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Director de El Faro: Con Bukele el periodismo está más amenazado que nunca

En esta entrevista, Carlos Dada denuncia acoso a periodistas salvadoreños por parte del gobierno actual.
Carlos Dada, periodista y fundador del periódico digital El Faro. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Foto cortesía de El Faro, por Victor Peña

En El Salvador, el periodismo está bajo ataque. Solo en los primeros seis meses de 2021, el Centro de Monitoreo de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) registró 153 casos de agresiones a periodistas, 28 más que las 125 registradas en todo el año anterior y 76 más que en todo 2019. De acuerdo con el último informe de la asociación, la mayoría de los agresores son agentes del Estado, principalmente policías y funcionarios. 

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Según la misma asociación, organizaciones de derechos humanos y periodistas salvadoreños, quien encabeza los ataques a la prensa independiente es el presidente salvadoreño Nayib Bukele, un político que llegó al poder en junio de 2019 plantándose como un luchador contra la corrupción y amigo de la prensa que investiga. A dos años de su llegada al poder, Nayib Bukele es otro.

“El Salvador se cansó de los periodistas metidos en política”, tuiteó el mandatario el pasado 8 de julio, luego de que su gobierno expulsara del país a Daniel Lizárraga, editor del periódico digital El Faro, un medio que ha señalado casos de corrupción de la administración Bukele y una presunta negociación entre el gobierno y la MS-13 con fines electorales. Lizárraga fue expulsado bajo el argumento de que la administración no pudo comprobar que Lizárraga, un reconocido periodista de la región, es periodista.

Aunque los ataques de Bukele y su gobierno no son exclusivos contra El Faro, este medio es el que más embates ha recibido en los últimos dos años de parte del Ejecutivo. En menos de dos años, Bukele ha expulsado a dos de sus periodistas del país, le ha abierto una investigación por lavado de dinero y ha acusado a casi toda su redacción de delitos como violación y encubrimiento a través de sus redes sociales, basándose en noticias anónimas publicadas en sitios web administrados por su gobierno. En esta entrevista, Carlos Dada, director del medio digital, detalla otros ataques a su medio y sus periodistas: drones sobrevolando sus casas, amenazas de coches bomba en su redacción, seguimientos físicos, espionaje e intervención a sus telecomunicaciones. 

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Otros medios locales como Revista Factum y Gato Encerrado han sido censurados en conferencias de prensa y han sido obligados a bajar investigaciones por orden judicial. 

Dada considera que los ataques al medio que él dirige son “un ataque a todo el periodismo salvadoreño que está tratando de hacer bien su trabajo”. “Jamás, desde la firma de los acuerdos de paz (1992), el periodismo salvadoreño nunca ha estado en un riesgo como en el que se encuentra ahora”, dice. Y agrega que los ataques al periodismo son realmente un ataque contra la democracia misma. 

El presidente Bukele llegó al poder abanderando un discurso de transparencia, anticorrupción y mostrándose amigo del periodismo, sobre todo del periodismo que revela hechos de corrupción. Pero ahora vemos a un presidente totalmente diferente que es más hostil con esa misma prensa. ¿A qué le atribuyes este giro, este cambio en el presidente?

Al oportunismo del presidente. Al oportunismo que, de hecho, es su principal característica política. Su ejercicio político te demuestra que él no militó en las filas del FMLN porque creyera en los postulados ideológicos de ese partido. En absoluto. Lo hizo por puro oportunismo político. Todo su discurso, que hoy es uno de sus principales, digamos, espejos, es justamente lo contrario a lo que está haciendo. Es decir, en otras palabras, Nayib Bukele llegó al poder mintiéndonos. Porque las promesas que hizo son exactamente las que no está cumpliendo. Antes de llegar al poder, Bukele no solo aplaudía el destape de la corrupción, sino que, en buena medida, su capital político y su discurso anticorrupción se los debe a los medios que investigaron la corrupción que él mismo tomó para echárselo en cara a sus enemigos, a sus rivales políticos.

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Cuando me dices que este presidente Bukele ha utilizado, ha instrumentalizado el aparato del Estado para perseguir y amenazar el periodismo, ¿a qué te refieres?

