Cocinar Bajo Tierra en Isla de Pascua

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Cocinar Bajo Tierra en Isla de Pascua

Comúnmente llamada Isla de Pascua, la pequeña isla en el Pacífico de Rapa Nui es famosa por sus monumentales estatuas de Moais, pero también es casa de uno de los métodos más antiguos de cocina.

"El lugar habitado más aislado del mundo".

Eso es lo que leí sobre Rapa Nui en la revista del avión, ya que hice el viaje de cinco horas desde Chile hacia el inmenso vacío del Océano Pacífico.

Es más conocida como la Isla de Pascua, conmemorando el día de Pascua que fue descubierta por los primeros visitantes europeos que llegaron a bordo de un barco holandés en 1722.

Lo que su capitán, Jacob Roggeween, encontró fue un pueblo polinesio alejado desde hace mucho tiempo del resto de la humanidad, cubierto de tatuajes y rodeado de misteriosas caras de piedra erigidas a lo largo de la costa. Sus expresiones estoicas, sus espaldas hacia el mar, paradas silenciosamente. Guardianes mirando dentro y por encima de la gente.

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Moai en Rapa Nui. Todas las fotos del autor.

Son las estatuas moai que desde hace mucho se convirtieron en sinónimo de Rapa Nui y la ubicaron en el mapa. Aunque, habiendo dicho esto, la mayoría de la gente tendría dificultades en señalar dónde se localiza. Sé que yo no hubiera podido antes de haber venido.

Más de 2,250 millas del punto más cercano de Sudamérica y otras 2,500 millas de Tahití, a día de hoy, la sociedad de Rapa Nui sigue siendo en gran parte desconocida incluso por los viajeros más intrépidos.

Seguro que las esculturas megalíticas han sido representadas bastante a menudo para parecer familiares. Pero en la isla, nacida del océano por una serie de erupciones volcánicas violentas, ocurre mucho más, en el paisaje y en la cultura. Milenios de tradiciones polinesias han surgido y terminado aquí. El festival Tapati, que se lleva a cabo durante dos semanas cada febrero, es el reflejo más claro de esta vitalidad.

Esta es la razón por la que vine.

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Locales preparándose para el festival Tapati.

Iorana korua (Hola, a todos)! Les doy la bienvenida a cada uno de ustedes y les transmito un mensaje de amor y esperanza." Un hombre disfrazado movió la mano, gesticulando hacia la multitud conglomerada para la apertura del festival en la pequeña y tranquila capital de Hanga Roa.

Las luces del escenario y la luna iluminaron los símbolos pintados sobre su piel con blanco, negro y marrón, y las plumas y la hierba seca de su tradicional vestido que ondeaban con la brisa del mar. Parecía que la mayor parte de la población de la isla de 5,800 personas —junto a cientos de turistas– estaban allí conmigo en ese hermoso lugar.

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Las palmeras eran siluetas sacudiéndose alrededor de nosotros, apenas fuera del alcance de las olas. El humo elevándose desde los puestos de parrillas se desvanecía alrededor de mujeres hermosas con guirnaldas de flores en el pelo.

"Durante esta fiesta recordaremos y mostraremos al mundo nuestras artes ancestrales y el legado cultural, social y artístico que nuestros antepasados nos dejaron", continuó antes de señalar a un montón de hojas grandes y piedras en el suelo: una ofrenda de banquete.

Se llama umu pae, significa "comida bajo la tierra", es el proceso por el cual tradicionalmente los Rapa Nui cocinaban su alimento en pequeños hornos subterráneos cavados en la tierra.

Una práctica comunal, organizada por las familias de la isla, ha sido durante mucho tiempo vista como una súplica a su dios ancestral Make-Make para recibir bendiciones para eventos importantes.

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El hoyo umu, cubierto.

Se ha practicado en otras partes de la Polinesia también, pero la forma de preparación en Rapa Nui es más parecida al curanto, una tradición indígena Mapuche en el sur de Chile. Una teoría es que los primeros colonizadores polinesios de Rapa Nui llegaron al sur de Chile por barco en la época prehispánica, trayendo la tradición del curanto a la que sería su nueva patria.

Empieza como un pozo de extracción con el fondo y los lados cubiertos de piedras volcánicas, que ayudan a regular la temperatura. Se enciende el fuego. Hojas de plátano cubren la base, encima de éstas se coloca una capa de carne. Todo esto se cubre con más hojas y luego papas o taro, así como también poe, un pastel local denso de banana, taro o calabaza. Más rocas, hojas y finalmente la tierra cubren el horno subterráneo, que está marcado por un anillo de piedras lisas.

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La ofrenda de la primera noche fue para los funcionarios de la primera fila. Pero me dijeron que el mismo reparto de alimentos a familiares y desconocidos continuaría durante las dos semanas siguientes, para pedir buena suerte para las próximas competencias Tapati.

