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amor y odio al ídolo

Caídos del pedestal: cuando las estrellas conocen a sus ídolos

Las grandes estrellas también tienen a sus ídolos, y no siempre son historias con final feliz: algunos han acabado a patadas... y otros han robado la esposa al tipo al que idolatraban.
PA Images

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Ídolos. Todo el mundo tiene alguno, pero no todos podemos serlo. Aquí en VICE Sports no somos psicólogos en absoluto, así que no podemos darte una explicación científica de por qué las estrellas del futuro sienten atracción por los cracks del presente.

Lo que sí podemos hacer es alguna que otra suposición educada: la maleabilidad de la juventud; los efectos de la sobreexposición a la televisión; nuestro instinto humano de imitación… vaya, el rollo de siempre.

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Lo bonito de la idolatría para un deportista es que existe la posibilidad de conocer a tus referentes dentro de los recintos deportivos. Me explico: ese es el caso cuando tú también resultas ser asquerosamente talentoso en algún deporte y posees una determinación enfermiza que podría asociarse con aquellos niños que solo quieren escuchar la misma historia antes de dormir una y otra vez.

-"¿Cómo le haces para jugar mejor que el de la Play? Sabes que para mi siempre serás el mejor" Pablo Aimar a Messi pic.twitter.com/oTfz0fFU1M
— Xavi (@XaviSol_) June 24, 2016

Con el paso del tiempo, los deportistas llegan a la cima de su deporte e incluso sobrepasan el nivel de sus ídolos; algunos llegarán a competir contra ellos. El deporte está cargado de historias fascinantes al respecto: ídolos convertidos en rivales, ídolos que pasan a ser el peor de los enemigos y, en alguna ocasión, ídolos que acaban siendo mejores amigos.

Pongamos por ejemplo al argentino Lionel Messi, que quizás tenga la memoria algo difusa ya que en 2002 declaró que Pablo Aimar era "el jugador al que más admiraba". En 2015, por el contrario, nombró al brasileño Ronaldo como "el futbolista con más talento" que jamás haya visto.

Una de dos: o Leo es un maestro de las palabras, o es un poco olvidadizo; pero vamos, que no estamos aquí hablar de semántica Leo —buf, ¡que alivio!—, así que daremos por buena su primera respuesta.

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Messi y Aimar solo se enfrentaron una vez —en la victoria del FC Barcelona por 2-0 ante el Benfica en la Champions League de la temporada 2012–13. Estar rodeado de tus ídolos puede tener un efecto sorprendente en casi todos. Cuando acabó el encuentro, Messi se acercó a Aimar entusiasmado: apenas lo podía creer.

Es extraño ver a una estrella de dicha envergadura tan perpleja. Este es el poder de la admiración en la niñez: es lo genial de idolatrar a alguien. Es muy probable que Messi, sin importar cómo de exitoso sea en comparación con Aimar, siga teniendo un cojín en su cama con la cara de Pablito.

A veces las cosas funcionan de maravilla, pero en otras ocasiones los deportistas se topan con sus ídolos de la infancia y descubren que en realidad no hay para tanto. Tal vez, los ídolos descubren que los que apestan de verdad son ellos. Suele pasar.

Pongamos el ejemplo de dos futbolistas argentinos —¿por qué siempre Argentina?— se vieron recientemente involucrados en un triángulo amoroso que parece sacado de una telenovela. Mauro Icardi, el ahora delantero del Inter de Milán, probablemente se metió en la cama con la cara de Maxi López empapelada en las paredes de su habitación de infancia.

Ahora, sin embargo, Icardi se lleva a la cama a la ex esposa de López, la actriz Wanda Nara… y claro, no es lo mismo.

Con carreras separadas por nueve años, Icardi y Maxi se cruzaron dos veces: una vez en el FC Barcelona, cuando López estaba en el primer equipo e Icardi era solo un niño, y después en la UC Sampdoria, cuando Maxi recaló en el equipo lígur tras una cesión.

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Los dos argentinos se hicieron buenos amigos y se daban consejos dentro y fuera del estadio… al menos hasta que la relación entre López y Wara Nara se fue al garete porque precisamente su 'colega' Icardi robó el corazón a su mujer.

En Italia acuñaron una frase popular para ponerle un poco de humor al asunto: Se tua moglie torna a casa tardi, se la bomba Mauro Icardi. Creo que a nadie se le escapa la traducción. Maldita gracia que le hizo a Maxi, por cierto.

Con ambos en la Serie A, los duelos entre el Inter de Milán —donde jugaba Icardi— y el Torino FC —el equipo de Maxi— fueron rebautizados por la prensa italiana como los Derbis de Wanda. Por supuesto, Maxi no saluda a su ex-amigo cuando se encuentran sobre el campo.

Icardi, por cierto, respondió a los desaires de Maxi de una forma… ehm, especial. El tío se tatuó, y no es broma, la cara de los tres hijos de su excompañero, excolega y exesposo de su actual mujer. Pues sí, digno de telenovela.

No solo en el césped encontramos casos de idolatrías truncadas. En los deportes individuales, las anécdotas de referentes que cayeron abruptamente del pedestal son tremendamente numerosas; las historias de ídolos que se convierten en rivales rara vez acaban con un final feliz.

Saltemos de los campos de fútbol a los circuitos, por ejemplo. El Mundial de MotoGP presenció el año pasado un tremenda rivalidad entre el legendario Valentino Rossi, que volvió a su máximo esplendor tras años de sequía, y sus herederos Jorge Lorenzo y Marc Márquez. Los españoles crecieron admirando a Rossi, pero terminaron involucrados en una batalla inesperada —aunque en realidad inevitable— por el dominio.

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Rossi y Márquez …ídolo y niño se encuentran hoy en el podio …grande Rossi y grande Márquez pic.twitter.com/mJNzcd65lB
— kicho sc (@KilloLion) June 29, 2013

Durante la temporada pasada, Márquez y Valentino sostuvieron una contienda deportiva que alcanzó su cenit en el GP de Malasia. Allí, a pocas vueltas para el final, Rossi soltó una famosa patada que terminó con el piloto catalán por los suelos: la relación entre ambos, que ya pasaba por un periodo turbulento, se truncó definitivamente.

Lorenzo, que pasaba por allí —y que por cierto acabó ganando el Mundial, aunque nadie parece recordarlo—, tampoco pareció demasiado feliz con el lance. Hay que decir que el carácter del mallorquín no es especialmente propenso a hacer amigos, pero aún así se hizo palpable su descontento.

El desgraciado fallecimiento del piloto de Moto2 Luis Salom consiguió reconciliar, al menos temporalmente, a Márquez y a Vale. Fue un buen epílogo para una historia triste que nos habla de la dificultad de bajar a la tierra a alguien que has tenido en los cielos. Al final, quizás sí que tú y yo lleguemos a ser algún día los ídolos de alguien: entonces deberemos estar preparados para dar nuestra mejor cara.

El autor es otro tipo cualquiera, pero se comporta como un auténtico ídolo en Twitter: @MrDavidWhelan