Música

Kathleen Hanna habla de punk, la muerte y Miley Cyrus

Kathleen Hanna actuando con Bikini Kill en 1991, imagen vía

Kathleen Hanna es, ha sido y siempre será una persona que polariza. Como cantante del grupo punk Bikini Kill, sus insobornables puntos de vista contribuyeron a definir la tercera ola de feminismo en los años 90 y dieron vida al movimiento Riot Grrrl. El descaro de Kathleen provocó que un buen número de críticos quisieran rebajar la necesidad del feminismo; pero Kathleen siguió hablando alto y con ferocidad en contra de una sociedad dominada por los hombres, y en el proceso se convirtió, a su pesar, en una potente portavoz de su causa.

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Tras la disolución de Bikini Kill, Kathleen grabó un disco en solitario con el seudónimo Julie Ruinantes de formar el grupo dance-punk Le Tigre, con el que gozó de éxito comercial. Ella, sin embargo, lo dejó abruptamente y sin dar explicaciones, alejándose de los focos mediáticos sin dejar rastro.

Seis años más tarde se ha estrenado un documental sobre su vida. The Punk Singer es una crónica del viaje de Kathleen, de joven deslenguada en Olympia a líder de Julie Ruin. En la película, explica que su decisión de dejar de actuar con Le Tigre fue provocada por la enfermedad de Lyme diagnosticada de forma tardía, una dolencia que drenó toda su energía y la dejó sintiéndose incapaz de hacer lo que más le gusta. Me senté con Kathleen para hacerle unas cuantas preguntas acerca del punk rock, la muerte y de qué opina de que Miley Cyrus se califique a sí misma de feminista.

VICE: Hola.

Kathleen Hanna: ¿Qué tal te está yendo hoy?

Muy mal.

¿Quieres hablar de ello?

No.

¿Estás seguro?

Sí. Podría hablar de ello, pero para qué. Te hablaría de haber estado trabajando todo el día en un currículo para un trabajo en una pista de hielo, pero eso sólo serviría para que hiciéramos unos cuantos comentarios aburridos, ¿no? No hay forma de que pueda competir con gente de 17 años.

Eso es jodido. Yo he estado pensando en escribir mi currículo. Estuve mirando hacerme profesora en la Clive Davis Institute of Recorded Music, donde ayudaría a los estudiantes a mejorar su técnica al tocar. Estuve pensando en cómo haría eso. Es decir, ¿qué les diría? “Tened carisma. Todos deberíais llevar corona”.

Hablando de carisma, ¿quién es tu cantante favorito de Black Flag?

[Pausa extremadamente larga] No podría decirlo. ¿Cómo se llama ese tío? Verás, conozco a Henry, pero… no era mi favorito. Es probable que se entere, pero es un tío majo, así que no le importará. Así que te diría que el primero que hubo, pero no recuerdo el nombre.

Ya, si hubieras dicho Henry Rollins me hubiera pirado de la sala.

Si piensas en ello, es algo bastante insólito que un buen grupo haya tenido más de un buen cantante. A decir verdad, estuve a punto de intentar entrar en los Misfits cuando intentaron volver. Creo que tengo una voz totalmente Misfits, y creo que podría haberlo hecho. Era justo cuando terminamos Bikini Kill y yo pensaba, ¿Sigo con Bikini Kill lo que queda de año o pruebo con los Misfits? Estaba convencida de que me iban a coger a mí.

Eso habría sido la hostia.

¡Habría sido la hostia! Al menos habría cambiado el curso de mi historia. Hubiera sido muy divertido que saliera yo ahí, delante de tanto tío. Habría destacado.

¿Cómo te sientes con respecto a grupos como los Dwarves?

Oh, los Dwarves… ¿Sabes la portada de Blood, Guts & Pussy?

Sí.

De hecho, ¿conoces a Corin Tucker? Fue una de las cantantes de Sleater-Kinney y Heavens to Betsy, bandas totalmente Riot Grrrl de Olympia, en los 90. Corin tenía una voz realmente hermosa, nos hacía llorar a todas. Pero bueno, el caso es que tenía 17 ó 18 años, iba a la universidad, estaba haciendo un vídeo, y entrevistó a Bikini Kill y no le gustamos. Nos vio como egoístas, porque éramos feministas y estábamos haciendo esto tan pro-mujeres. Al menos eso es lo que me pareció cuando la conocí.

