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Comida

Los adolescentes no saben cocinar y no les importa

Es quizás el estudio más tonto del mundo, pero los resultados demuestran que los adolescentes del 2015 están podridos.

Aquí viene una noticia que no va a sorprender absolutamente a nadie, aunque sí le va a dar a tu vecina solterona mucho de qué hablar sobre los jóvenes de estos días.

Un estudio recientemente publicado en el Periódico de Salud Pública examinó el poder culinario —o falta del mismo— en los adolescentes. El estudio fue publicado como parte de un trabajo conjunto de las universidades de Newcastle, Lancaster y Durham en el que encuestaron un grupo de estudiantes de entre 16 y 20 años acerca de su relación y actitud alrededor de la comida y la cocina.

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¿Los resultados? Pues no fueron buenos. ¡A los valientes investigadores les gustaría que prestáramos atención a sus advertencias!

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Los jóvenes —¡oh sorpresa!— no pueden cocinar un carajo.

¿Pero esto les preocupa a los jóvenes? Claro que no, vejete. Porque son unas personas muy activas y con múltiples intereses.

Este es el estudio más tonto de la historia. Es como decir que está comprobado que las cangureras ya no se usan, o como escribir un informe oficial diciendo que a los manatíes les encanta la lechuga. Pero mucho más divertido es el hecho de que hay adolescentes que creen que saben cocinar, pero no tienen ni idea de lo que significa cocinar, pues piensan que abrir un envase y calentarlo en el microondas cuenta como cocina.

Los investigadores encontraron que la comida "casera" popular es un pan tostado con queso. (Ok, necesitan enterarse de que los sándwiches pueden ser realmente deliciosos.) El uso del microondas fue también popular entre los encuestados. "Sólo aviento algo dentro del microondas cuando llego a casa", dijo una joven. Chef's Table hubiera sido infinitamente mejor si hubieran consultado a unos de estos jóvenes gourmands.

Y como siempre, el reinado lo tiene la comida rápida. "Rollos de salchichas, pasteles y donas" fueron elegidos como los preferidos entre los participantes del estudio. Los investigadores continúan su descripción con leve disgusto: "McDonald's fue considerado como una opción saludable por uno de los participantes porque sirven ensaladas allí". ¿Lo más alarmante de todo?: "Tampoco les preocupa su salud, y creen que el hacer ejercicio compensará una dieta pobre", de acuerdo con el estudio.

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¿Qué está pasando con la juventud?

Unos estudios recientes muestran que, de hecho, lo que comes puede ser mucho más importante que el hacer ejercicio, al menos en lo referente a la pérdida de peso. Según una serie de estudios hecha por el New York Times, "cuando necesitas alcanzar un peso saludable, lo que comes es mucho, mucho más importante que hacer ejercicio".

La razón de esto es que es muy fácil consumir calorías, y es muy difícil quemarlas con actividad. ¿Media hora de basquetbol? Tal vez 150 calorías. ¿Andar a toda velocidad en bicicleta por tu barrio mientras te persiguen unos Rottweilers? Doscientas calorías si tienes suerte. ¿Intentar nadar un poco en la piscina? Digamos que unas 350, pero sólo a causa del estrés que provoca el tener que soportar el vestuario del club.

¿Y las calorías promedio de una comida? No mames: mucho más de lo que crees.

La gente generalmente desestima su consumo de calorías: y más aún, el promedio de calorías que generalmente se obtiene en un restaurante es de casi novecientas. Espero que te diviertas tratando de deshacerte de todas esas calorías con ejercicio.

Y es por todo esto que el cocinar es tan importante.

La conclusión de los investigadores británicos es ésta: "Los jóvenes no tienen ni la confianza ni la habilidad que se requiere en la cocina, y muchos consideran calentar pizza en el microondas como cocinar".

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¿Su consejo? Una advertencia, una grave advertencia a la que se debe escuchar con mucha atención: "Las normas de comportamiento meritan más exploración para esta población que transita entre la adolescencia y la edad adulta".

¡Qué buen consejo! Voy a escribirle una carta al Instituto Nacional de Salud una vez que descubra un estudio acerca de cómo los estudios sin sentido alguno son financiados.