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de tenistas y pavos reales

La gran 'Batalla de los Sexos' que se jugó con una raqueta en la mano

A veces el mundo sufre una absurda obsesión para dilucidar si los hombres o las mujeres son mejores en algo. ¿Por qué?
Imagen vía Twitter

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Recientes estudios han descubierto que el pavo real miente para tener más éxito con las hembras. Va de guapo, levanta la cabeza más de la que seria su posición normal, estudia a los demás machos para luego copiar sus movimientos… y cuando tiene que comunicarse con el ejemplar femenino que tenga más cerca, grita. Grita mucho más de lo necesario, de hecho, para que también las demás hembras cercanas le oigan. La idea es que se acerquen, para que a su vez otras hembras piensen, "anda, cuántas chicas tiene este pavo, ¿no?".

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Si Darwin se hubiese despertado hace unos días, hubiese encendido el televisor y hubiese puesto el programa de Jimmy Kimmel, probablemente se habría cuestionado su propia teoría de la evolución al escuchar el ex campeón de tenis John McEnroe. El bueno de John aseguró que la gustaría jugar un partido contra Serena Williams para demostrar a sus hijas que la ganaría sin problemas.

En las palabras de McEnroe era fácil reconocer los colores de las plumas de un cualquier pavo real; si te fijabas, de hecho, podías ver cómo abría y movía la cola multicolor. Su declaración sonó como el grito desesperado de quien intenta conseguir un poco más de atención por parte de un mundo que poco a poco le está olvidando.

Un pavo real en la típica posición que estos animales suelen adoptar para impresionar a ejemplares del sexo opuesto. Imagen vía Pixabay.

McEnroe, sentado en el sillón de Jimmy Kimmel, agitó su florida cola y levantó el cuello mucho más de lo natural cuando dijo que no aceptaría nunca una derrota contra Serena, porque luego le sería imposible volver a entrar en un vestuario masculino durante el resto de su vida. Eso fue lo que podríamos definir como la confundida flatulencia de un viejito vanidoso que evidentemente tiene muchos menos ojos mirándole de lo que le gustaría.

McEnroe no es el primer tenista que utiliza el deporte como medio para intentar confirmar inútilmente una supuesta supremacía masculina sobre las mujeres. Para contaros la historia más famosa en esta categoría de la estupidez humana hace falta viajar a 1973: en ese año, los Pink Floyd sacaron su álbum The Dark Side of The Moon, la guerra en Vietnam se acabó de una puñetera vez y el escándalo de Watergate hizo avergonzar a los Estado Unidos. Viendo el movimiento feminista en auge, un hombre decidió que era un buen momento para liarla y salir por la tele.

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El tipo se llamaba Bobby Riggs. Por puro orgullo —y clara estupidez—, decidió que a sus 55 años podría vencer a cualquier tenista femenina que quisiera y del nivel que quisiera.

John McEnroe cuando aún molaba. Imagen vía WikiMedia Commons.

Bobby Riggs, probablemente aburrido con su vida de ex tenista, decidió poner 5.000 dólares como recompensa para la mujer que tuviese el coraje de competir contra él. Su intención era demostrar de forma definitiva una presunta superioridad masculina en los deportes. No contento con ello, Riggs pensó que su mejor rival era una tenista estadounidense de fama mundial: nada menos que Billie Jean King.

La elección no era en absoluto inocente. King era una reconocida defensora de los derechos civiles de las mujeres y luchaba por la paridad de sexos en la disciplina del tenis; no en vano había sido la gran impulsora de la WTA en el mismo 1973.

Por desgracia (o no) para Riggs, King no aceptó la invitación. Sí lo hizo la australiana Margaret Court, que en aquel entonces tenía 30 años y estaba en el primer lugar de la clasificación de las mejores tenistas del mundo. Court, que había jugado contra hombres mucho más en forma que Riggs en los entrenamientos, quizás pensó que sería muy sencillo derrotar al bocazas y le infravaloró.

El 13 de mayo de 1973, en la ciudad de Ramona, California, Riggs venció a Court en solo 57 minutos y dos sets, humillando literalmente a la tenista con un 6-2 y 6-1. Esa jornada se bautizó como la 'Masacre del Día de la Madre', ya que se jugó justo en el día dedicado a las madres.

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Aquel partido, que fue la 'batalla' antes de la verdadera 'guerra', le había funcionado a la perfección a Riggs: por un lado le había dado todo lo que necesitaba en términos de atención por parte de los medios —dándole motivos para insistir en sus ideas retrógradas— y por otro lado hizo que Billie Jean King tuviese que aceptar la invitación del ex tenista para demostrar al mundo entero que las suyas eran solamente las palabras de un pavo real en busca de atención.

Todo estaba listo.

Margaret Court (a la izquierda) en un partido de dobles en 1970. Imagen Vía Wikimedia Commons.

