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Tranquilo, no importa quién gane: las elecciones no van a destruir EE.UU.

No hagáis caso a la retórica: ni la paz mundial está en juego ni Estados Unidos va a convertirse en una dictadura. Gane quien gane.

La parte de Estados Unidos donde vivo —una gran ciudad, liberal, con muchas opciones para echarse un 'brunch'— está preocupada por la posibilidad de que gane Donald Trump. Hablamos de gente que escucha obsesivamente podcasts sobre las elecciones, que se pasa el día "bromeando" con que se va a ir del país si los republicanos ganan, que tacha a Trump de fascista desde el año pasado. Cada elección presidencial es la más importante en la historia hasta la siguiente, pero el temor en 2016 no es únicamente que los republicanos tomen el control del gobierno sino que, con ello, tenga lugar el fin de la democracia misma.

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Todo el mundo, desde Glenn Beck hasta el documentalista Ken Burns, ha comparado a Trump con un dictador tipo Hitler. "Estados Unidos es un caldo de cultivo para la tiranía", declaró Andrew Sullivan para New York Magazine en mayo. "Ahora, una dictadura estadounidense es una posibilidad realista", escribió Mario Loyola en National Review, una revista de derechas pero anti-Trump, en febrero de este año. "Donald Trump socava la legitimidad de nuestra democracia", fue el titular de un artículo que publicó Michael A. Cohen en la sección de opinión de Boston Globe en octubre. "El éxito de Donald Trump demuestra una debilidad espantosa en la democracia estadounidense", señaló Ezra Klein en Vox este lunes. "Esto suena como una hipérbole. Pero, ¿lo es?", pregunta Klein.

Pues ya que pregunta: sí, lo es. Pero se combina con la hipérbole de las partes de Estados Unidos que son totalmente diferentes a ese Estados Unidos que me rodea: gente conservadora que posee armas y que vive en zonas rurales, donde casi no hay sitios para irse de brunch. A muchos estadounidenses les preocupa la victoria de Hillary Clinton tanto como a las personas que me rodean les preocupa la de Trump.

"Esta es la última oportunidad para salvar a Estados Unidos de la ruina", dijo un miembro de la milicia de derechas a Reuters durante los ejercicios de preparación para el caos posterior a las elecciones. Los partidarios de Trump encuestados por el The New York Times el mes pasado mencionaron la posibilidad de una elección fraudulenta, una revolución y un "derramamiento de sangre" si Clinton trataba de quitarles sus armas. "El 8 de noviembre voy a votar por Trump, y el 9 de noviembre, si Trump pierde, voy a tener listo mi mosquete", escribió Joe Walsh, ex congresista de derechas, en un Tweet muy compartido (y ridiculizado).

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Walsh no va a tomar su mosquete si Clinton gana por la misma razón que todas esas celebridades que amenazan con abandonar EE.UU para irse a Canadá no van a cumplir su amenaza: comenzar una revolución o renunciar a la vida que conocen requiere un esfuerzo mucho mayor que hacerse el rudo en los días previos a una elección. Los votantes están asustados y enojados pero hay unos cuantos, muy pocos si acaso, que están preparados para hacer algo más que publicar quejas de 5.000 palabras en Facebook. Y aunque creamos que Trump o Clinton van a ser pésimos presidentes, eso es lo máximo que van a llegar a ser: un presidente, con todas las restricciones y los obstáculos que vienen con ese puesto. Estas son algunas restricciones que van a impedir que alguno de ellos transforme Estados Unidos en algo irreconocible.

Si Hillary Clinton gana

Empecemos con el resultado más probable de estas elecciones: si Hillary Clinton gana, su mandato va a comenzar con el pie izquierdo. Quienquiera que gane el Despacho Oval, la cámara de representantes va a seguir siendo republicana. Eso significa que va a ser sumamente hostil con Clinton, va a estar pendiente de todos sus errores y va a bloquear cada proyecto dirigido por los demócratas. Aun con una ligera mayoría en el senado, va a ser difícil que el Poder Ejecutivo apruebe los planes de Clinton, algo que puede resultar muy problemático cuando se trate de asuntos importantes, como el control de armas y la reforma migratoria.