Vi cómo cambiaban sus sentimientos hacia nosotras a medida que nos entrevistaba. Estaba escuchando nuestras ideas y era como, “Un momento, yo he sentido exactamente estas mismas cosas…” De manera que cambió su película para que tratara de la portada de Blood, Guts & Pussy. Hizo preguntas sobre la portada a todos los grupos de mujeres que había entonces en la escena. Les ponía la portada delante y todo el mundo hablaba de ella.

A mí me ofendió mucho ese disco. Estábamos en una escena jodidamente dominada por los hombres, a nosotras nos trataban muy mal, y ese disco vino a restregárnoslo por los morros. Era todo totalmente anti-corrección política. Si lees libros acerca de dónde vino esa expresión, sabrás que procede de un grupo de ideas conservador. Después la gente empezó a usarla como una forma de ser racistas, o sexistas, u homófobos, y sentirse absueltos. Yo creo que es necesario que haya un humor al que no se le pongan barreras, y no creo que todo el mundo tenga que estar de acuerdo con todo, pero también me parece importante comprender los orígenes del movimiento anti-corrección política.

Con todo lo que estaba pasando en el noroeste, me dio la sensación de que esa portada de los Dwarves simplemente buscaba provocar porque sí. Era sólo para llamar la atención a costa de las mujeres. ¿Sabes lo que quiero decir? ¿Una mujer desnuda con sangre por todo su cuerpo… y un enano? A ver, ¿por qué? [risas]. Llama la atención, eso sí que es verdad. Una vez la has visto ya no la puedes olvidar, así que algo debía haber ahí, pero a mí me parecía que esa gente iba del rollo, “Oh, qué locos que estamos, qué chiflados, qué anti-políticamente correctos”.

Kathleen Hanna. Foto de Pat Smear.

Eso sin duda parecía formar parte de todo el asunto.

Yo conocía a un montón de hombres que querían meterse en discusiones sobre feminismo sólo porque lo encontraban divertido. Su postura era, “Yo sólo estoy siendo el abogado del diablo”, y yo les respondía, “Tú no lo entiendes. Yo tengo que vivirlo y para mí no es divertido”.

¿Hasta qué punto estuviste involucrada en la edición del documental? ¿Hubo cosas que quisiste que entraran y no entraron, y viceversa?

Yo no desarrollé la trama, lo cual fue muy extraño. No hacía más que recordarme a mí misma que la película era de Sini y Tamara, y que sería lo que ellas decidieran que fuese. Intenté mantener la boca cerrada al respecto. Carezco de perspectiva sobre mí misma. Mira, muchas veces antes de salir al escenario le pregunto a mi amiga Kathy qué debería ponerme, y eso es porque no tengo ninguna perspectiva de lo que me queda bien y lo que no. No tengo ninguna perspectiva acerca de cuál es mi historia, así que les dejé que hicieran lo que quisieran.

Las únicas cosas que me pusieron nerviosa fueron, a) el “spoken word” de mierda al principio, que me vergüenza, y b), la parte en la que hablo de mi madre, lo de la confianza.

[Nota del editor: En la película, Kathleen habla de la relación algo sádica entre su madre y ella describiendo una escena en la que ambas llevan a cabo un juego de confianza. Kathleen se deja caer de espaldas esperando que su madre la coja, pero en vez de eso su madre deja que se desplome sobre el suelo. Allí tendida, vio a su madre riéndose. Entonces su madre le dice, “Que esto te sirva de lección. No confíes en nadie, ni siquiera en tu propia madre”].

Le conté esa historia a mi terapeuta, y ella me dijo, “Eso es tan retorcido que no me extraña que estés tan jodida”. Y me eché a reír. Cada vez que he contado esa historia me he reído, porque me parece muy gracioso que una mujer adulta le haga eso a una niña. Mi madre era la clase de persona que siempre se estaba señalando a sí misma y diciendo, “¿Quién me ha dejado a ser madre?” Ella molaba, siempre entendí su sentido del humor. Así que hice que añadieran mi voz en off diciendo alguna tontería tipo, “En realidad ella es genial y la quiero un montón”. Tenía que incluir algo para que no pareciera que mi madre era una maltratadora, porque no lo era.

A mí esa parte me pareció divertida.

¡Y a mí! Pero a nadie más se lo parece.

