La senda del Loco: El legado de Marcelo Bielsa en Chile

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El legado del Loco

La senda del Loco: El legado de Marcelo Bielsa en Chile

Marcelo Bielsa construyó la mística y las entrañas de esta época dorada del futbol chileno. Chile se juega el título de la Copa Confederaciones 2017 y ahí en San Petersburgo, Bielsa estará de alguna forma presente.

Marcelo Bielsa está en Lille. Su nuevo proyecto está en marcha en el futbol francés, a más de 2 mil kilómetros de Rusia, en donde la selección chilena que dirigió durante tres años alcanzó una nueva final. Sin embargo, de alguna manera, Bielsa estará también en San Petersburgo.

Tras la victoria contra Portugal en penales, en las semifinales de la Copa Confederaciones, una bandera de Chile lleva su cara en el centro y la frase "Gracias Bielsa", es portada con orgullo por un par de aficionados. El técnico argentino se fue de Chile a principios del 2011; argumentó problemas con la nueva dirigencia, pero su legado continúa en la memoria, no solo de la afición, sino también de los jugadores que hoy conforman la columna vertebral del equipo que ahora tiene dos títulos continentales. Chile se enfila hacia su tercera participación consecutiva en Copa del Mundo y peleará por el campeonato de la Copa Confederaciones a la que nunca había asistido. Todos querían estar, y el cansancio de las extenuantes temporadas europeas no importó.

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Entre las celebraciones por el título de Copa América, el primero que ganaron para su país, Mauricio Isla recordó al técnico con el que inició todo: "Hay muchos jugadores que hemos tenido el placer de ser entrenados por Marcelo Bielsa. Es un entrenador muy táctico, muy veloz, que quiere siempre que ataque, un equipo unido. No le importa quien juega, si es joven le da la confianza inmediatamente".

En 2007, Chile recibió una goleada por 6 a 1 frente Brasil en la Copa América, una humillación que solo pudo ser opacada por el ridículo de una indisciplina en un hotel de Venezuela. Su fracaso para clasificar al Mundial de Alemania todavía dolía porque de seis ediciones, solo habían participado en Francia 98. El nivel de exigencia, pensaron, debía ser acorde a las posibilidades y ese panorama no contemplaba la clasificación que finalmente consiguió para Sudáfrica 2010. Al ser contratado, de acuerdo con las recientes declaraciones de Harold Mayne-Nicholls, a Marcelo Bielsa le pusieron tres objetivos: "Disciplina, rigor y humildad". Fue a la consecución de esas metas principales, a las que se le atribuye el éxito posterior a su gestión.

La obsesión de Bielsa por el juego es bien conocida. La transmitió en cada detalle que vigiló él personalmente. El argentino es un tipo de gustos sencillos, austeros; a su llegada al Complejo Deportivo Pinto Durán necesitó poco para estar conforme; vivió allí, en donde vio horas y horas de juegos de futbol, recorrió las canchas y planeó la transformación de la infraestructura que sería básica para desarrollar su trabajo. La remodelación consideró las habitaciones, los vestidores, las canchas, el acceso a los alimentos, la sala para charlas técnicas y hasta el espacio de las categorías inferiores. El cambio, calculan, costó cerca de un millón de dólares; Bielsa aportó ideas y también dinero que provenía de las charlas que impartía.

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A los dirigentes chilenos les tomó un mes recibir la respuesta satisfactoria de Marcelo Bielsa a la oferta que le presentaron. Su exigencia es siempre el respeto a los jugadores y a su trabajo, además de un ambiente tranquilo. Tardó, porque cuando se presentó ante ellos para firmar, llevaba con él una lista de posibles seleccionados, como lo hace antes de tomar un trabajo; trazó un proyecto.

Cuando asumió el puesto, la plantilla Sub-20 recién había conseguido un tercer lugar mundial y Bielsa comenzó por ahí la construcción. Isla lo dijo: apuesta por entregar la confianza a la juventud. Así lo había hecho en sus trabajos anteriores y lo hizo después de Chile en el Athletic de Bilbao. El camino a Sudáfrica del que ya eran parte Humberto Suazo, Pablo Contreras, Claudio Bravo, Jorge Valdivia y Mark González, fue alimentado también con el talento en desarrollo de Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Gary Medel, Mauricio Isla, Carlos Carmona.