Con respecto a las armas, "No hay nada que Clinton pueda hacer que sea legal y que Obama no haya hecho ya", dijo John Hudak, investigador principal del programa de estudios sobre gobernabilidad de la Institución Brookings. "La ley es bastante clara en sus limitaciones estrictas sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer con respecto a las armas a través del Poder Ejecutivo. Para eso está el Congreso".

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La reforma de inmigración también necesita la aprobación del Congreso. Lo máximo que podría hacer Clinton, según Hudak, es reimplementar algunas políticas de la era de Obama que fueron bloqueadas por los tribunales con la esperanza de que la Corte Suprema las ratifique esta vez. Si Clinton gana, podría llenar el vacío que dejó la muerte del juez Antonin Scalia al cambiar la composición de la Corte Suprema.

Esa capacidad para designar a los jueces va a ser probablemente el poder más importante de Clinton. En esta área, Hudak no cree que los republicanos obstruccionistas puedan detenerla, ya que algunos republicanos moderados del senado, como Susan Collins de Maine, probablemente no estén dispuestos a formar parte en un "ataque total" en los nombramientos judiciales de Clinton.

La política exterior es el área donde la presidenta Clinton (o el presidente Trump) va a estar menos restringida por el congreso. Esto significa que el ejército estadounidense podría involucrarse más en Siria y seguramente implica una campaña continua contra ISIS. Sin embargo, aunque muchas palomas y anti-intervencionistas, tanto de derecha como de izquierda, estén preocupados por la agresividad documentada de Clinton, nadie cree que el aumento del poder presidencial en lo que respecta a la política exterior (una tendencia que lleva décadas) sea una señal del fin de la democracia o algo por el estilo.

Si Donald Trump gana

Trump entraría a la Casa Blanca con un congreso mucho más amistoso que Clinton y no debemos minimizar los efectos de su presidencia. Trump podría retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. También podría unirse con los legisladores republicanos para revocar Obamacare, con lo que privaría a millones de estadounidenses de las pensiones que tienen gracias a la Ley de protección al paciente y cuidado de salud asequible. Incluso podría deportar más inmigrantes indocumentados que Obama. La política exterior de Trump es incoherente por muchas razones pero tendría el mismo poder que cualquier otro presidente para promulgarla.

El muro va a ser una consideración extraordinariamente costosa, México no va a pagar por él ni tampoco el Congreso de Estados Unidos

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Pero no olvidemos que hace ocho años Barack Obama asumió el cargo con mayoría en la Cámara y el Senado, pero se enfrentó a obstáculos increíbles en la ruta hacia la aprobación del Obamacare. Trump va a tener problemas similares en su distintiva política del muro fronterizo.

"El muro va a ser una consideración extraordinariamente costosa, México no va a pagar por él ni tampoco el Congreso de Estados Unidos", advirtió Hudak. Los demócratas se opondrán al muro, al igual que los republicanos que están a favor de una reforma migratoria integral o que se oponen a un gasto masivo.

"Muchas de las ideas que Trump ha presentado no sólo son impopulares con los demócratas, sino también con muchos republicanos: la cifra es suficiente como para hacer que pase momentos difíciles", dijo Hudak.


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La otra política distintiva de Trump, la restricción de la inmigración musulmana, sería más factible, porque como me dijo Hudak, "los presidentes tienen la habilidad para aplicar las reglas con respecto a la entrada de extranjeros a Estados Unidos y la emisión de visas". Aunque la prohibición total de todos los musulmanes que ingresen a Estados Unidos podría ser inconstitucional, la administración de Trump probablemente podría encontrar alguna opción menos drástica que no sería rechazada necesariamente por los tribunales.

A Trump le sería más fácil que a Clinton promulgar unilateralmente sus planes de inmigración. "Es más fácil que un presidente bloquee la entrada a la gente que cambiar las reglas que permiten la entrada a la gente", explicó Hudak.

