Conviértete en jedi con las clases de este maestro español

Hola, soy Jordi y vengo del Lado Oscuro — antes de seguir, ves a la playlist Star Wars y dale al play a “Marcha imperial”—. Sí, amigos. La Luz está sobrevalorada, está muy manida, aburre y no tiene ninguna utilidad, salvo para intentar un incesto espacial compartiendo cabina con un perrete de dos metros y contrarrestar los planes del magnánimo Emperador. ¿Quién quiere eso?

Porque lo de parecer buena persona dentro del desconcierto, el hedonismo y el egoísmo actual no va mucho conmigo. Si pillo sitio en el metro en hora punta no levanto la mirada del móvil para no ser yo quien ceda el asiento a la anciana, no doy nada en los free tours y reitero alguna actitud más de cretino que balancea la la mecedora mientras acaricio mi gato calvo y planeo otras zarandajas rellenas de suculenta inquina. El único pero, es que en mi espiral de maldad contenida, los rayos de luz todavía fustigan al pequeño Kylo Ren que hay en mí.

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¿Quién me iba a decir a mí que la Luz iba a jugarme una mala pasada?

Para desarrollar mis habilidades sith y pintar de negro los iluminados senderos de la Fuerza, me he acercado este domingo a los aledaños del Museu del Disseny de Barcelona para asistir a un auténtico entreno jedi. El noble arte del sable de luz es el último paso que me queda para ser Lord Jordi Malvado.

La asociación se llama Jedi Training The Force, se reúnen cada dos domingos a las 20:00 en Glòries y enseguida me recibe su maestro —el Maestro—, que se podría considerar como la luz del sendero de estos jóvenes; su Yoda, su Qui-Gon, su Obi-Wan, su Skywalker; la voz del Google Maps que marca su ruta en la Fuerza. Él es Josep Atienza, profesor de artes marciales coreanas que regenta los gimnasios Do Yang Atienza.

Mi atuendo, con una especie de túnica negra con capucha, no esconde mi voluntad, la del MAL, aunque mi actitud jacarandosa y vivaracha inmiscuye mis ganas de someter a la galaxia al nuevo régimen del Imperio (o la República). Comenzamos a caminar hacia un lugar tranquilo y hacer los primeros ejercicios. Se emparejan, encienden los sables y comienzan a practicar siguiendo las indicaciones del Maestro.

Mientras blanden los sables de luz, uno de ellos agarra el altavoz portátil y pone música ambiental —quizás ya va siendo hora de que en la playlist pongas “Duel of The Fates”, que es lo que empezó a sonar en medio de la plaza, para sentir una ínfima parte de la épica que se respira aquí—. Mientras, Josep y yo nos apartamos.

Josep es profesor de artes marciales coreanas, regenta dos gimnasios y, por encima de todo, es maestro jedi, título que se muestra en el parche de su camiseta. Mis respetos

“Nosotros tenemos una buena base de manejo de sables porque soy maestro de artes marciales coreana y practico el Haidong Gumdo, que es un arte marcial de técnicas antiguas de espada”, explica. Por lo tanto, la técnica, los movimientos y las coreografías no son al azar. Si bien el Maestro se ha nutrido de las películas porque se considera un aficionado “al 70 por ciento” (comparado con el frikismo que se puede encontrar hoy en día), todo parte del maridaje de las artes marciales y esta maravillosa afición.

Este soy yo junto al Maestro, mientras me enseñaba los golpes básicos para fulminar a mis contrincantes

En sus camisetas de Jedi Training The Force está la fecha de su creación, un parche de Star Wars Catalunya en la manga derecha y otro en la izquierda con el nivel que ha alcanzado: padawan, caballero jedi o maestro. Aunque se le ocurrió la idea en 2014, no fue hasta que recibió la llamada de la Luz en septiembre de 2015 que impartiera la primera clase y fundara la asociación .

“Nosotros tenemos una buena base de espada porque soy maestro de artes marciales coreana y practico el Haidong Gumdo, que es un arte marcial de técnicas antiguas de espada”

“Al principio comenzamos unos cinco que veníamos de Haidong Gumdo, pero luego se fueron apuntando muchos y comenzaron desde cero”, comenta el mentor de padawans. “A lo largo de este tiempo hemos hecho muchas exhibiciones y muchos de los chicos han aumentado su nivel. La idea es pasárselo bien, hacer algo de deporte y aprender”

En el parque que rodea el Museu del Disseny se encuentran varios escenarios con desniveles, césped o terreno llano para practicar todo tipo de ejercicios, desde básicos hasta los más pro

Desde luego. Tras practicar los movimientos básicos con un sable de luz prestado, pronto comenzó la batalla. ¡Y qué batalla! Parecía el enfrentamiento entre Obi-Wan y Anakin en Mustafar, pero sin azufre, a 20ºC y sin los complicados cromas de principios de los 2000.