En nuestro caso es muy claro: el gobierno tiene seis investigaciones abiertas [en contra de El Faro], todas sin ningún fundamento. Y te las puedo citar: una a partir de una publicación sin firma y sin fuentes, en un medio administrado por el Estado, acusando genéricamente a alguien de El Faro de abuso sexual en una fiesta, reproducido en otro medio cuyo representante legal es el Superintendente Telecomunicaciones, en el que ya se acusa, además, de encubrimiento a todo el periódico de un caso de violación en el que no sólo no hay responsabilidad en la nota ni fuentes, sino que tampoco hay víctima. Puedo seguir: cuatro auditorías por parte del Ministerio de Hacienda, que en pleno curso de las auditorías el presidente en cadena nacional nos acusa de estar sometido a investigaciones por lavado de dinero. Es decir, el presidente sacó conclusiones de la investigación mientras todavía estaba en curso y cuando ni siquiera tenía derecho a conocer, por ley, la naturaleza de esas investigaciones. A eso me refiero con la utilización de todo el aparato del Estado, a expulsar a uno de nuestros editores. A eso me refiero.

Uno de los ataques más recientes que se ha visto en contra de El Faro es la expulsión de su editor, Daniel Lizárraga, por el gobierno salvadoreño. La Dirección General de Migración argumentó que era porque no había podido comprobar que Daniel Lizárraga, un reconocido periodista, es periodista. ¿Crees que estos ataques son algo particular contra El Faro o es parte de un ataque contra toda la prensa que no aplaude el discurso del presidente?

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Lo segundo. Creo que es un ataque a todo el periodismo salvadoreño que está tratando de hacer bien su trabajo y que, por tanto, obligatoriamente necesita ser crítico con el gobierno, con el poder. Ese es el periodismo que le estorba al presidente y es eso a lo que está atacando. No creo que sea algo personal contra El Faro. Creo que nuestra posición como el decano, digamos, de los periódicos digitales que hacen periodismo de investigación hace que se enfile más particularmente contra nosotros, porque también tenemos un poco más de proyección afuera en nuestros materiales y por tanto tienen más impacto. Creo que eso lo lleva a enfocarse más en nosotros, en desarticularnos. Pero evidentemente no somos los únicos. No tengo que explicarlo, la experiencia de Revista Factum lo demuestra también. Y ahí también se evidencia la utilización de todo el aparato del Estado para hacer cosas sin precedentes, como que un juez censure y los obligue a ustedes a bajar materiales. No es exclusivo para nada de El Faro.

Con todas estas embestidas, con todo el acoso y la utilización del aparato de Estado para para perseguir amenazar el periodismo, ¿Nayib Bukele ha logrado que el periodismo salvadoreño retroceda o se detenga? ¿Ha logrado golpearlo?

No ha logrado que retroceda, no ha logrado que se detenga, pero definitivamente sí lo ha golpeado. La cantidad de recursos, no sólo materiales, sino intelectuales que estamos destinando ahora a lidiar con los problemas generados por su persecución evita que esos mismos recursos sean puestos en función de producir más periodismo. Es una ecuación matemática muy simple.

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¿En qué estado dirías que se encuentra el periodismo salvadoreño actualmente?

En una situación muy vulnerable. Muy vulnerable debido al acoso, las amenazas, el hostigamiento y la utilización del aparato de Estado por parte del grupo del gobierno para perseguir al periodismo que le es crítico. Y si querés que te lo califique: jamás, desde la firma de los acuerdos de paz (1992), el periodismo salvadoreño nunca ha estado en un riesgo como en el que se encuentra ahora.

¿Cómo ha respondido la prensa salvadoreña ante las embestidas del presidente?

Desde que El Faro nació en el 98, creo que es la vez que más acompañados nos hemos sentido. 

No es que los gobiernos anteriores de los partidos ARENA y FMLN fueran amigos de la prensa. En El Salvador hubo censura, hubo ataques, hubo intentos de deslegitimación desde gobiernos anteriores hacia la prensa, sobre todo a la prensa independiente, hacia los medios de investigación. ¿Qué es lo que vuelve tan grave la amenaza actual contra el periodismo en comparación con las amenazas anteriores?