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La abolición de Obamacare se complica cuando tienes que explicar a los votantes lo que
eso significa

Pero lograr que se cumplan los otros objetivos de Trump va a ser complicado. Trump nombraría a jueces conservadores de la Suprema Corte, pero los jueces tienden a ser más liberales con la edad. Los republicanos emitieron recientemente votos decisivos en las decisiones que respaldan Obamacare y que anulan la prohibición del matrimonio homosexual. La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París devastaría los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático, pero también podría convertir a Estados Unidos en un "paria diplomático", según la AFP. La abolición de Obamacare suena fácil, pero se vuelve difícil cuando tienes que explicar a los votantes lo que eso significa.

"Los republicanos ignoran completamente cuáles serán las consecuencias de abolir Obamacare", señaló Hudak. "La gente estará encantada de que ya no haya Obamacare, y luego se pondrá furiosa de que su hijo de 25 años ya no esté asegurado", entre otras partes ampliamente populares de esta ley que desaparecerían.

"Cuando se hace una encuesta de opinión pública sobre el tema, todos odian el Obamacare, pero les agradan muchos de sus elementos", añadió Hudak.

Como Obama aprendió, tener una mayoría en el senado no sirve de mucho si no tienes los 60 votos necesarios para romper un filibusterismo (una técnica de obstruccionismo parlamentario). Es cierto que los republicanos podrían promulgar un cambio de reglas con una mayoría simple que acabaría con la obstrucción; Jonathan Chait de New York y otras personas piensan que esto sucederá muy pronto, con el nombramiento del ganador del martes.

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Sin embargo, esta medida —la "opción nuclear", como se conoce— crearía un nuevo nivel de hostilidad en el senado, y el partido de oposición tendría otras herramientas para obstruir la legislación. "Los demócratas todavía podrían detener las cosas en el Senado si se eliminara el filibusterismo, en vista de que el trabajo que se hace en el Senado se realiza mediante Acuerdos de Consentimiento Unánime", señaló Hudak. "El partido que elimine la obstrucción podría arrepentirse".

El peor escenario sería que Trump promueva una política inconstitucional concebida durante una sesión de Twitter de última hora (prohibir a los musulmanes poseer armas, por ejemplo), que ésta sea bloqueada por los tribunales, pero que él se niegue a acatar la decisión.

"Francamente, es un hombre que tiende al berrinche cuando no consigue lo que quiere", dijo Hudak. "Hemos tenido presidentes de este tipo antes: Andrew Jackson era así, desafiaba las órdenes judiciales, algo que sucede de vez en cuando".

El sistema funciona porque hay controles de poder, y la capacidad para lidiar con situaciones en las que se abusa de él

Correspondería al Congreso controlar al presidente Trump. Podría hacerlo a través de la censura, rehusar la financiación de un programa inconstitucional, o mediante la destitución de su cargo. Si todo sale mal, el presidente de la Cámara Baja, el republicano Paul Ryan, podría sostener el futuro de la república en sus manos. Pero incluso si ese futuro se produce y las tres ramas se ven involucradas en un conflicto abierto, no significaría el fin de la democracia.

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"De hecho, sugiere que la democracia estadounidense está funcionando", contó Hudak. "No es un sistema en donde no existe la capacidad de abusar del poder. Pero el sistema funciona tan bien porque hay controles de poder, y una capacidad para lidiar con situaciones en las que se abusa de él".


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Es fácil perderse en la frenética retórica que han provocado estas elecciones. Pero Estados Unidos siempre se ha preocupado. Nuestra política siempre ha sido sucia. Podría darte escalofríos que alguien te diga que Clinton va a confiscar tus armas, o que alguien te diga que Trump nos llevará a la guerra nuclear, pero en 1800, los documentos advertían que si Thomas Jefferson era elegido "veríamos a nuestras esposas e hijas como víctimas de la prostitución legal". Las cosas siempre son más oscuras antes del Día de las Elecciones.

"Ahora miramos el partidismo en nuestra política y la polarización entre nuestros partidos y vemos un escenario donde parece que el Congreso no va a detener a un presidente del mismo partido", dijo Hudak. "Pero en momentos como esos, en los que un presidente está alterando gravemente el orden constitucional, creo que se sorprenderían de lo rápido que el Congreso deja de ser rojo y azul y comienza a ser protector de la república".

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