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fascinación oriental

Bo-Taoshi: el deporte más absurdo del planeta es japonés y va de ahostiarse por un palo

¿Creíais que los japoneses eran una cultura fascinante? Aquí tenéis una prueba más que lo confirma de forma irrefutable.
Imagen vía Flickr

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Cuando miramos al mundo asiático, por uno u otro motivo, solemos hacerlo con total admiración. Salvo si hablamos de Kim Jong-Un y el tinglado que los suyos han montado en Corea del Norte, tendemos a pensar que van un paso por delante respecto al mundo occidental. Pues bien, cuando conozcáis el Bo-Taoshi, creedme, tendreis muchos más motivos para pensar que, más pronto que tarde, acabarán por convertirse en los amos y señores de este planeta.

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Cuando se proponen algo, los asiáticos son capaces de hacer cualquier cosa para conseguirlo. ¿Que hay que colonizar el mundo poniendo en los bolsillos de todo el mundo un teléfono móvil? Hecho. ¿Que hay que vivir por y para minar bitcoins y tener todas las criptodivisas del mundo? Sin problema. ¿Que hay que tirar un poste de madera pisando las cabezas de esos mismos tipos que serían mis compañeros en un conflicto armado? Cuenta con ello. De esta forma de vivir la vida tan peculiar surge un deporte tan fascinante como el Bo-Taoshi.

Cada año, coincidiendo con la celebración del aniversario de la Academia Nacional de Defensa de Japón, los cadetes recién alistados se enfrentan unos contra otros en un deporte tan sencillo como agresivo. Pero no solo se practicaen la academia militar: en las escuelas japonesas, los pequeños nipones también aprenden a batirse el cobre para derribar un palo de madera durante los llamados 'días del deporte'. Eso sí, ya hay centros que lo han prohibido debido a que, tras la partida, muchos alumnos no son capaces de salir por su propio pie.

En esta disciplina japonesa todo está permitido para vencer al rival. Dos equipos de ciento cincuenta jugadores (!) se miden en una batalla sin piedad. La mitad de ellos atacan con las camisetas del color de su escuadrón. La otra mitad, vestidos de blanco, defiende. El objetivo del bando ofensivo es derrumbar un poste de madera (de entre 3 y 5 metros de altura) que los equipos defensivos deben mantener en posición vertical la mayor cantidad de tiempo posible.

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No se trata de derribarlo por completo. Hasta 1973 bastaba con inclinarlo 45 grados, pero ese año se cambiaron las reglas y ahora el madero debe caer de los 90 a los 30 grados para que los atacantes canten victoria. Y sí, todo vale para conseguir que esa posición se mantenga durante más de tres segundos. Se pisan unos a otros, se golpean, se arrancan las vestiduras… solo un equipo se alzará con la victoria: el que logre superar las defensas rivales y derrumbar el poste en el menor tiempo posible.

Quienes defienden deben mantenerse unidos para repeler las embestidas de sus contrincantes y conseguir aglutinar la mayor parte de personas en torno al poste para que sea más complicado derribarlo. Pueden hacerlo a patadas, con puñetazos y, en caso de que traten de separarlos del resto de sus compañeros, luchar con sus oponentes. Por su parte los atacantes pueden moverse por todo el perímetro que rodea el poste de madera y pueden emplear varias técnicas ofensivas para tratar de confundir a sus contrincantes.

Pueden amagar por un lado y que la ofensiva finalmente llegue por el contrario. O, como suelen hacer (sí, hemos visto alguna que otra partida), lanzar una primera oleada para intentar derrumbar las primeras líneas enemigas y crear una lanzadera para que resto del equipo trate de llegar al poste sobrevolando las cabezas de sus rivales.

Durante la partida, aunque a simple vista todo parezca caos e improvisación, todos los jugadores han de cumplir con el rol que les ha sido encomendado. No obstante, si bien la mayoría de las posiciones pasan desapercibidas en el ardor de la contienda, resula imposible no distinguir a quien actúa en el rol de 'Ninja' o 'Mono'. Así se conoce al osado individuo que se sitúa en la posición más alta del poste, aferrado a su punta de metal, para repeler a aquellos oponentes que logran abrazar la madera. Desde esa posición, además, puede ver la estrategia que pone en marcha el equipo rival y dar instrucciones a los suyos.

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Como habréis podido observar, por si el Bo-Taoshi aún no tuviera suficientes elementos tragicómicos, los participantes van totalmente desprovistos de cualquier protección. Por no llevar, no llevan ni zapatos. Tanto defensores como atacantes van totalmente descalzos para no tener ningún elemento con el que hacer más daño a sus contrincantes si deciden intentar sobrevolar sus cabezas. El único elemento de seguridad que utilizan son unos cascos acolchados, como los que se usan por ejemplo en boxeo. Pero nada más.

Todo ello, en mitad de un ambiente festivo a la par que solemne. Como en toda contienda épica, antes de curtirse el lomo, los equipos participantes retan a sus oponentes con danzas y cánticos con los que tratan de provocarles miedo. Si erais de los que tenían una visión inofensiva de los nipones, no perdáis detalle de sus bravuconadas y de cómo son capaces de atizar a esos mismos a los que, en caso de guerra, deberán defender. Una amistad forjada literalmentea hostias.

Este artículo se publicó originalmente en VICE.com.

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