresión en 3D que el hospital de niños de Boston implantó en 2014.
El hospital tiene en plantilla a ingenieros que operan las aparatosas impresoras en 3D, que son capaces de valerse de resonancias magnéticas y de tomografías computarizadas (TAC cerebral) para reconstruir el rostro de un paciente, una extremidad o hasta alguna parte de su organismo.
En el caso de Bentley, el hospital diseñó un modelo de su cerebro y de su cráneo y Meara tuvo la oportunidad de simular su cirugía en el molde esponjoso resultante de la impresión. Entonces tuvo ocasión de para probar distintos métodos de abrir el cráneo y ahorrarse ninguna sorpresa indeseable cuando el bisturí ya hubiese abierto la cabeza. Uno de los posibles problemas era que los vasos sanguíneos fuesen anormales.
“A mí imprimir el molde me otorga una increíble oportunidad para observar la anatomía del cráneo desde varios ángulos distintos. De hecho, llegué a depositarlo en la palma de mi mano y pude rotarlo”, explica Meara. “En este tipo de casos tan poco habituales supone una ayuda decisiva, puesto que cada situación así exige que se diseñe un plan específico para cada paciente”.
El departamento de simulación del hospital de niños de Boston lleva tiempo empleando la tecnología punta para ofrecer a los doctores y a los cirujanos una mano cuando lidian con casos complicados, explica el doctor Sanjay Prahbu, codirector del servicio de impresión en 3D del hospital.
El hospital es uno de los pocos que ha instalado el sistema de impresión en 3D para ayudar a los cirujanos, a los estudiantes de medicina y a los doctores. El hospital de niños de Cincinnati y el hospital presbiteriano neoyorquino, Morgan Stanley, también han empleado órganos impresos en 3D, tales como corazones elaborados a partir de escáneres y resonancias, para simular complejas operaciones antes de llegar al quirófano.
“Somos un mercado pequeño, pero para nosotros cada niño es importante”, explica Prahbu.
El intento por implantar el sistema de impresión 3D en el hospital de niños de Boston empezó después de que el departamento de simulación intentara crear un molde de una mandíbula que mejorara los moldes prefabricados que obtenían de otras compañías especializadas, explica Prahbu.
Una vez empezó a correr la palabra de la existencia de impresoras 3D capaces de generar modelos, el departamento empezó a recibir encargos para imprimir espinas dorsales, cráneos y rostros enteros.
“Sucede que una vez estás en quirófano quieres ser rápido y seguro, de manera que contar con un modelo es de gran ayuda”, explica. “La comunicación mejora cuando dispones de un modelo tangible”.
“Una vez el tumor ha sido tratado, algunos pacientes se lo llevan el hasta el tejado y lo arrojan al vacío”.
Los moldes ofrecen varios beneficios. Los médicos pueden emplearlos para mostrar a su equipo en quirófano cómo abordar la intervención. De tal manera se aseguran de que todo el mundo sepa exactamente lo que sucede y qué es lo que se va a extraer. Se averigua qué obstáculos se encontrarán en el camino y conocen exactamente la superficie por la que se van a desplazar. Incluso pueden colorear los distintos vasos sanguíneos y hasta los tumores.
Y también resulta útil tanto para los pacientes como, en este caso, para sus padres, para entender bien qué es lo que los doctores están a punto de hacer en la sala de operaciones. Meara ha contado que él sienta a sus pacientes antes de una operación y se sirve de escáneres y de los moldes impresos para explicar los pasos que va a tomar para salvar a cada niño. A menudo los escáneres en 2D despiertan más preguntas que respuestas. Claro que el modelo 3D lo ha cambiado.
Los pacientes también se quedan más tranquilos cuando disponen de un molde de su intervención hasta después de su estancia en el hospital, explica Prahbu. Los pacientes con cáncer preguntan a menudo si pueden quedarse con el modelo impreso en 3D de su tumor, después de haber sido operados o de haber sido sometidos a quimioterapia.
“Una vez el tumor ha sido tratado, se lo llevan el hasta el tejado y lo arrojan al vacío”, cuenta.
La impresión en 3D significa que Meara puede planear la operación entera con antelación, lo que hace que su equipo sea más rápido.
Cuanto más rápida es la intervención menos se sangra, algo que supone una enorme diferencia cuando se trata de pacientes pequeños. Incluso algunas partes de la cirugía que tienen que hacerse en el camino, como cortar los tornillos que sostienen los huesos, puede hacerse con anticipación.
“Lo que está claro es que ayuda a la tranquilidad, puesto que tienes un mucho mejor sentido anatómico de lo que estás haciendo”, explica.
Las prácticas pueden arrancar temprano — incluso antes del nacimiento en algunos casos. En uno de ellos, de hecho, los doctores intentaron decidir si operar o no un feto en el útero para reparar una peligrosa deformación facial.
Gracias al escaneo del rostro del bebé, los médicos pudieron observar al paciente antes de que este viera la luz del mundo por primera vez.
El molde impreso en 3D descubrió que el bebé podría ser alumbrado de manera segura sin necesidad de ser operado, de manera que los médicos pospusieron el procedimiento, que entrañaba algunos riesgos. El niño nació sin ninguna complicación.
Y respecto al pequeño Bentley, ahora es un niño feliz, saludable, de un año de edad, explica Meara.
Su doctor también subraya que el molde impreso permitió que la intervención fuera relativamente rápida y directa, cuando normalmente se hubiese tratado de la clase de operación que exigía pasar 10 horas en el quirófano. ?Está fantástico”, asegura Meara.
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