“Nosotras queremos dejar de ser islas y convertirnos en archipiélagos”. Es la respuesta (y homenaje) de Sara Merec, artista visual, y María Santoyo a Gloria Fuertes quien allá por los años 50 escribió “Isla Ignorada”, un poema que reflexiona en torno a la idea de sentirse sola rodeada únicamente de sus versos, secretos y misterios. Sara y María recuperan esta pieza de la olvidada poeta del siglo XX —quien, por cierto, celebra este año el aniversario de su nacimiento— para titular su proyecto editorial: una publicación en formato diario que visibiliza la realidad de las lesbianas en nuestra sociedad. Una realidad, aún hoy, empañada de tabúes y estigmas.
El proyecto, en vías de financiamiento a través de una campaña de microcenazago, busca sensibilizar a la sociedad a partir de historias y experiencias diversas de más de 20 testimonios.
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Hablamos con las autoras de Isla Ignorada para saber más cosas sobre su proyecto.
Broadly: ¿En qué punto creéis que nos encontramos en cuanto aceptación y normalización de las relaciones lésbicas en nuestra sociedad?
Sara Merec y María Santoyo: Es indudable que las condiciones parecen más favorables, al menos en grandes ciudades. En los últimos años se ha hecho mucho más frecuente cruzarte con parejas de chicas que, además, se dan muestras de cariño en público. Y eso es un buen síntoma. Sin embargo, a todos y todas se nos presupone ser heterosexuales en nuestra sociedad. Hasta que esa presunción no desaparezca, quedará trabajo por hacer. Mientras que haya lesbianas que te digan que no van de la mano en público porque no son activistas o no quieren ser provocativas, falta trabajo. Mientras sigamos escuchando comentarios del tipo, “vaya, si no parecen lesbianas” es que sigue fallando algo.
Es más fácil asumir que no has dejado el barco normativo del todo, que estás experimentando, no sólo por y para ti, sino también para justificarte frente a tu entorno
¿Creéis que el movimiento LGBTQI asume a la lesbiana como compañera o aliada de la lucha gay, pero no como principal actora?
No hemos formado parte activa de asociaciones o colectivos LGTBQI para saber cómo gestionan desde dentro la defensa de todas sus iniciales, pero usando nuestro entorno como baremo, lo que percibimos es que cada uno hace la guerra por su cuenta. Las mujeres, una vez más, nos hemos quedado en segundo plano, pero también lo han hecho las persnas trans o bisexuales. En realidad, todas seguimos siendo sujetos disidentes dentro de la sociedad en la que vivimos, pero en vez de abrazar esas diferencias y buscar sinergias preferimos luchar por nuestra cuenta o ni siquiera hacer nada.
¿Qué rol ha conseguido ocupar el hombre gay blanco dentro de nuestro imaginario social en comparación al de la mujer lesbiana?
Es evidente que las estructuras de poder son las que son. El imaginario que se ha creado es que el gay posee lo bueno de los dos sexos en cuanto a sus habilidades. Además, se presume que tiene buen gusto y es divertido.
¿Cómo se manifiesta la discriminación lesbofóbica en el ámbito laboral, por ejemplo?
Hay algunas empresa que incluso valoran la diversidad, pero suelen estar vinculadas al mundo de la cultura, audiovisual, etcétera. En empresas más tradicionales y dependiendo de en qué puesto, la invisibilidad es evidente. Buscando participantes para este proyecto, recuerdo preguntar a amigas hetero si en sus trabajos había lesbianas y tenían que hacer esfuerzos porque no recordaban a nadie o dudaban de alguna compañera en concreto porque nunca hablaba de sus parejas. No pasaba lo mismo con los chicos. Todas conocían a algún gay. Por algo será.
¿Cómo creéis que el porno mainstream ha sacado provecho de las relaciones lésbicas?
El principal problema del porno es el rol asignado a la mujer. Y hablamos de dualidad: hombre-sujeto, mujer-objeto. Da igual si eres lesbiana o no, la mujer se convierte en un objeto al servicio del hombre y eso genera violencia. Algunas de las entrevistadas han hablado de situaciones muy incómodas y violentas, sobre todo en bares o discotecas, cuando se han besado con sus parejas.
En la publicación tratáis un tema que se repite con frecuencia en nuestro entorno: mujeres que primero se reconocen como hetero, después bi, para luego acabar aceptando y reconociendo que son lesbianas.
Volvemos a la autoaceptación como pieza clave para conseguir vivir en plenitud. Forma parte de un proceso preparatorio. Es más fácil asumir que no has dejado el barco normativo del todo, que estás experimentando, no solo por y para ti, también para justificarte frente a tu entorno. Hay gente que en ese proceso se da cuenta de que le interesan tanto hombres como mujeres y siguen manteniendo relaciones con ambos, pero también hay mujeres que conscientemente hablan de bisexualidad cuando, en realidad, les gustan únicamente las mujeres.
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¿Faltan referentes en España? Fue muy discutida, por ejemplo, la dedicatoria de Marta Etura a su ‘amor’ durante una gala de los Goya. Dijo ‘amor’, pero no especificó sexo. O, por ejemplo, la cantante Rosana que nunca ha hablado abiertamente de su sexualidad, pero de la que se ha especulado a menudo. ¿Prima la privacidad o son altavoces desaprovechados?