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Incluyen de todo, desde la belleza de la pintura corporal, artesanías y bailes tradicionales –que parecen una combinación de los sinuosos movimientos de cadera de un hula hawaiano y la postura de macho y gritos guturales de un

haka

Maori— hasta los atrevidos (léase: locos)

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. Es un deporte extremo donde hombres y mujeres demuestran su valentía acostándose voluntariamente sobre dos troncos de plátano y deslizándose por una pendiente irregular de 45 grados tan rápido como sea posible. Los troncos se cortan en ángulo por la parte delantera para conseguir una mayor velocidad. Quien se deslice más lejos, sin salir arrojado, gana.

El primer deporte en el que llegué a comer de un umu era un poco más familiar: Tau'a Rapa Nui. Es un triatlón pero con diferentes carreras, efectuadas en el cráter volcánico de Rano Raraku, donde se extrajeron y esculpieron las estatuas Moai. La primera ronda consiste en remar por el lago del cráter; seguida por una carrera a pie en la que los corredores llevan una rama cargada con dos racimos de plátano sobre los hombros; y por último, hay una carrera a nado sobre flotadores de juncos amarrados. Tanto hombres como mujeres participan; los hombres están cubiertos sólo con taparrabos, tatuajes y pintura.

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Fue un espectáculo inolvidable.

Pasaron las horas, y con el sol de la tarde brillando, los ganadores fueron coronados con guirnaldas de flores sobre sus frentes sudorosas. Su siguiente recompensa era la comida, que se había cocinado debajo de la tierra mientras competían. Afortunadamente para aquellos de nosotros, cuyo único esfuerzo había sido cambiar lentes de cámara, logramos involucrarnos también.

Ya reunidos en círculo alrededor del umu, una mujer tomó una pala y destapó la tierra suelta, revelando la primera capa de hojas de plátano. Retiraron las hojas cuidadosamente y el olor del primer vapor del pollo asado, acogido debajo, se liberó. Más personas se unieron al círculo.

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Después de que los juegos terminan, el umu es cubierto.

Organizadores y competidores dieron una bendición Rapa Nui y quitaron más capas del umu. Sacaron los cuchillos y cortaron el pollo jugoso, el taro, las papas y el pastel de plátano —todos con sabor en parte asado, en parte a la parrilla— para compartir entre nosotros. Fue un final muy agradable para un divertido y fascinante espectáculo.

"Asegúrese de tener otra porción," insistió uno de los competidores triunfantes. Tratando de no quemarme los dedos, le agradecí, deseando el próximo evento Tapati.

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Pero, ¿por qué son necesarios los esfuerzos para conservar estas habilidades y deportes –algunos de los cuales ya no forman parte de la vida cotidiana–?

Desde la inclusión de Rapa Nui en el resto del mundo, una triste serie de adversidades, acabó casi por completo con su gente. El primer encuentro con los holandeses no resultó bien. Supuestamente tardaron muy poco en asesinar a casi una docena de isleños en la primera media hora. Y no mejoró mucho desde entonces.

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Su aislamiento, aunque permitió el desarrollo inalterado de una cultura distinta, también vino con un precio. Los Rapa Nui no estaban preparados para las enfermedades pútridas y fétidas de un continente para ellos desconocido. Enfermedades europeas como la sífilis atacaron a un ritmo que debió haber sido aterrador, matando a miles y dejando sobrevivientes desconcertados preguntándose qué era lo siguiente. Lo que llegó, sin invitación y aterradoramente, fue el azote de la esclavitud.

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Grupos de asalto peruanos robaron, durante 1862, unas 1,500 personas , un tercio de la población de entonces. A lo largo de un año de trabajos forzados en Sudamérica, todos habían muerto menos 15. La desastrosa historia continuó cuando fueron trasladados de regreso a Rapa Nui, infectados con viruela. En la década de 1870, cuando se realizó un censo, la población total había disminuido a poco más de 100 personas.

Los Rapa Nui habían estado a nada de la extinción.

Anexados a Chile en 1888, mucha gente de la población actual de casi 6,000 tienen cierta ascendencia chilena. Aún así, el 60% puede atribuirse herencia indígena de Rapa Nui. No es de extrañar, entonces, que se sientan muy orgullosos de salvar las tradiciones Rapa Nui a través de la renovación anual.

Por suerte para los visitantes, los umus no son exclusivos de un solo festival anual. Desde que los misioneros católicos convirtieron a la población en el siglo XIX, también se preparan para celebrar los días de los santos durante todo el año. Las familias colaboran con un sacerdote, que anuncia el evento en la misa, animando a la gente a unirse. En ocasiones asistirán hasta 500 invitados hambrientos.

No hay necesidad de ser tímido: Pueden entrar en la iglesia principal de la capital y simplemente preguntar cuándo es el próximo umu. Esta costumbre ha sobrevivido contra las armas y los gérmenes de un mundo moderno invasor. Así que, si planean visitar Rapa Nui, asegúrense de participar y comer una rebanada de historia polinesia.