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Elecciones 2019

Estas son las palabras que más repiten los candidatos a presidente del Gobierno

No es lo mismo repetir hasta la saciedad la palabra “constitución” que “dictadura progre” o que “cabrones”.
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Montaje portada vía Flickr y REUTERS

Las palabras se nos atrincheran en la boca y, sin que nosotros queramos ni nos demos cuenta, nos definen y concretan ante los ojos de nuestros interlocutores. Sin duda hay expresiones que utilizamos más que otras, ya sea como solución a ciertos problemas locutivos (como una dicción que se ha tornado enmarañada o cuando caemos en una de esas encrucijadas mentales y discursivas que nos nublan la cabeza) o, simplemente, porque creemos fuertemente en el significado y la intencionalidad de esas palabras.

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En aras de un desarrollo transparente de la presente campaña electoral yo siempre he dicho que sería un ejercicio sensato analizar los vocablos y expresiones que utilizan estos cabrones que se presentan a la presidencia de España por así comprenderlos y reformar —quizás— la opinión que tenemos de ellos.

ALBERT RIVERA

Joder, el Rivi. Es que menudo jefe. Está claro que a lo largo de los años su magnética imagen de cocainómano con la que todos habíamos fantaseado y disfrutado se ha ido disipando, quizás recomendado sabiamente por un equipo de asesores. Lejos de la histriónica puesta en escena de la que hacía gala en el pasado, el Rivera contemporáneo es más comedido y neutral. Pese a este intento de normalización, sus palabras siguen describiendo a una persona ansiosa de romper con el statu quo y generar un nuevo mundo hecho a su medida, aunque tampoco concreta demasiado cómo sería ese mundo. Él sabe que quiere un cambio pero no sabe muy bien hacia qué, lo importante es el verbo, la pose, la apariencia, no el objeto ni el contenido. Lo que nos muestra es una trama claramente inspirada en las narrativas clásicas de la maduración y el relevo generacional.

Su palabra favorita es “cambio” y está acompañada (con menos presencia) por otros términos que orbitan por un mismo significado, como “innovación”, “reforma” o “progreso”. Sin duda nos encontramos ante una persona incómoda con el mundo y consigo misma, la clase de personas que, ante una relación sentimental agotada y destructiva propone, de la nada, tener un hijo, ir a vivir a un pueblo o intentar hacer un trío con un colega.

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PABLO IGLESIAS

¡Ese Pablo! ¿Qué tal estás? ¿Por qué lo pregunto si no me vas a contestar? En fin. Entre toda la maraña de vocablos que expele Iglesias un alto tanto por ciento son insultos. Expresiones como “votad, cabrones” o, simplemente, “cabrones” son parte del vocabulario de la esperanza de la izquierda socialista. Mirando varios vídeos en YouTube he dado con varios “jodido”, algunos “idiota” y varios “de coña” o “de mierda”. El uso de palabrotas denota una clara intención de alejarse de los protocolos y las viejas formas y costumbres. Sin duda plantea un cambio, como el Rivi, pero un cambio concreto.

Donde Rivera planteaba, simplemente, un cambio que no sabíamos a dónde nos llevaba (puede que a la gloria o puede que al mismísimo infierno), Iglesias define una propuesta que nos llevará a un futuro desenfadado, informal, familiar y próximo, en el que las altas esferas de la política y el empresariado se codearán con el resto de la sociedad, todes vestides con tejanos y camisas.

Pese a esta imagen, un uso exacerbado de las palabrotas denota también cierta impostación, como si Iglesias intentara ocultarse detrás de esta máscara callejera, como cuando un mediocre se va al Zara a comprarse una camiseta de los Ramones para sentirse un poco punk.

PABLO CASADO

El chico nuevo tiene muchos problemas y esto es lo que podemos aprender del uso exagerado que hace de expresiones como “insisto”, “yo ya he dicho”, “yo siempre he dicho que”, “yo no soy el típico de decir”, “yo siempre digo que”, “yo lo que estoy diciendo ahora mismo es”, “lo que yo también digo”, “yo cuando hablo de”, “yo no lo dije con”, “lo que dije es eso”, “yo creo que”, “yo insisto”, “yo”.

No sé, cuando alguien está todo el rato hablando de su polla y de que folla de puta madre y que su rabo es como un bote de Pringles al final resulta que ahí detrás hay un buen montón de problemas, inseguridades y miedos. Pablo, tranquilo, siéntate aquí un rato a mi lado, hablemos, y dime qué diablos te pasa. El tipo necesita llorar un poco abrazado a alguien, eso está clarísimo.

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SANTIAGO ABASCAL

¿Sabéis esa peña que le flipan los Beatles? ¿Qué tienen la habitación repleta de pósters de los tipos estos y que tienen varias ediciones de todos los discos? Sí, joder, esa gente que dice que “los Beatles son el mejor grupo del mundo” y que apenas han escuchado nada más que eso, de hecho ni tienen ni puta idea de qué otras bandas configuraban la constelación del Merseybeat. En fin, uno de esos fans obcecados que no quieren saber nada más aparte de lo que les interesa. Bien, pues Abascal es este tipo de fan pero con España. Se pasa el día escupiendo esta palabra: “España”, “españoles”, “español” y a veces la sustituye por “nación” o “país”.

A las antípodas de esta fe ciega por España se encuentra otra obsesión, en este caso en negativo. En vez de amor, blande un odio descontrolado hacia la “dictadura progre” o todo lo que sea “progre”. Sin entrar en la semántica del vocablo, me gustaría puntualizar que todas aquellas personas que utilizan esta palabra (“progre”) se ven automáticamente expulsados hacia una suerte de pasado remoto y avinagrado que resulta mucho más insultante que la propia palabra “progre”. Puede que esto sea, precisamente, lo que buscan: despertar una España antediluviana que destruya todo tipo de progreso social.

PEDRO SÁNCHEZ

El amigo Pedro. Siempre cae simpático a nuestras abuelas, ¿verdad? Claro que sí, joder. Bien guapo que es, y esa canita en el flequillo le queda fenomenal. Atractivo, maduro y un poco picarón. Sánchez estila un gesto sintáctico curioso, le gusta la expresión “en aras de”. La utiliza en frases tales como “en aras de la estabilidad política, económica y social”, “en aras de nuestro sistema” o “en aras de la transparencia y la regeneración democrática”.

Esta expresión complementa perfectamente con su puesta en escena de chico guapo y joven, pues es una frase que denota cierta antigüedad, tradición y confianza, que es exactamente lo que tanto necesitan y gusta a sus fans y votantes jubilados. “Es una propuesta nueva, pero es el PSOE de toda la vida”, piensan estos. Ese sería el juego. Por lo tanto, tenemos a un hombre que sabe jugar sus cartas, que conoce muy bien sus puntos fuertes y sus debilidades y que, por lo tanto, puede ocultar y mantener adormecido todo el infierno que permanece en ebullición dentro de él.

Sigue a Pol Rodellar en @rodellaroficial.

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