Los gobiernos anteriores gobernaban en un sistema de pesos y contrapesos que había sido más o menos efectivo y que nos permitía aún ejercer nuestras garantías constitucionales. Ningún gobierno ha tenido tanto poder como el grupo que hoy gobierna junto a Bukele, que tiene los tres poderes del Estado y no sólo los tres poderes, sino que además el Poder Judicial lo consiguió mediante un golpe, actuando de manera ilegal. Este gobierno logró demostrar que tiene ya tanto poder que violar, que violentar el Estado de derecho, violar nuestras leyes, no tiene ninguna consecuencia para sus funcionarios. Esto lo vuelve mucho más peligroso y a nosotros nos deja mucho más vulnerables. No hay contrapesos y no hay una oposición política interna tampoco, ni hay ya contrapesos en las instituciones. Ha desmantelado todo contrapeso institucional.

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Pareciera entonces que el presidente no va solo tras la libertad de prensa, no va solo tras el periodismo, sino que va tras la democracia misma. ¿Dirías que en El Salvador ya hay señales de ir hacia una dictadura?

Hay señales de sus aspiraciones, por supuesto, de las aspiraciones del presidente de colocarse en la punta de un sistema totalitario donde no haya absolutamente ningún obstáculo a su ejercicio del poder, cualquiera que sea este, dependiendo de su antojo diario. Porque tampoco veo que tenga un proyecto ideológico, es simplemente acumulación de poder. Por supuesto que se ha desmantelado toda la institucionalidad democrática. La prensa no le estorba porque le estorbe particularmente, la prensa le estorba porque es uno de los pocos obstáculos que le van quedando para ejercer su poder sin críticas, para ejercer su poder sin presiones, para ejercer su poder sin contraloría. Es por eso que está contra los medios que estamos tratando de investigar su ejercicio del poder. Es por eso. No es que tenga una obsesión particular contra el ejercicio periodístico, es porque hoy mismo le estorba.

Y, sin embargo, a pesar de todas las investigaciones que han salido, de los casos de corrupción que ha publicado El Faro y otros periódicos que vinculan a sus funcionarios, el presidente Nayib Bukele sigue siendo un presidente muy popular. ¿A qué le atribuís esa distancia, digamos, entre su popularidad y los constantes casos de corrupción que están saliendo en los medios?

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Es una buena pregunta, Bryan, y yo no creo tener la respuesta para eso. No creo que nadie la tenga todavía. Creo que vamos a tener que dejar pasar un tiempo para entender mejor, pero si hay algunos elementos que te permiten al menos aventurar explicaciones parciales, por ejemplo: su manejo maestro del mercadeo político y del discurso que ha sido muy efectivo en colocar en el imaginario popular a los medios de comunicación como enemigos del proceso y como aliado de "los mismos de siempre". Hacernos ver como que defendemos los intereses de aquellos corruptos y que por eso hoy nos oponemos a su gobierno. Ha sido muy efectivo en eso y eso es lo que hace restarnos credibilidad, que es lo único que tenemos nosotros como carta. Nosotros, los medios independientes, sobre todo, no tenemos grandes fondos ni intereses económicos, ni cintura económica, lo que tenemos es credibilidad y esa es nuestra carta. Y esa es la que el presidente ha sabido erosionar muy hábilmente. La otra es, por supuesto, el hartazgo de toda la gente que se ha sentido legítimamente engañada, decepcionada y traicionada por el sistema político anterior, que lo único que hizo fue robarle todos los fondos y dejarlos en el mismo estado miserable o peor que los que estaban antes de que gobernaba. Y ahora mismo es muy difícil que los salvadoreños abran los ojos a los nuevos señalamientos, porque decidieron aventarse de cabeza con este señor a transformar todo el país y sacar a toda esa gente que los traicionó. Yo soy muy cuidadoso de no culpar a la gente del resultado de los procesos políticos, la gente al final está siendo hábilmente manipulada y la gente al final está actuando a partir de otros intereses y otras necesidades. Los salvadoreños tienen urgencias que creen que se resuelven de esta manera y pueden estar equivocados o no, pero no puedes culparlos de buscar una alternativa a un sistema político que nunca les dio soluciones a necesidades vitales que no son la democracia, sino que no los extorsionen, que no los maten, que no les roben, que tengan que comer hoy, que puedan llevar a sus hijos al hospital. Eso es. Los otros, los gobiernos anteriores, no fueron capaces de satisfacer esas necesidades tan vitales. Y este gobierno les ha dicho que no las pueden solucionar porque todavía hay obstáculos para eso que están en aquel viejo sistema. Bukele ha sido muy hábil en implantar ese discurso.

