Identidad

Frases que dijeron tus padres que te perjudicaron, según expertos

“Si no te apuras, te voy a dejar atrás”: una prueba más de que todos tus problemas son totalmente culpa de tus padres.
Vincenzo Ligresti
Milan, IT
ÁG
traducido por Álvaro García
Ilustración de una mujer mirando su reflejo en el espejo y llorando
Ilustración: AdobeStock/KovtunArt.

Artículo publicado originalmente por VICE en italiano.

Los padres de todo el mundo tienen un vocabulario siniestramente similar para lidiar con el mal comportamiento de sus hijos: “Date prisa o te voy a dejar atrás”, “Come tu comida, hay niños muriendo de hambre en el mundo”, “¿Por qué no eres más como tu hermana?”. Este tipo de frases abarcan distintos países, culturas e idiomas y, según algunos expertos, es posible que hayan afectado nuestras mentes cuando éramos niños.

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Lorenzo Naia, un experto en comunicación infantil, maestro, niñero y autor de libros para niños radicado en Turín, dice que estas cosas “a menudo las dicen los padres a la ligera, superficialmente, sin darse cuenta de que sus hijos están absorbiendo sus señales”. La pedagoga y educadora Annalisa Falcone está de acuerdo. “Los niños internalizan los mensajes de nuestros comportamientos, de lo que decimos, del tono en que lo decimos”, señala.

En una búsqueda por justificar echarles la culpa a mis padres por todos mis problemas, les pregunté a ambos expertos qué pensaban sobre las frases más comunes que se usan para disciplinar a los niños y cómo podrían reemplazarse con mensajes más saludables. 

Cuando los padres amenazan con abandonar a sus hijos

“Si no te apuras, te voy a dejar atrás”.

“Si haces esto, mamá/papá se irá”.

“Cuando los padres dicen estas cosas, inculcan miedo en sus hijos solo para alcanzar su meta más rápido”, dice Falcone.

El problema: Ambos expertos coinciden en que los niños temen al abandono más que a cualquier otra cosa, incluso la muerte. Si bien un niño aprenderá gradualmente a temer a la muerte a medida que crezca, “el miedo al abandono es innato, tanto que los bebés a menudo lloran solo para asegurarse de que su cuidador esté allí”, dice Naia.

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Debido a estos problemas de abandono instintivo, los niños deben saber que siempre pueden contar con el apoyo de sus padres. “Como padre, debes dejar en claro [a tus hijos] que es posible que no siempre estés de acuerdo con ellos y que podrías enojarte, pero que siempre pueden confiar en ti y que no dejarás de amarlos y apoyarlos”, continúa Naia. “Sin embargo, amenazar con abandonarlos les envía el mensaje de que existe la posibilidad de que no estés allí para ellos”.

La solución: Los padres suelen utilizar estas frases cuando tienen prisa por marcharse de algún sitio o para asegurarse de que su hijo no se pierda. “Una forma [de mejorar el mensaje] es volver positivas esas oraciones”, dice Naia. En lugar de decir: “Si no haces X, yo haré Y”, puedes decir: “Si haces esto por mí, yo haré esto por ti”.

Según Falcone, también puedes probar frases como: “Está bien, te daré diez minutos para terminar de jugar en el columpio y luego nos vamos”. La pedagoga añade: “Esto ayudará al niño a aprender conceptos importantes como llegar a un acuerdo”.

Cuando los padres amenazan o chantajean a los niños

“Si gritas te enviaré a un internado”.

“Si no te portas bien, espera y verás qué te pasa”.

“Si no haces tu tarea, no te compraré ese juguete”.

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Los padres suelen decir este tipo de cosas principalmente para evitar que sus hijos se porten mal. Pero, según Falcone, este tipo de frases “son más un atajo para los adultos, no les enseñan a los niños una lección real”.

El problema: Naia dice que la psicología y la pedagogía infantil desalientan a los padres a pensar en términos de imponer castigos, porque el niño reaccionará en función de su miedo a ser castigado, en lugar de pensar realmente en su comportamiento. “Intentarán satisfacer las expectativas del adulto sin entender por qué”, agrega Falcone.

“El mismo principio también se aplica a las recompensas”, dice Naia. “Cuando dices: ‘Si sacas una buena nota, te compraré un juguete’, la atención se centrará más en el juguete que en el comportamiento”.

La solución: Ambos expertos piensan que los padres siempre deben tomar nota y reconocer las buenas y malas conductas, premiando las primeras y disuadiendo las segundas. Elogiar al niño por sus buenas acciones lo ayudarán a “detenerse y reflexionar sobre los aspectos positivos”, dice Naia.

