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Cómo ganarse la vida devolviendo cosas caras

Si la multimillonaria industria de la belleza va a intentar estafarme con precios escandalosos, ¿por qué no ganarles en su propio terreno?

El valor, como todo lo intangible, es un concepto relativo. Tus reliquias familiares "de valor incalculable" no valen nada para cualquiera que no conozca la historia que tienen detrás. Los diamantes son caros y escasos porque De Beers conservó un férreo monopolio de esta roca durante cerca de un siglo, inflando artificialmente su precio y disparando de ese modo su demanda. Los bolsos de diseñador se fabrican en secreto en las mismas fábricas deprimentes e inmorales de China que los jerséis de Old Navy. A pesar de todo lo que te hayan dicho, los precios elevados no indican necesariamente una calidad elevada. Y esto es especialmente cierto en el mundo de las marcas de moda de primera categoría.

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Según Euromonitor, una empresa de seguimiento de los mercados que tiene su base en el Reino Unido, el sobrecoste medio de los cosméticos de primeras firmas es de un astronómico 78 %. Una investigación llevada a cabo por el Daily Mail sobre el precio de Crème de la Mer, que se vende por £160 en el Reino Unido, reveló que el coste de los ingredientes básicos que incluye este icónico ungüento facial "no supera las £9,71".

Traducción: una crema que se vende por 242 dólares se fabrica por apenas unos 14 pavos.

Crème de la Mer no es más que una de las decenas de marcas de belleza fabricadas por Estée Lauder. Su fórmula procedente de la década de los 70 está horriblemente anticuada; de hecho, los propios científicos de Lauder han diseñado productos mejores y los ofrecen a los consumidores por tan solo una fracción del coste de la Mer, aunque sigan siendo precios artificialmente inflados. Aun así, la crema sigue siendo cara simplemente porque siempre ha sido cara.

"La fabricación de algunos productos para el cuidado de la piel que puedes encontrar en Sephora cuesta unos 2 dólares", afirma el químico experto en cosmética Perry Romanowski, "pero luego los venden por 300 dólares. Otros productos faciales pueden fabricarse por 50 centavos y se venden por 2 dólares". Si miramos la lista de ingredientes de estos productos, desde las marcas más prestigiosas a las más económicas, veremos que la mayoría contienen los mismos ingredientes (dimeticona, parabenos, dióxido de titanio, etc.) que la mierda que puedes comprar en el súper.

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Entonces, ¿por qué son tan jodidamente caros? Porque lo que estás pagando en realidad es la pompa, el marketing, los anuncios a dos páginas en las revistas de moda que te advierten de su existencia. Estás pagando más de la cuenta para justificar su valor.

Si fuera por mí, nunca compraría productos de belleza, pero cuando era una adolescente repleta de acné me abstuve de usar hidratantes, fondo de maquillaje y máscara de pestañas por "razones morales" (razones morales significa que me gustaba la música de las 'Bikini Kill') y me di cuenta de que la gente, tanto chicos como chicas, me trataban como… bueno… como si no fuera una persona . Al parecer, tener que enfrentarse a la dura e imperdonable realidad del rostro de una mujer en su forma natural resulta, para la mayoría, inaceptable. Y por eso me he resignado de mala gana al destino de por vida de salir de casa todos los días con la cara barnizada.

Sin embargo, soy un desastre insufrible, así que intento no pasar más tiempo del humanamente posible cuando me arreglo para salir y exponerme al ojo público. Vale, podría suponerse que, dado todo lo que he dicho sobre los precios artificialmente inflados de las marcas de belleza más prestigiosas, me compro el maquillaje en una tienda de todo a cien. Pues suposición incorrecta. Utilizo productos de marcas prestigiosas aun cuando mi sueldo anual apenas supera los cuatro dígitos. Y lo hago mediante el fraude, lo que yo denomino La Apropiación.

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Mi planteamiento es el siguiente: si la multimillonaria industria de la belleza va a intentar estafarme con precios escandalosos, ¿por qué no ganarles en su propio terreno?

La Apropiación empezó con un experimento: si compraba un fondo de maquillaje por 40 dólares en Nordstrom, lo usaba hasta que se gastara, ponía el frasco vacío en una caja nueva del mismo fondo de maquillaje que había comprado (en efectivo, por supuesto, para evitar dejar pistas) y lo devolvía, ¿me dejarían hacerlo? La respuesta es sí. Me dieron un recibo y la caja nueva recibió su propia etiqueta de devolución perteneciente a mi compra. La mujer que gestionó mi devolución ni siquiera abrió la caja, por amor de Dios.

