Cómo una isla del Ártico está preparando a los humanos para viajar a Marte

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Cómo una isla del Ártico está preparando a los humanos para viajar a Marte

Cada verano, docenas de aspirantes a marcianos se reúnen en el Ártico para realizar investigaciones que ayudarán a llevar a los seres humanos al planeta rojo.

Todos los veranos durante los últimos 20 años, decenas de aspirantes a marciano se han reunido en la Isla Devon, en el norte de Canadá, para probar algunas de las tecnologías que será necesarias cuando los seres humanos finalmente puedan viajar al planeta rojo. Ubicada muy al norte del Círculo Polar Ártico, Devon es la isla deshabitada más grande del mundo y hogar del enorme cráter de impacto Haughton, que se formó al colisionar un asteroide de kilómetro y medio hace cerca de 40 millones años. Entre lo remoto de la isla, el cráter del impacto y el clima glacial y seco, el de esta isla es el entorno más parecido al de Marte que se puede experimentar sin salir de la Tierra, razón por la que fue elegida como el lugar ideal para instalar la estación de investigación del proyecto Haughton-Mars del Instituto Marte.

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"La Isla Devon contaba con todos los ingredientes básicos de un buen análogo de Marte", explicaba Pascal Lee, científico planetario que comenzó el proyecto Haughton-Mars en 1997. "Cuando llegamos allí el primer verano, no me llevó ni una hora comprobar que sería un lugar increíble para aprender a explorar Marte. Era obvio que tendríamos que volver el verano siguiente". Según Lee, en el momento que estaba planeando los detalles de esta estación de investigación en el Ártico, la NASA no tenía la menor intención de enviar seres humanos a Marte; la mayoría de su presupuesto se dedicaba a conseguir que la Estación Espacial Internacional estuviera lista y operativa. Pero Lee se dio cuenta de que si quería ayudar a promover un viaje humano a Marte en el futuro, tendría que contribuir a sentar las bases para convencer a la NASA, entre otros, de que el viaje merecía la pena. Y ahora, gracias a la aparición de empresas espaciales privadas como SpaceX, que quiere poner el pie en Marte antes de 2030, un viaje al planeta rojo ya no parece cosa de ciencia ficción; de hecho, ha hecho que la investigación realizada en el proyecto Haughton-Mars sea más relevante que nunca.

Proyecto Haughton-Mars. Imagen: NASA

Cada verano, decenas de investigadores provenientes de universidades, de la NASA y de organizaciones independientes como el Instituto SETI, comienzan a llegar a principios de verano para realizar su estancia en la base. Llegar a la estación de investigación de Ottawa, Canadá, supone un viaje de tres días en vuelos charter. Durante el invierno se puede acceder por tierra, ya que el agua entre la isla y el continente se congela, pero en verano es mejor volar. La mayoría de los investigadores solo se quedan alrededor de una semana del periodo de uno o dos meses al año que la estación está abierta, aunque hay unos cuantos investigadores que suelen pasar el verano entero en las instalaciones. Los tipos de proyectos de investigación que se realizan en la isla varían cada año, pero generalmente se dividen en dos grupos diferenciados: la ciencia y la exploración. Estos días, se puede encontrar a lo sumo 13 investigadores en un momento dado, lo que, según Lee, refleja la volubilidad de las prioridades de la misión del Instituto Marte. "Hemos llevado a cabo la suficiente investigación in situ para que en este punto estemos más interesados en ver cómo exploran el terreno los equipos pequeños que en tratar de contar con una mayor infraestructura en la zona", explica Lee. De hecho, algunos de los experimentos de más éxito del proyecto han sido en el ámbito de la exploración con vehículos, como el viaje por tierra de más de 3.000 kilómetros que efectuaron Lee y sus colegas, atravesando el paso del noroeste hasta la Isla Devon en un Humvee modificado que sirve como análogo de un vehículo presurizado de los que podrían utilizarse en viajes de larga distancia en Marte. Según la descripción de Lee de este viaje, básicamente fueron probando el "enfoque de caravana para la exploración de Marte". En el planeta rojo, si los astronautas quisieran hacer un viaje largo desde su base, irían en un vehículo presurizado, pudiendo ir en mangas de camisa hasta que llegara el momento de bajarse del vehículo, momento en que tendrían que ponerse sus trajes espaciales. "Aquello no fue una simulación de Marte, no llevábamos trajes espaciales ni fingíamos estar en Marte", explica Lee. "Pero aunque no fuera una simulación de un viaje en un vehículo de Marte, sí que aprendimos valiosas lecciones con vistas a un viaje real. El equipo era de buen tamaño, tenía una buena estructura jerárquica, y contaba con una buena estructura de decisión, así que aunque no fuera una simulación, le enseñó mucho a la NASA acerca de cómo planear viajes por carretera en Marte".