Con Bielsa, la disciplina es obligatoria y al contar con una plantilla tan joven, impuso un decálogo de condiciones: todos los jugadores serían tratados igual y tendrían las mismas responsabilidades, la selección estaría por encima de todo, los horarios serían respetados y el más importante: la voluntad sería innegociable. Tal rigor fue aplaudido porque La Roja, con Nelson Acosta al mando, vivió el escándalo de Puerto Ordaz, cuando algunos jugadores agredieron a empleados del hotel de concentración en Venezuela, el episodio que le costó a varios la carrera como seleccionados.

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La gestión de Marcelo ganó credibilidad frente a los aficionados al obtener un resultado histórico, en octubre del 2008: Chile venció a Argentina por primera vez en un encuentro clasificatorio. Las formas fueron importantes, dejaron de ser un equipo timorato y se lanzaron al frente con planteamientos ofensivos de tres delanteros.

"La idea que yo propongo es pensar sólo en atacar, así que no podría abundar mucho más. Trataremos de atacar todo el tiempo que podamos, de poseer la pelota todo el tiempo que podamos, de recuperarla rápido y de tardar en perderla".

Esa forma de trabajar los guió a una clasificación mundialista sin precedentes: en el segundo puesto de Conmebol, solo un punto por debajo de Brasil, y con rendimiento del 66.6% como visitante. Rompió rachas negativas de más de dos décadas en Lima, Asunción, Colombia y Uruguay.

Si bien la mayoría de los jugadores habla de Bielsa como el generador de la mentalidad chilena que ahora los acompaña, Arturo Vidal piensa distinto y lo dijo precisamente antes de encarar esta Copa Confederaciones para el diario alemán Süddeutsche Zeitung: "Desde 1980 hacia acá nacimos los mejores jugadores de la historia de Chile. Y este momento que disfrutamos ahora, se dio porque hay muy buenos jugadores y además nos tocaron dos entrenadores muy buenos".

Vidal fue contundente al ser cuestionado por la huella que dejó el argentino en su futbol.

"Bielsa no tuvo nada que ver, eso es algo que alguien inventó. A mí nunca me cambió nada, para mí no fue el gran cambio de Chile. Sampaoli y Pizzi nos hicieron funcionar bien y pudimos salir campeones, ellos sí lo lograron".

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Y es que su relación con Bielsa distó de ser buena durante esos tres años de trabajo. Arturo pagó con un veto en las convocatorias su negativa a participar con el equipo de Marcelo en el torneo Esperanzas de Toulon en 2008, cuando Vidal argumentó necesidad de descanso y convivencia con su familia. Marcelo esperaba que la selección fuera siempre prioridad. Vidal volvió y creció con ese equipo que llegó a Sudáfrica, pero el vínculo fue tirante.

En el Mundial, Chile se fue en los octavos de final, pero marcó un punto importante en su historia al ganar por primera vez después de 48 años. De nuevo Brasil firmó la sentencia de eliminación con tres goles. Los seis puntos conseguidos superaron la participación en Francia 98.

Juan Antonio Pizzi, técnico ganador de la Copa América del Centenario, ha reconocido la valía del periodo del argentino.

"Es indudable que con Bielsa hubo un cambio de mentalidad en el jugador chileno. Yo creo que Marcelo fue el gran revolucionario del fútbol chileno. Bielsa no les cambió la mentalidad solo a los jugadores: trascendió mediáticamente, socialmente, imprimió un sello, una identidad y la sociedad aceptó lo que propuso".

También los jugadores imprescindibles para La Roja lo han dicho: Sánchez, Medel, Jara, Isla. Marcelo Díaz lo explicó en mayo para el sitio oficial de la FIFA: "Antes el futbolista chileno era un poco más mediocre. Si te enfrentabas contra España, Brasil o Alemania, ya de entrada pensabas que ibas a perder. Ya no le tenemos miedo a nadie, porque sabemos que jugando en equipo le podemos hacer daño a cualquiera. Se quitaron los complejos".

Chile hizo de Argentina su víctima en los dos campeonatos de Copa América, ahora buscarán que Alemania lo sea para ganar la competencia preámbulo del Mundial, que Pizzi se atrevió a plantear como posibilidad.