Del mismo modo, los padres nunca deben condonar la mala conducta; deben llamarles la atención a sus hijos con la intención de animarlos a mejorar. “En lugar de decir: ‘No puedes jugar con la PC porque no has terminado tu tarea’, deberías intentar: ‘Tan pronto como termines tu tarea, puedes jugar’”, explica Naia.

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Cuando los padres intentan enseñarles a sus hijos una lección moral o de vida

“Come tu comida, hay niños muriendo de hambre en el mundo”.

“Es un mundo difícil, es mejor que lo aprendas ahora”.

“Cuando seas mayor, podrás hacer lo que quieras. Ahora son mis reglas”.

Según ambos expertos, los padres utilizan las lecciones morales para exteriorizar los desafíos que han encontrado en sus vidas. Sin embargo, los niños a menudo los perciben como un castigo.

El problema: Estas afirmaciones tienden a ser genéricas y abstractas, así que los niños tienen dificultades para comprender lo que significan. “Como sabemos por la neurociencia, el pensamiento abstracto se desarrolla muy lentamente, entre los cinco y los 25 años”, dice Falcone. En cambio, sugiere que los padres deberían dar a sus hijos ejemplos más concretos con los que puedan identificarse.

“Piensen, por ejemplo, en la frase: ‘Come tu comida, otros niños se están muriendo de hambre’. El mensaje que queremos transmitir es no dar por sentada la comida, pero al redactarla de esa manera, parece que estamos culpando a los niños por eventos que no tienen nada que ver con ellos”.

La solución: Naia dice que los padres deberían introducir el concepto de moralidad de manera metafórica con la ayuda de la ficción. “Jugar, leer, observar diferentes personajes en diferentes situaciones, todo esto ayuda al niño a desarrollar un sentido de empatía”, continúa Naia. Las historias de ficción también ayudan a los niños a imaginar situaciones tanto positivas como negativas “con una red de seguridad”.

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Cuando los padres comparan a sus hijos con los demás 

“¿Por qué no puedes ser más como tu primo? Se porta tan bien”.

“Eres como tu padre/madre”.

“No eres bueno en esto, déjame hacerlo”.

Falcone cree que muchas de estas comparaciones provienen de nuestra mentalidad de priorizar la productividad y el éxito. “Siempre debes estar a la altura de las expectativas, ser mejor que los demás”, dice.

El problema: “Como educadora infantil, sigo diciendo que no es una competencia: cada persona es especial y necesita su propio tiempo”, dice Falcone. “Es lo que todo padre debería internalizar”. El hecho de que algunos comportamientos sean más espontáneos en un niño no significa que serán tan intuitivos en otros. Comparar constantemente a tu hijo con otros niños en su etapa de desarrollo “corre el riesgo de socavar su autoestima y confianza, las cuales son necesarias para enfrentar su futuro”, explica Falcone.

Del mismo modo, el padre suele comparar a sus hijos con la madre y viceversa. El problema es que se está utilizando al niño como conducto para hacer acusaciones contra un adulto cuando no tiene nada que ver con el conflicto original.

La solución: Los padres pueden hacer comparaciones con la conducta pasada de un niño para resaltar su progreso. Por ejemplo, puedes usar frases como: “Estoy feliz porque ayer en el parque jugaste con todos los otros niños y compartiste tus juguetes”, dice Naia. “En este caso, como padre, estoy enfatizando lo que me has mostrado que puedes hacer, las cosas que están a tu alcance y que son parte de ti”.

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Cuando los padres temen ser juzgados por otros

“No llores como una niña”.

“Eres una señorita, no puedes hacer eso”.

“Este juguete no es apropiado para ti, compremos otro”.

Como dice Naia, “los estudios interdisciplinarios que combinan sociología, medicina y psicología muestran que los roles y expresiones de género están definidos arbitrariamente por la sociedad en la que estamos inmersos”. Si bien algunas cosas se consideran masculinas en una sociedad, pueden codificarse como femeninas en otra. Sin embargo, superar estos estereotipos es bastante difícil para los adultos porque están muy arraigados en su comprensión del mundo.

El problema: Los padres a menudo temen ser avergonzados o juzgados por sus semejantes. “La gente encuentra los patrones tranquilizadores, así que ver que tu hija se comporta de la misma manera que otras niñas de su edad nos hace sentir como buenos padres”, dice Naia. Sin embargo, imponer roles estrictos puede sofocar la individualidad de un niño y dañar su autoestima.

La solución: Adoptar una educación neutral en cuanto al género y tratar de eliminar estereotipos y palabras como “niño”, “niña”, “señorita” y “hombrecito”, al tiempo que se favorece un estilo de juego donde el niño es libre de elegir. El niño experimentará entonces diferentes cosas y descubrirá lo que realmente le gusta.

“Los niños son extremadamente curiosos”, dice Falcone. “Cambian constantemente de interés, son como verdaderos científicos”. Evitar que se expresen no les permitirá crecer.