El rol de personajes públicos como Kristen Stewart, Ellen Page o Ellen Degeneres es muy necesario. Cuando nosotras salimos del armario no teníamos esos referentes y los echábamos de menos. Ellas han decidido ser valientes y hacer valer su influencia para hablar de su lesbianismo con normalidad a riesgo de que la industria las encasille en cierto tipo de papeles. En nuestro país no tenemos algo similar, ni por asomo.
La pregunta que cada una debe hacerse es si haría lo mismo si su pareja fuese un hombre. Y no solo tienen que hacerlo lascelebrities o personalidades con cierta influencia, también cualquier lesbiana que alude a la privacidad cuando dice pareja y no dice su nombre debería replanteárselo.
¿Faltan referentes también en la ficción?
Mientras haya una categoría en el cine que sea “LGBT” es que faltan referentes en la ficción. La película Carol es una de las primera películas dirigidas al gran público que no acaba con la muerte de una de las protagonistas o su vuelta al carril normativo. Y estamos en el siglo XXI. Director y actrices hablaban en las entrevistas de que era una película de amor, con letras mayúsculas, pero la coletilla “de lesbianas” sigue estando muy presente en nuestros entornos cuando le recomiendas a alguien que vaya al cine a verla.
Isla Ignorada rinde homenaje a un poema de Gloria Fuertes y coincide, además, con el centenario de su nacimiento. ¿Por qué reivindicar ahora su obra?
Reivindicar a mujeres que han sido injustamente obviadas en nuestra historia siempre merece la pena. Ojalá hubiese sido en vida, por supuesto. Es increíble que su trabajo haya tenido más reconocimiento fuera de nuestras fronteras que aquí, donde solo es recordada por su literatura infantil. Leyendo el poema sentimos una identificación con el sentimiento de soledad que una experimenta cuando se da cuenta de que es lesbiana. Pero como nos gusta decir, queremos dejar de ser islas y convertirnos en un archipiélago infinito.
Me ha gustado mucho que desde vuestras redes deis difusión también a la artista Lidia Damunt y a la canción “Bolleras como tú”. No hay tantas canciones que planteen abiertamente modelos de relaciones no heteronormativos. Además, el uso de la palabra “bollera” también es controvertido. La canción sugiere un montón de cosas interesantes.
Lidia es una gran cantautora y con una carrera musical desconocida para muchos. Su single es la primera canción nacional que recordamos que hable sobre esta temática de manera tan abierta y natural. De hecho, en sus conciertos anima a las lesbianas en la sala a que suban al escenario y hagan los coros. Es muy interesante, además, que utilice el término “bollera” porque es una palabra que depende a quién le parece malsonante o políticamente incorrecta. Muchas lesbianas utilizan este término de manera más natural que lesbiana. De hecho, la propia Judith Butler habla de que este tipo de apropiación tiene una carga reivindicativa. En definitiva, como dijo la propia Lidia, en una entrevista reciente: “A mí la palabra ‘bollera’ me suena muy bonita”.
Esto es un tema aún muy poco visible, pero que algunos grupos LGTBQI empiezan a reivindicar: la violencia de género que se da dentro de la propia pareja lésbica. El reparto de roles y las relaciones de abusos de poder, heredadas de una sociedad patriacal, a veces se siguen replicando entre nosotras mismas. ¿Reconocéis este problema?
Absolutamente. De hecho, conocemos casos. Probablemente no sea tanto una violencia física como psicológica, aunque seguramente habrá todo tipo de casos. Las lesbianas formamos parte de la sociedad, los roles que nos han inculcado y sus relaciones de poder. Hay que darle visibilidad al tema porque las relaciones tóxicas existen, independientemente del género.
El estigma de la lesbiana también viene acompañado de otros tópicos estereotipadamente machistas. Por ejemplo, frases como: “Si a mi lo que me da pena es que no puedas tener hijos” o “Ya se te veía muy marimacho”.
Para algunas personas, la mujer lesbiana no tiene sentido ya que se convierte en una mujer inútil desde el punto de vista reproductivo sin un hombre a su lado. El problema real surge cuando esto se eleva a la política y tiene un impacto en nuestros derechos. Por ejemplo: las mujeres lesbianas no podemos acceder a los tratamiento de reproducción asistida a los que una pareja hetero sí puede acceder en la seguridad social.
Algo de lo que también hablamos en la publicación es de la feminidad y cómo las lesbianas plantean una revisión a este concepto. En realidad, ¿qué es ser femenina? Muchas de las chicas con las que hemos hablado nos dan su propia versión de lo que para ellas supone y no es algo tan superficial como ponerse tacones o pintarse los labios de rojo.
¿Qué publicaciones internacionales seguís y os han inspirado?
Nos interesa mucho lo que se hace en Canadá. Siempre ha sido un país muy activo en estos temas. En cuanto a publicaciones europeas, nos gusta mucho Girls like us. A nivel nacional, La Neomudéjar está recopilando fanzines y publicaciones LGTB que se han hecho en nuestro país. Es una propuesta muy interesante porque hasta ahora no había un archivo de este tipo.
A pesar de todo, ¿cómo y dónde percibís que las cosas, poco a poco, están cambiando?
Hay un cambio, lento pero sostenido. Ver a chicas con la tranquilidad de ir de la mano por la calle es muy positivo, pero de nuevo, no es lo mismo vivir en Madrid o Barcelona que vivir en un pueblo de 500 habitantes. Y no es lo mismo pasear por uno u otro barrio dentro de una misma ciudad. Creemos también que es fundamental ir actualizando el imaginario colectivo y romper clichés para dejar de escuchar el “no pareces lesbiana”.