Ahí va una pregunta que nadie quería que te hiciera: ¿Qué piensas de la muerte?

Oh, es una gran pregunta. Creo que es como un portal que puedes atravesar para marcharte si lo deseas, y está en cada habitación. Yo lo veo en cada habitación. Eso no quiere decir que sea una suicida, sólo significa que siempre hay una vía de escape. Puede que esto sea totalmente jodido, pero creo que la muerte es una vía de escape que está ahí si la necesitas. Como un botón de eyección. Pero soy una maniática del control, así que siempre me veo como aquella que al final siempre toma la última decisión. Es una pregunta curiosa, porque te lo digo con sinceridad, yo veo la muerte como un túnel.

Me pregunto qué va a parecer esto cuando esté escrito.

Simplemente pon un dibujo de un agujero en una pared.

¿Piensas a menudo en la muerte?

Bueno, no tanto como antes, pero cuando estaba enferma pensaba en ella a cada momento. Fue entonces cuando empezaron a asomar en mi cabeza las ideas sobre el portal. Cuando estás en un estado de constante dolor extremo, te conviertes en una persona completamente diferente. Empiezas a preguntarte, ¿cómo puedo hacer que esto pare? Tomaba mucha medicación, píldoras de marihuana, cualquier cosa para detenerlo, y no funcionaba nada. Así que me dije, hay una forma de acabar con esto. Tuve que convencerme de que en algún momento lograría superarlo, pero saber que el portal estaba ahí me ayudó mucho. Tenía la sensación de que, llegado cierto punto, podía tomar esa decisión.

He oído que dijiste en NPR que estabas tan cabreada como antes, pero que ahora lo sabías controlar mejor. ¿Qué cosas te cabrean ahora?

Tú [risas].

¿Aún te sientes como si estuvieras siendo atacada?

No. Y tú no me cabreas, sólo me parecía divertido decirlo. Las cosas han ido a mejor. La gente se ha portado súper bien. Mi sensación es que en los años 90 recibí mierda de todas partes, de feministas gilipollas que estaban resentidas conmigo por la atención que recibía, de tíos que no querían que en la escena punk hubiera mujeres, de periodistas gilipollas que sólo hablaban de nuestros culos y de lo que llevábamos puesto, de gente que escribía en fanzines y escribía la misma mierda. ¿Qué diferencia hay entre los medios grandes y el underground si en los fanzines escriben exactamente lo mismo que en la Rolling Stone?

Tengo la sensación de que, 20 años después, la opinión de la gente es, “Vaya, aquello fue importante, aquello moló mucho”, y estoy recibiendo la clase atención positiva que entonces no recibí. Así que cuando la gente dice, “Oh, es sólo nostalgia, es por eso que a la gente le sigue importando la escena grunge”, mi postura es, “Me importa una mierda”. Me gusta que me aprecien porque en aquellos tiempos no se nos apreciaba, la gente nos tiraba mierdas a la cabeza cuando estábamos tocando. Era muy, muy duro. Así que me siento reforzada.

La canción de Julie Ruin “Girls Like Us” me recuerda a “Typical Girls“, de las Slits…

Sí, pero creo que “Typical Girls” va más de cachondearse de las chicas que leen revistas, se ponen pintalabios, cosas así. A mí nunca me ha gustado esa división. Nunca me gustó todo ese “nosotras somos las tías guays que hacen música y vosotras sois las chicas estúpidas que van al centro comercial”, porque yo era la chica estúpida que iba al centro comercial y más tarde me metí en la música. Me parece que “Girls Like Us” es una declaración de que no hay unidad. Y no debería haberla. No hay “chicas como nosotras”. Toda la mierda que hay en esa canción es totalmente abstracta y no tiene ningún sentido, y supongo que en muchos aspectos es un homenaje a las Slits. Muchas de las letras de Ari eran jodidamente extrañas… Ella era una persona jodidamente extraña.

Miley Cyrus se calificó a ella misma hace poco como una de las mayores feministas del mundo. ¿Lo es?

Me encanta. No tenía ni idea. ¿Tú qué crees?

No lo sé.

Yo tampoco. A ver, me parece guay que esta chavalina se llame a sí misma feminista, pero… ¿la queremos en nuestro club? [Risas] ¿Has visto éste vídeo de Lily Allen? Te sugiero que lo veas.