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Feminismo

8M: resumen de una jornada de contradicciones

Nos merecemos un 8M y que cada una grite, escuche y sane como pueda.

Siempre tengo la misma sensación cuando se acerca el 8 de marzo. Me cuestiono qué sentido tiene este día si nos pasamos todos los días del año —la vida entera— siendo feministas, revisando nuestros pasos y los de nuestro entorno, conscientes de ser mujeres, de que eso limita nuestros espacios y la conciencia de lo que supuestamente podemos hacer. Si también nuestras madres, abuelas, hermanas, amigas se pasan todos los días del año —la vida entera— cuidándonos. Si estamos cansadas, enfermas, con pocas ganas de nada y menos aún los domingos. ¿En serio tenemos que esperar a este día para que Manolo se haga la cena? ¿De verdad, Manolo, solo vas a llamar a tu madre hoy para felicitarla pero no piensas acompañarla al médico el miércoles?

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Este año la impresión era aún más fuerte. Solo empezó a sanar poco a poco cuando, la noche previa al 8 de marzo, en la marcha nocturna que en Barcelona desde hace 10 años ofrece un contrapunto radical a la institucionalización del día de la mujer, caminé junto a mujeres racializadas, migrantes, discapacitadas, trabajadoras sexuales, bolleras y trans.

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Porque esa marcha es un toque de atención a la manifestación principal, que nos recuerda que los feminismos siguen siendo un espacio en disputa, de lucha constante contra la exclusión y la explotación, pero también de transformación y de ampliación de horizontes: una marcha que nos recuerda a las privilegiadas que no sentirnos excluidas perpetúa el problema.

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De hecho, somos muchas las que no solo no nos sentimos excluidas, sino que en las semanas previas al 8M nos convertimos en el centro de atención. Y por eso, llega este día y seguimos agotadas de las exigencias y autoexigencias de ser feministas. Porque la certeza de que es un día importante no aleja el cansancio físico y mental.

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Sí lo hace, sin embargo, leer por la mañana a Alana Portero diciendo que ”hemos sido capaces de abofetear con fuerza la atención del mundo, los feminismos no paran de crecer en complejidad, presencia política, presencia social, influencia y potencial transformador. Bien por todas, y digo todas, nosotras”. También a las que, sin saberlo, están diciendo lo mismo que tu estás pensando en sus tweets, construyendo esa empatía online que es posible en internet.

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Es un día importante y solo se hace certeza porque comes rodeada de mujeres, algunas que han sido acosadas recientemente y otras a las que echaron de sus casas, y todas sonríen y cocinan y preguntan qué tal. Todas tienen fuerzas porque resisten aunque sin saber cómo. La acción sirve de ejemplo, contagia. También porque tu madre te manda una foto con dos amigas, tres pelucas moradas y el título “aquí las feministas”. Aquí, allí, las calles se vuelven nuestras, las frases de las pancartas están vivas, se hace presente el trabajo de asambleas y grupos de reunión feministas que llevan meses trabajando, la conquista emocional de que somos muchísimas haciendo mucho ruido.

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La resaca del 8M me pilla pensando en una frase que escuché de una amiga al llegar al lugar de reunión fijado, que decía algo así como que ella se pasaba todos los días del año enfadada y por eso esta jornada aprovechaba para justo lo contrario: hacer una fiesta feminista, gritar y bailar desde la alegría. Pensar que era posible. A lo mejor es lo que deberíamos hacer, o a lo mejor no. Pero al estar juntas —gritando, llorando, abrazándonos— ya estamos cambiando algo, salvando el abismo de ese yo agotado y desesperanzado por un ellas, por un nosotras, que nos recuerda que el 8M para bien o para mal pasa rápido, pero el movimiento no: ellas seguirán ahí.

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Todas las que ayer estuvimos en la manifestación sabemos una cosa: que no podíamos estar en otro lugar, ni con otras personas. Tampoco ser otra cosa. Sabemos que es injusto, incómodo y sanador al mismo tiempo. El 8M tan lleno de contradicciones otra vez, como el feminismo, como nosotras. Porque solo somos feministas porque las demás son, fueron y serán feministas.

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Puedes ver más fotos del 7M y el 8M aquí abajo:

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