En la verdadera Batalla de los Sexos, 30.472 personas llenaron el estadio Astrodome de Houston —el público más grande que jamás se hubiera congregado para ver un partido de tenis. 50 millones de personas siguieron el encuentro desde sus casas por televisión. Los ciudadanos de EEUU, agotados tras la dolorosa guerra de Vietnam, querían entretenerse, y ese partido reflejaba perfectamente lo que todo el mundo pedía en esos momentos: olvidar el horror del conflicto y preocuparse por otros problemas —no menos importantes, ojo.

El hecho de que el partido no fuese válido para ningún torneo permitió que los contendientes se presentaran cada uno a su manera. Por un lado, King entró en campo como una Cleopatra moderna, circundada de plumas rosas y transportada sobre una elegante colchoneta sostenida por cuatro chicos semidesnudos disfrazados de 'esclavos antiguos'. Riggs, que no pensaba ser menos, llegó en un vagón traído por modelos.

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Al revés que Court, King llegó súper preparada al encuentro desde el punto de vista atlético y táctico. La tenista abandonó su estilo habitualmente ofensivo y se decantó por un juego más paciente desde el fondo del campo, destruyendo la defensa de Riggs y obligándolo a correr de un lado a otro del campo para seguir la pelota. King no podía perder, porque sabía que si perdía "habríamos vuelto 50 años atrás, habría destruido el tour femenino y habría decepcionado muchísimo a mis colegas mujeres", según sus propias declaraciones.

No pasó nada de todo eso: Billie Jean King se impuso con facilidad con un juego preciso y elegante por 7-4, 6-3 y 6-3. No perdió ni un set y se llevó a casa el premio de 100.000 dólares.

Libros, camisetas y merchandising que surgió naturalmente alrededor de 'la batalla de los sexos'. Imagen Vía Wikimedia Common.

Sería demasiado simple describir a Riggs como sencillamente un idiota —o un 'cerdo machista', como él mismo se etiquetó—, porque haciendo así haríamos feliz al mismo Bobby; al fin y al cabo, lo que pretendía era que le hicieran caso, y la mera existencia de este artículo implica que en el fondo tuvo cierto éxito. Riggs, de hecho, no ha sido el único en servirse del conflicto entre géneros para captar la atención; cientos de personajes de medio pelo han utilizado la misma técnica para que la gente les hiciera caso.

Justo después del partido se generó un rumor según el cual Riggs habría perdido a propósito para ganar dinero con las apuestas y tapar sus múltiples deudas. Bobby jugó un partido realmente mediocre, y algunos apuntaron a que estaba tan desesperado que habría sido capaz de dejarse ganar solo por pasta. Otros sugieren que la mafia le habría pagado entre 200.000 y 550.000 dólares para que perdiese.

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Sin embargo, la versión mayoritaria es que Riggs era un cabrón demasiado orgulloso como para jugar a perder —y menos, conociendo su sexismo, contra una mujer. El 'cerdo machista', como él mismo se definía, falleció en 1995 y hasta entonces siempre negó que hubiese perdido aposta; sencillamente aseguraba que no había tenido su día.

September 21, 1973: Billie Jean King beats Bobby Riggs in tennis' Battle of the Sexes | BT http://t.co/jmO4sWvIrn pic.twitter.com/f5oA0c9wwW
— Universal Tennis (@UniversalTennis) 21 Settembre 2015

La cola del pavo real se cerró ese día. El partido cambió muchas más vidas de las que podría parecer: hay que pensar en la pequeña chispa que ese encuentro generó en la mente de muchas mujeres de la época, que debido a la educación sexista nunca se habían planteado la posibilidad de que las supuestas diferencias entre sexos —en casa, en el trabajo y en el deporte— quizás no eran tales.

Pasados los años, King aseguró que después del partido muchísima gente le llamó y le paró por la calle para felicitarla y asegurarle que por fin habían encontrado el coraje para pedir un sueldo mejor en el trabajo, luchar por los propios derechos de forma decidida o simplemente cambiar las rígidas reglas de convivencia en los hogares. Lo que en apariencia no fue más que un partido de tenis significó mucho para el movimiento feminista en general.

Con los años se jugó otra Batalla de los Sexos, y a lo mejor se jugará otra en el futuro, pero nos da igual: difícilmente ninguna volverá a tener la fuerza que tuvo la original. Riggs y King, después de todo, se hicieron amigos por increíble que parezca. A Riggs se lo llevó un cáncer: un documental de la HBO asegura que poco antes de su muerte recibió una llamada de King. "Te quiero", le dijo con sinceridad, y añadió: "Al final lo hemos logrado: hemos hecho la diferencia".

Esta fue la última vez que hablaron: al día siguiente, Bobby falleció a los 77 años.

6-4,6-3,6-3 @BillieJeanKing sweeps Bobby Riggs in the Battle of the sexes #otd in 1973: http://t.co/igCFGdzbMK pic.twitter.com/SUvF6zzPsR
— Witnify (@Witnify) 20 Settembre 2015

La reflexión que nos queda es que tal vez Riggs, el pavo real, no fuera tan malo como parecía. El hecho de que dos enemigos de toda la vida al final se hicieran en amigos no es nada nuevo, y prueba una vez más que, aun con todos nuestros defectos, al final somos seres humanos.