En ese sentido, pareciera que para la población salvadoreña el derecho de la libertad de prensa, la libertad de expresión, la defensa de los medios de comunicación independientes en un país como El Salvador, se vuelve casi secundario ante las otras necesidades tan urgentes, como decías. ¿Cómo explicas, Carlos, la importancia que tiene la libertad de prensa y la garantía de una prensa independiente en El Salvador en un contexto como éste, con un presidente que está acumulando todo el poder y cada vez más?

Las democracias no funcionan sin libertad de prensa y este tipo está desmantelando toda nuestra institucionalidad democrática. Nosotros somos una República democrática. Sin libertad de prensa es imposible ejercer las libertades previstas en la Constitución en un régimen democrático. Yo no digo que eso no sea necesario, lo que digo es que es muy difícil pedirle a alguien que tiene una pistola en la cabeza que dé la lucha por la democracia. Es muy difícil pedírselo. Yo lo que creo es que, sin democracia, de todos modos, van a seguir con una pistola en la cabeza.

Se ha conocido a través de varias publicaciones que a periodistas de El Faro el gobierno les ha estado acosando de varias formas, acosando a sus fuentes, está dándole seguimiento físico, está interviniendo algunas de sus comunicaciones. ¿Podrías, por favor, Carlos, ejemplificar algunos de esos ataques más materiales, es decir, más allá de las amenazas y el discurso de odio? ¿Qué tipo de ataques ha recibido El Faro y sus periodistas durante esta administración?

Hay varios y creo que varios ya están también registrados en la APES, pero te puedo citar algunos: el robo de la computadora en casa de Julia Gavarrete cuando ella todavía estaba en Gato Encerrado, ciertamente, pero lo cual no minimiza el hecho en absoluto, que se metieron en eso casi solo a robar en su computadora. El hecho de que le enviaran drones a su casa, a mí me han mandado drones a mi casa también; los seguimientos que me han hecho a mí hasta la farmacia para que el secretario de prensa de la Presidencia tuitee una foto de la farmacia a la que yo he ido revelando que estoy allí en la farmacia y especulando con lo que le da la gana para deslegitimarnos. No sé si leíste el tuit donde decía que yo estaba comprando unos Gatorade a las 8 de la mañana porque así debe haber sido la fiesta en la que estuve la noche anterior y que ojalá no haya abusado sexualmente de nadie. Este tipo de cosas. Te puedo hablar también de carros parados afuera en la oficina, de amenazas de coche bomba que la Fiscalía dice ya estar investigando, pero que no hemos visto resultados. Escuchas telefónicas que nos han puesto para demostrarnos que nos están escuchando. Bueno, a vos también te ha pasado, la obstaculización de nuestro trabajo en conferencia de prensa, por ejemplo; la orden para que ningún funcionario del gobierno hable con nosotros, alguien parándose afuera de la oficina a preguntar si es El faro, a lanzar amenazas contra nuestro vigilante, seguimientos de carros, algunos de nosotros que los tenemos debidamente registrados, etcétera.

Tengo una última pregunta que es necesaria hacértela. Carlos, esta entrevista la estamos haciendo mientras no estás aquí en El Salvador, ¿has salido del país por tu seguridad?

No, no, no, no, no, no, no, no. Te lo puedo decir. En realidad me vine a vacunar a México porque no le quería dar a ese señor el espectáculo de las fotos de mi vacunación, siendo que tenemos un líder tan magnánimo que incluso le da vacunas a los enemigos del pueblo como yo. Entonces yo me negué a hacer eso y me vine a México a vacunarme.