Ha sido un largo día de trabajo. Estás molido. Estás hambriento. Los niños tienen hambre. Y no tienes los ingredientes necesarios para preparar una cena decente. Así que a hacer puñetas — sales a por unas hamburguesas y unas patatas fritas. Esto mismo es exactamente lo que hacen millones de estadounidenses cada semana, y en algunos casos, incluso dos veces o más.
Una cantidad cada vez mayor de la población mundial está adoptando este tipo de dieta y el impacto acumulativo está demostrando ser devastador para la salud humana y para el medio ambiente.
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La revista Natura ha publicado recientemente un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Minnesota, sobre los hábitos alimenticios en los países en vías de desarrollo, el cual demuestra que la carne, los azucares refinados y los alimentos procesados se están convirtiendo en una mayor parte de la dieta de estos países. Las conclusiones del equipo no sólo apuntan a tasas más altas de diabetes, enfermedades coronarias y algunos tipos de cáncer; sino que también indican que la emisión de gases de carbono provenientes de la producción agrícola casi podría duplicarse de aquí al 2050.
El informe revela que el aumento de los ingresos de la población de los países en vías de desarrollo se corresponde con un aumento del consumo de carne y un mayor consumo de azúcares refinados, grasas y alcohol. El consumo de carne en China pasó de un promedio per cápita de apenas dos gramos al día en 1961 a alcanzar cerca de 25 gramos en 2009, a la vez que el PIB per cápita subió de apenas 1.000 dólares a unos 7.500, según el estudio. En países como Brasil, Sudáfrica, Turquía e Irán, tanto el consumo de carne como el de ingresos se triplicaron prácticamente durante ese mismo período.
“Muchos de los países emergentes, especialmente en Asia, están a medio camino de realizar este cambio de hábitos alimenticios”, dijo el autor principal Eric Tilman a VICE News.
Tilman señaló que en países como China, la India y Malasia, la población se está trasladando cada vez más de las zonas rurales, donde sus dietas se componían mayoritariamente de cereales, frutas y verduras, a las ciudades.
“Dejaron sus vidas atrás cuando encontraron un empleo en una fábrica, y ahora, en muchos de estos países en vías de desarrollo están trabajando, literalmente, entre 10 y 12 horas al día, los siete días de la semana”, dijo a VICE News. Al final de esas largas jornadas de trabajo, continuó, la comida preparada — barata, llena de almidones, grasas y azúcares — es lo que les resulta más fácil y más cómodo.
“Sólo hacen caso de sus papilas gustativas, y esa comida sabe de maravilla”, dijo.
La proporción de la población China que sufre de diabetes tipo 2 aumentó de menos del uno por ciento en 1980 a un 10 por ciento en 2008. Actualmente, más de dos mil millones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso o son obesos.
Por otro lado, el incremento del consumo de carne implica la necesidad de cultivar más grano para alimentar a una extensión cada vez mayor de rebaños de ganado.
‘Puedes ser vegetariano y seguir una dieta horrible’.
“Una vaca necesita 9 kilos de proteína de las plantas para poder crear medio kg de su propia proteína comestible para nosotros”, dijo Tilman a VICE News. “Así que, básicamente, tenemos que producir hasta 9 veces más cultivos para poder comer la carne de vacuno que queremos, en vez de comer los granos que cultivamos”.
Para el pollo y el cerdo, el promedio es de alrededor de 3 a 1/2 — lo cual sigue representando una gran proporción, dijo Tilman.
Se estima que a mediados de siglo, se necesitará expropiar alrededor de 3,2 millones de kilómetros cuadrados de tierras de cultivo en todo el mundo, a fin de poder satisfacer la creciente demanda mundial de carne, cerdo y aves de corral. El resultado de ello es una mayor destrucción del hábitat y una agricultura más mecanizada, a la par que un uso más frecuente de pesticidas y fertilizantes, que son una de las principales fuentes de contaminación del agua en todo el mundo. Por lo que al mar se refiere, se espera que la pesca de arrastre mecanizada termine reemplazando las técnicas de pesca tradicionales, poniendo al sector pesquero en riesgo del colapso y dañando los delicados ecosistemas acuáticos.
Basándose en las tendencias actuales, Tilman estima que la cantidad de gases de efecto invernadero causados por la producción agrícola podría alcanzar 1,8 mil millones de toneladas al año — una cifra comparable al total de emisiones de carbono provenientes de automóviles, camiones y aviones en 2010. La ONU estima que una quinta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen del sector agrícola. El estudio concluye que si no se controlan estas tendencias alimenticias, las emisiones de gases de efecto invernadero agrícolas podrían aumentar hasta un 80% para el año 2050.
Martin Heller de la Universidad de Michigan, que ha llevado a cabo investigaciones similares sobre las dietas en Estados Unidos, dijo que las materias primas alimentarias, como el maíz, están fuertemente subvencionadas en EE.UU. Esas subvenciones enmascaran el verdadero coste de la carne de vacuno.
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Para empeorar las cosas, añadió, hasta un 30 por ciento de los alimentos producidos en Estados Unidos van a la basura en lugar del estómago de alguien. “Esto representa aproximadamente un tercio de la huella de carbono causada por una dieta basada en carne”, dijo Heller a VICE News.
El estudio encontró que a pesar de que estos cambios en los hábitos alimenticios están causando significantes aumentos de las emisiones de carbono a nivel mundial y contribuyendo a la explotación de tierras agrícolas, los consumidores en los países en vías de desarrollo podrían evitar esos resultados si se consumiera una dieta menos basada en carne.
Tilman señaló que la tendencia del incremento en el consumo de carne está creciendo a un ritmo más lento en países como la India, donde las normas religiosas y culturales hacen hincapié en el vegetarianismo. No obstante, la India está experimentando actualmente un aumento de la diabetes, a medida que los alimentos azucarados y almidonados se vuelven más comunes.
“Puedes ser vegetariano y seguir una dieta horrible”, dijo.
Si todo el mundo en la Tierra se convirtiera en vegetariano, afirma el estudio, los niveles de las emisiones relacionadas con la agricultura se reducirían en un 55 por ciento con respecto a los niveles proyectados para 2050. Así pues, las dietas donde el pescado es la única proteína animal consumida reducirían la estimación para 2050 en un 45 por ciento, mientras que una dieta mediterránea — basada en un alto nivel de pescado, frutas y verduras, y con un consumo moderado de carne de res, cordero, aves o cerdo — bajaría el nivel de las emisiones en un 30 por ciento. Estas dietas, además, tienen la ventaja de reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y otras dolencias.
“Creo que algunas de las políticas gubernamentales y de los programas educativos implementados en los países en vías de desarrollo, que se están sometiendo a esta transición podrían marcar una gran diferencia en la salud de sus ciudadanos, lo cual reduciría realmente los costes”, declaró Tilman a VICE News. “La dieta es una solución. Contar con una agricultura mucho más eficiente es otra gran parte de ella”.
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