La primera vez que lo conseguí, me sentí intocable, la fuerza de mi juventud me inundó como una marea. Rápidamente me volví adicta a esta sensación.

Aparte de mi inversión inicial de 40 dólares, no he vuelto a pagar un frasco de fondo de maquillaje en dos años.

Puede que te preguntes para qué necesito una caja nueva. Pues porque la mayoría de establecimientos no aceptan devoluciones después de 30 días, y a mí me cuesta unos cuantos meses gastar uno de esos elegantes fondos de maquillaje elaborados a base de plantas. Así que, con la caja nueva, el recibo y ninguna pregunta por parte de la dependienta, mi gasto en fondo de maquillaje se queda en cero.

El siguiente nivel de La Apropiación está dedicado a las cremas faciales, pero se trata de un proceso de dos pasos. En primer lugar, compra una crema hidratante en un todo a cien. Entonces haz como yo y sustituye con cuidado el contenido de la hidratante de 50 dólares comprada en Sephora, guardando extremo cuidado de que el frasco de crema de 50 dólares parezca totalmente intacto cuando lo devuelvas. Pero aunque parezca que lo has abierto, Sephora seguirá aceptándolo. Como pasa con Nordstrom, tienen una política de "¿no estás absolutamente encantada con tu compra? Devuélvela, ¡no te haremos preguntas!".

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Asegurarme de que todo está impecable me garantiza que no me vean como la estafadora que sin lugar a dudas soy. Las toallitas desmaquilladoras son el mejor amigo de un "apropiador": asegurándome de dejar impecables todos los productos que devuelvo, desde hidratantes a brillos de labios, parezco una persona legal y la apariencia lo es todo (por eso la sociedad ha dictaminado que debo llevar maquillaje para ser ciudadana del planeta Tierra).

Al final, no solo consigo echar el guante a productos de belleza de primera línea, sino que también obtengo la satisfacción de recibir un frasco de crema por valor de 50 dólares a cambio de un solo dólar (un beneficio de 49 dólares, que invierto en cosas mucho más importantes, como hacer la compra). El dinero que ahorro "apropiándome" de los productos que necesito para ser socialmente aceptable compensa de sobras el hecho de que nunca se aprobara la Enmienda de Igualdad de Derechos.

La última regla que debes saber para realizar La Apropiación con éxito es esta: expande tu círculo de acción. Sephora tiene una política contra los 'adictos a las devoluciones'. Si creen que estás abusando de su política de devoluciones, los empleados están autorizados a no aceptarlas. Yo lo evito yendo a tiendas diferentes en la mayor zona posible de esta metrópolis que yo llamo mi hogar.

Pero Evelyn, en este momento te estarás preguntando, ¿cómo lo consigues? ¿No te pone nerviosa que te pillen? Pues claro que sí. Pero también soy suficientemente lista como para, cuando devuelvo estos artículos de forma fraudulenta, actuar con tanta autoridad que mis acciones rara vez son cuestionadas. Cuando un empleado me mira mal o veo que su mano se desliza lentamente hacia el teléfono de Nordstrom para llamar a un gerente, redoblo mis fuerzas y recito fríamente la política de la tienda sobre "nada de preguntas". Nunca falla.

Pues claro que cometer fraude te coloca en el lado del mal, porque robar va en contra de la ley de Dios o lo que sea, pero si muestras la más mínima vacilación o debilidad, los de seguridad estarán ahí en un momento. Mostrarse indignada es un don. ¿La chica de la tienda quiere ver mi DNI para devolver la máscara de pestañas de Dior que he usado 30 veces? ¿Sabe ella quién soy yo? Simplemente insistiendo en que tienes razón, la tienes. Después de todo, no existe furia capaz de superar la de una mujer elegante temporalmente molesta. Llevar un perro pequeñito a su tienda a pesar de no ser un perro lazarillo consigue reforzar los argumentos de tu autoridad. Al final de todo, el que más chilla es el que se queda el botín.

¿Es ético lo que hago? No. Pero tampoco lo es el capitalismo.

Nota: No cometáis crímenes como "Evelyn Wong."