El proyecto Houghton-Mars también ha dedicado mucho tiempo a idear los trajes espaciales que llevarán los primeros astronautas para ir al planeta rojo o, como a Lee le gusta llamarlos, "naves de vestir". Según Lee, los trajes espaciales de última generación que han llevado los astronautas en sus visitas a la Luna durante el Apolo o durante los paseos espaciales en la estación espacial internacional ahora mismo pesan alrededor de 136 kilos en la Tierra. Aunque esto no es un problema en la microgravedad de la órbita baja terrestre o en la Luna, donde la gravedad es solo una sexta parte de la de la Tierra, en Marte estos trajes tendrían un peso percibido de unos 57 kilos, demasiado pesados para que los astronautas lo carguen de un lado para otro durante su exploración de la superficie marciana.

"El desafío al que nos enfrentamos es crear un traje espacial que pese la mitad", explica Lee. "Los trajes espaciales son sistemas aeroespaciales muy complejos: llevan sistemas de soporte vital, ordenadores, varias capas con diferentes tipos de materiales para proteger al usuario de varias cosas, un depósito de presión y un sistema de refrigeración. Todo eso tiene que reducir su peso a la mitad y eso es un gran reto". Para evitar este problema, Lee y sus colegas ingenieros de trajes espaciales no solo han reinventado el diseño del traje espacial con materiales más ligeros, sino que también han averiguado cómo incorporar trajes espaciales en un sistema dinámico a los pequeños vehículos tipo todoterreno que utilizarán los astronautas para explorar la superficie marciana. Si el todoterreno puede soportar el peso de un traje espacial, con sus grandes tanques de oxígeno o las baterías de la mochila del traje, los astronautas solo tendrían que conectar con estos elementos cuando lo necesiten, facilitando sus movimientos cuando hagan trabajo de campo.
"Ya no eres solo un astronauta en su traje espacial, como una entidad única", dice Lee. "El sistema de exploración consiste ahora en tú más tu todoterreno". Según Lee, resolver las cuestiones de movilidad será también un punto clave de la investigación de este verano en la base. Concretamente, ahora que tienen dos Humvees modificados en la isla como simuladores de vehículos presurizados, Lee y sus colegas se embarcarán en una travesía en dos vehículos para probar una serie de tecnologías y protocolos de exploración diferentes.
Durante esta misión, los dos vehículos abandonarán la base del proyecto Haughton-Mars y emprenderán un viaje por la isla que no tiene asignado un itinerario en su mayor parte y que no ha conocido presencia humana hasta ahora. El primer vehículo llevará una tripulación de tres personas y se dedicará a la ciencia geológica pero también, según Lee, se comportará como "un vehículo que se mete en problemas mientras explora. El fin de esto es probar las capacidades del segundo vehículo, que servirá como apoyo y radioenlace para las comunicaciones entre el primer todoterreno y el campamento base. Este vehículo llevará también un operador dron que supervisará el progreso de los dos vehículos desde el cielo. Aunque algunos científicos han argumentado que la exploración del sistema solar debe dejarse a los robots, lo que no solo es más seguro sino que son mucho más baratos de enviar al espacio, Lee dijo que en muchos casos, hacen falta seres humanos para el trabajo, particularmente cuando se trata de buscar vida en el planeta rojo. Según Lee, la mayor esperanza de encontrar vida en Marte reside en buscar bajo la superficie y, para eso, los robots simplemente no sirven.
"Si los seres humanos van a Marte, supondrá una gran oportunidad para la ciencia y particularmente para la búsqueda de vida", afirma Lee. "Un gran paso que los seres humanos darían si fueran a Marte sería la exploración bajo su superficie, lo que es muy difícil de hacer con robots. Pero si queremos encontrar vida en Marte, tenemos que ir donde el entorno es cálido y húmedo, y eso es bajo la superficie". Gracias a dos décadas de experimentos como estos del proyecto Haughton-Mars, somos capaces de asegurar no solo que estamos dispuestos a comenzar la aventura más grande jamás emprendida por nuestra especie y tal vez el mayor descubrimiento científico de todos los tiempos, sino que también estamos continuamente inspirados para hacer estos viajes realidad.