Algunas cosas valen mucho la espera. Aún es discutible si las cronuts o perder tu virginidad caben dentro de esa categoría, pero una cosa sí y es la pasta casera.Sí, sí, la seca está bien. Ponla en agua con sal durante la cantidad correcta de minutos y aún así puedes disfrutar de unos fideos al dente. Pero la pasta casera tiene una textura mágica que no puede ser igualada por productos comprados en la tienda. Es por eso que un restaurante italiano estará orgulloso de decir que su tagliatelle está hecho en la casa.
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Marc Vetri, por ejemplo, sabe la importancia de un plato de pasta bien hecho. En primer lugar, el hombre está al centro del imperio familiar de restaurantes Vetri; y en segundo lugar, ha escrito un amplio libro de cocina sobre el asunto llamado Mastering Pasta. Pero lo más importante, te dirá, es la harina. Basta de esa basura en bolsitas del horrible supermercado local. Aprende a conocer tu trigo.Haz tu masa. Usa uno de esos utensilios de cocina anticuados conocidos como rodillos. No vas a hacer ravioles instantáneos en una taza de plástico de la gasolinera. Después rebánala, córtala, enróllala o moldéala en la forma que quieras: pappardelle, capellini, linguine, cavatelli, o incluso bucatini —esos fideos largos, delgados y huecos–.
Inspirados en los fideos de ajonjolí de la Dinastía Han, estos bucatini con pesto de almendras picoso convertirá tu noche en un sueño pasta cremosa. Ajo, aceite de oliva, parmesano y jalapeños forman una salsa simple que hace juego con lo italiano. (Demonios, con toda su sofisticación, la salsa es la maldita parte fácil.)A veces está el camino fácil, y otras veces está el camino hacia la majestuosidad de hacer verdadera pasta. ¿Cuál tomarás?