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Huelga del taxi

Por qué estoy a favor de la 'rave' de los huelguistas del taxi

O como los prejuicios toleran ciertas formas de celebración y otras las rechazan por completo.
Fotograma vía La Vanguardia

Los taxistas, como todo el mundo, tienen derecho a pasárselo bien y a beberse unas latillas de cerveza durante la huelga, claro que sí. En un vídeo en directo publicado ayer por La Vanguardia se veía como algunos de los taxistas afincados en la Gran Vía de Barcelona habían improvisado una pequeña fiesta durante la huelga, digo “fiesta” porque ni tan siquiera se podría llamar una rave.

El asunto consistía en una pequeña mesa colocada entre dos coches en la que habían puesto un equipo de sonido para pinchar un poco de música mákina. Había unas pocas personas bailando, algunas de ellos bebiendo y en algún momento se enciende una bengala, pero la gran mayoría de gente estaba a los lados con los brazos cruzados, apoyando tranquilamente a los huelguistas o haciendo fotos y vídeos ante la supuesta curiosidad del fenómeno.

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Los comentarios no tardaron en llegar, aquí los reproducimos tal cual:

“Tendría que salir esto en los telediarios ,hacer se anima y se vallan a tomar por culo borrachos y drogas asunto se reinvidicació l'ós detechos.”

“El que va sin camiseta tiene pinta de ke le importa mucho sus derchos jajajajajja mientras tenga otras cosas.”

“Rebeldes, drogados, fiesteros vamos IMPRESENTABLES los taxistas, esta es la imagen que aporta no parece que les afecte más bien les dan ganas de festejar Menudos palurdos.”

“Claro que si campeones! Estais dando una imagen que cualquiera se sube a uno de vuestros coches despues de esto.”

“Luego los indepes nos manifestamos y somos terroristas!! Ellos paralizan la ciudad condal en pleno verano y no pasa nada!! Encima esto?? Solo os falta nando dixcontrol en los platos y lo petais ya!! Que verguenza!!”

“Estos son los "taxistas" que cada día os llevan de un sitio a otro, vuestra vida en manos de farloperos, pastilleros, makineros, a saber como van de puestos cuando van al volante.”

Supongo que ya veis por dónde van los tiros.

Cuando son las grallas, las batucadas o las canciones de Víctor Jara y Manu Chao las que amenizan las huelgas parece que se está operando dentro de cierta normalidad, es lo que podríamos llamar una huelga bien con una fiesta bien, con niños bailando y adultos sujetando latas de cerveza de esas largas o vasos de plástico con gin tonics.

Pero luego está la fiesta mal y la huelga mal. Aquella en la que suenan esas músicas que se escuchaban en la Ruta del Bakalao más tardía. También hay cerveza, también hay niños bailando con sus madres, también hay gente bailando, aun así, estas no generan ningún tipo de simpatía, solamente rechazo.

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¿Cuál es la diferencia? Podríamos decir que ninguna pero nos estaríamos equivocando. La mákina y sus danzas, al igual que los taxistas, forma parte de esa esfera mental de lo cutre y lo garrulo, de lo que bordea lo criminal.

En un momento del vídeo un huelguista se acerca a la reportera y le comenta que este vídeo que está grabando “está perjudicando mucho”, que esta gente solo “quieren divertirse un rato” y que cuando la gente vea estas imágenes va a generalizar. “¿Por qué no sacas todo lo demás? Solo sacas esto”, concluye.

Está claro que en esta historia del taxi hay enterrado muy fuertemente en el tuétano una suerte de clasismo que nos hace unas conexiones neuronales un tanto demenciales. Si en el 15-M se plantan unas tiendas de campaña y unas mesas se le llama revolución, si lo hacen unos taxistas en la calle resultará ser otra cosa: camping, pícnic, domingueo. Por eso cuando deciden divertirse un rato y en vez de coger una guitarra cogen un reproductor de CD y una mesa de mezclas se le llama rave y no fiesta; por eso se intuye que ahí corren las terribles drogas sintéticas y no unos inofensivos porrillos divertidos.

El tema no es que tendría que haber alguien vigilando la imagen que los taxistas están generando estos días sino que todos nosotros nos deberíamos despojarnos de ciertas inercias mentales que nos convierten en seres aún más detestables de lo que creemos que son estos "fiesteros" del taxi.

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