Más de media hora practicando, alternando el ataque con la defensa, hace que mis pulsaciones aumentan. Si nunca has desenvainado un sable de forma profesional, la coordinación y la resistencia lo son todo. A veces parezco Jar Jar Binks. Jaume, un joven caballero jedi que labora como técnico de laboratorio, maneja con destreza dos sables a la vez.

El entrenamiento combina duelos o tríos para aumentar el nivel tanto en defensa como en ataque

“Al principio lo que practicábamos era la espada coreana, pero como estamos un poco flipados, dijimos: ‘¡Espadas laser!’. Las pillamos por internet y la experiencia es maravillosa porque entrenas, haces amigos, unas fotos muy chulas y te pones cachas”.

El tema de las espadas llama mi atención. Desde que LudoSport se creara en Italia allá por el 2006 para plantear una nueva disciplina que mezcla las artes marciales, el esgrima y el universo Star Wars, el mercado de sables de luz no ha parado de crecer. Son varias las compañías que las fabrican, muchas de ellas totalmente artesanales, y su precio oscila desde los 90 a los 900 € o más, aunque una que esté bien para comenzar, iría entorno los 200 y 300 €. Atom Saber y Slim Saber son dos de las marcas españolas especializadas. Se pueden configurar colores, efectos e incluso música.

Aunque ese día solo son chicos, en sus filas también cuentan con chicas jedi con gran destreza

Una maravilla que no es muy económica, aunque es de los pocos gastos que invertirás si te quieres unir a Jedi Training The Force. “Lógicamente, cuando hacemos las clases aquí, en espacios urbanos, es a coste cero”, explica el Maestro. “La idea no es hacer un gran negocio. Es más bien para divertirnos y pasarlo bien. Si tenemos que ir a mi gimnasio porque llueve o hace frío, tenemos unos bonos de 60 € que contiene diez sesiones que no caducan para cubrir pequeños gastos”.

“Al principio lo que practicábamos era la espada coreana, pero como estamos un poco flipados, dijimos: ‘¡Espadas laser!’”

Llevamos un buen rato, la Fuerza crece en mí, alguna gota de sudor viaja por mi frente y la Luz me tienta una vez más para encauzar la senda —es hora de escuchar la cándida “The Force Theme” para vislumbrar la bondad—. Soy fuerte, me resisto, recuerdo el placer que reside en el mal, pero el buen rollo, la calidez del grupo, la honestidad por pasarlo bien recreando combates con poderes y llevar una afición a otro nivel, cuestionan mi Lado Oscuro. Palpatine, ¿dónde estás? Te necesito.

Jaume tiene un hijo a sus 27 años y asegura que lo va encauzar por los senderos de la Fuerza desde bien pequeño

Tras ejercicios en las gradas subiendo y bajando de escalón, nos dirigimos al césped. Toca recrearse bajo las luces blaugrana de la torre Agbar. El sol ya ha caído y es tiempo para mostrar toda su técnica alumbrados por los sables. Saltos, volteretas, movimientos imposibles… Un despliegue que suelen exhibir al público en demostraciones totalmente caracterizados, desde bodas —participarán en la primera en pocos días—, como exhibiciones en exposiciones, salones del cómic o quedadas y desfiles junto a Star Wars Catalunya.

Los sables emiten luz y sonido cuando chocan contra otro sable. Son recargables y puedes escoger entre mucha variedad de colores

“Cada uno se va fabricando sus trajes en función de sus personajes favoritos. Para las exhibiciones, cuanto más trabajados y elaborados, mejor. Casi todos tienen sus trajes, aunque el nivel de elaboración varía”, espeta el Maestro mientras me veo en un futuro sosteniendo un doble sable láser y caracterizado como el bueno de Maul en el Salón del Cómic.

El reloj se acerca a las 22:00 y es hora de partir. Se toman las últimas fotos y vídeos, me despido de Josep, los caballeros jedi y los demás padawan, y doy por terminada la semana con uno de los mejores cierres que recuerdo. He claudicado ante la Luz y es posible que un futuro prometedor de Fuerza me espera. Un momento, lo mismo vuelvo al Lado Oscuro conduciendo en la autopista hacia el infierno.

Recuerda siempre las palabras de Yoda al joven niño de Tatooine: “El miedo es el camino hacia el miedo, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Veo mucho miedo en ti”. Así es. Bienaventurados seáis, Darth Vader. “Anakin Skywalker era débil, yo lo destruí”. Estoy preparado para ir a ver Solo: una historia de Star Wars.