Hablamos con un informático español que espió a sus compañeros de trabajo durante un año

Captura de pantalla de la serie Mr. Robot

Hace un tiempo se puso de moda evaluar si los empleados de las grandes empresas utilizaban sus emails corporativos para enviar mensajes personales o si eran desleales a la compañía. Así se descubrió que en ocasiones jugaban en contra de los intereses de la propia empresa, o que pasaban demasiado tiempo enviándose chorradas. Acceder al correo de los empleados no es ilegal si quien lo hace es la propia empresa. ¿Pero qué pasa si quién fisga es el propio administrador de sistemas en sus ratos libres? Hablamos con un ingeniero informático que, casi durante un año, estuvo buceando en el correo de sus compañeros en una gran compañía española.

VICE: ¿Cómo fue la primera vez que entraste en el correo de otros?

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Anónimo*: Ni lo recuerdo, era parte de mi trabajo. Si recibes una incidencia sobre un buzón atascado tienes que comprobar si tiene envíos corruptos o infectados y hay gente que recibe varias decenas de emails al día, a veces tienes que ojearlos. En la empresa para la que trabajé yo gestionaba casi 1.000 direcciones de correo de todas las oficinas de España y varias delegaciones en Europa, digamos que tenía las llaves de todo.

¿Por qué empezaste a fisgar?

La primera persona a la que espié conscientemente fue a una chica con la que empecé a tontear en el comedor de la empresa, quería saber si tenía pareja o si era lesbiana o yo que sé. Simplemente busqué en su correo las palabras “novio, chico, pareja…”. Pero no había nada personal en sus conversaciones. Lo que sí encontré es un correo en la carpeta de borradores con mogollón de claves: el PUK del móvil, la clave de Spotify, la de Facebook y Gmail. La carpeta de borradores de correo es el primer sitio dónde miraría ahora, mucha gente guarda ahí todo lo que no quieren olvidar o perder, ahí está el filón.

¿Seguiste espiando a la misma chica?

No, me di cuenta de que era muy aburrida y perdí el interés. Escuchaba a Conchita en Spotify, en su Gmail había CIENTOS de correos preparando una comida para la bodas de oro de sus padres ¡y la de sus tíos!, y lo que me mató: en Facebook estaba suscrita a varios grupos neocatecumenales, que con todos mis respetos… paso. No estaba tan buena. Luego empecé a espiar a otra, y leí que tenía una enfermedad chunga del estómago y se me quitaron las ganas. Para ligar no lo volví a usar.

Entonces, ¿a cuánta gente has espiado?

Curiosear a muchos, tal vez trescientos, ni idea… Generalmente siempre buscaba gente que conocía en persona, con la que me relacionara diariamente. No me interesaba gente a la que nunca iba a ver, así que fisgar en serio unas cuarenta personas en un año, es decir, gente a la que he ido siguiendo, preocupándome por lo que hacen, y monitorizando cómo les va la vida.

¿Alguien te cazó? ¿Alguna mala experiencia?

Jamás nadie supo que yo le fisgaba. La peor experiencia fue leer lo que piensan de ti y darte cuenta de que les caes mal o que sacan defectos tuyos que no conocías o que creías haber sabido camuflar. Eso me dejó tocado, dejé de leer a esa persona.

¿Y fisgar la vida de los otros no es un poco de pringados?

Yo fisgaba por hobbie, luego tenía mi vida plena. Suena presuntuoso pero a veces me he imaginado a mi mismo como una especie de ángel de la guarda: alguien que ve todo lo que haces y que intenta entenderte. Se aprende mucho viendo cómo adornamos las cosas al contarlas. Me ha pasado varias veces, tomar un café con alguien y ver que está contando mal una anécdota, está exagerando un detalle para que le compadezcas, o te pongas de su lado… mientras yo sabía que mentía porque había leído en sus redes o en su correo lo contrario. Al correo personal de la gente llegan PDFs con facturas, informes médicos, del seguro… viendo el correo de alguien lo puedes saber todo.

¿Y de qué sirve fisgar, has ayudado a alguien?

Me he ayudado a mi mismo. Siempre he sido desconfiado, pero ahora no me fío ni de mi sombra, y con razón. No digo nada que no sepas, pero es bastante común que la gente cuentas de correo secundarias/secretas (que no estén configuradas en el móvil) sólo para hablar con exnovias, amantes, darse de alta en Meetic… o guardar fotos de zoofilia para que nadie las encuentre. Saber como es la gente me ayuda a estar un poco alerta.

¿Sigues haciéndolo?

No, cuando cambié de curro seguí un tiempo entrando con la claves que ya conocía, pero luego me surgió la posibilidad de currar en París y con el viaje y el cambio de aires perdí el interés. Reconozco que algunas claves me las sé de memoria y aun funcionan, a veces entro, pero sólo en días muy tontos. Como hobbie es ameno, pero cansa, al final todo el mundo se parece, y para encontrar algo realmente sorprendente tienes que leer muchas chorradas.

¿Algún consejo para no dejar entrar a los fisgones en nuestro correo?

El gran error que comete casi todo el mundo es no tener una visión global de sus claves y a qué cuentas secundarias vinculan su correo. El 90% de la gente usa la misma clave para todo, y sólo le cambian alguna letra en mayúscula o le ponen al final 123, o un año. Así que al final basta con tener sólo una puerta abierta y el resto ya lo vas descubriendo con un poco de psicología. Y lo más importante: nadie cree que alguien vaya a dedicar un minuto a descifrar sus claves, sólo así se explica que nadie se lo curre un poco.

*Por motivos de seguridad, hemos ocultado la identidad del informático.