El multimillonario fundador de Amazon, Jeff Bezos, voló al borde del espacio este martes en una nave construida por su compañía espacial privada, Blue Origin. Fue una pomposa inauguración para el ingreso de Bezos en la industria emergente del turismo espacial (un asiento en el New Shepard se vendió por 28 millones de dólares), y el propio Bezos estaba cautivado. En comentarios que hizo después de aterrizar, dio a conocer sus intenciones de trasladar toda la industria pesada al espacio y agradeció a los más de un millón de empleados y millones de clientes de Amazon por haber pagado su viaje.
“Quiero agradecer a todos los empleados de Amazon y a todos los clientes de Amazon, porque ustedes, chicos, pagaron todo esto”, dijo el agradecido multimillonario, quien, entre las risas de la audiencia, aseguró que el viaje al espacio fue el “mejor día de su vida”.
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“En serio, a cada cliente de Amazon y a cada empleado de Amazon, muchas gracias desde el fondo de mi corazón. Es algo que aprecio mucho”. Este comentario de inmediato fue criticado en línea, porque Amazon se ha dado a conocer por las malas condiciones de trabajo que brinda a sus empleados, muchos de los cuales realizan labores extenuantes en sus almacenes por una paga un poco mayor a la ofrecida por Walmart o entregan paquetes bajo indicaciones de incluso manejar imprudentemente con el fin de cumplir con las cuotas de entrega.
Bezos tiene razón en que le debe todo a los trabajadores a los que presiona hasta el límite. Existe una línea directa entre el imperio logístico en expansión de Amazon, sus condiciones de trabajo inhumanas y la riqueza que fluyó a las arcas de Bezos para luego arder en el lanzamiento suborbital de Blue Origin. Bezos pudo ir al espacio porque Amazon presiona a sus trabajadores tanto que sufren abortos, se desmayan en medio de las olas de calor, trabajan turnos de diez horas y media llamados “megaciclos”, orinan en botellas, defecan en bolsas y mucho más.
En Amazon, a los trabajadores del almacén les dicen que son “atletas industriales” y les proporciona unas sombrías cabinas de meditación en lugar de otorgarles condiciones labores más adecuadas. Cuando trabajan hasta sentir dolor o agotamiento físico excesivos, les recuerdan que “las endorfinas son sus amigas”. Los empleados de Amazon experimentan la indigencia, el encubrimiento de lesiones en el lugar de trabajo e incluso la muerte, así como el hostigamiento de los clientes. En la misma carta a los accionistas en la que Bezos afirmaba que Amazon sería “el mejor empleador de la Tierra” y el “lugar más seguro para trabajar de la Tierra”, el multimillonario adelantó el desarrollo de un nuevo algoritmo que definiría los horarios de los trabajadores de acuerdo con el uso de sus músculos.
Todo lo anterior es solo el inicio de una alarga lista de indignidades y daños que Amazon y Bezos han infligido a sus trabajadores a lo largo de los años, todo para acumular suficiente capital para hacerlo arder en un vuelo suborbital que duró aproximadamente doce minutos. Por supuesto que le agradece a los trabajadores: por permitirle dañar tantas vidas para perseguir y alcanzar un sueño caprichoso que ha tenido desde la infancia, sin ningún costo real para él.