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deporte y esperanza

Agujeros de bala en lugar de agarraderas

El Líbano, un país arrasado por la guerra, posee un inmenso potencial como destinación turística para los deportes al aire libre. La escalada podría ser un buen inicio.
Photo by Abazar Khayami

El Líbano es uno de los pocos lugares del mundo en los que puedes esquiar por la mañana y bañarte en el océano (sin traje de neopreno) por la tarde. Menos de 50 kilómetros separan las cálidas aguas del Mediterráneo de las llanuras nevadas y los bosques de cedros de la cordillera del Líbano. El país llegó a recibir el apodo de la Suiza del Oriente Medio a mediados del siglo XX; la ciudad de Beirut fue conocida como la París del Este.

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Antes del inicio de la guerra civil libanesa en 1975, Beirut fue un destino turístico muy popular entre los europeos gracias a sus playas, su gastronomía y su vida nocturna. El conflicto duró hasta 1990, arrasó la industria turística y obligó a 76.000 personas a huir del país. En los últimos cuatro años, la guerra en la vecina Siria (Damasco está a apenas 70 kilómetros al sureste de Beirut) ha significado un aumento de las tensiones en el Líbano —y la llegada de casi un millón de refugiados al pequeño país, otrora hogar de la civilización fenicia.

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Conocedor de la delicada situación del país, el escalador profesional estadounidense Sam Elias pensó que Beirut sería una localización extraña para practicar su deporte —máxime si intentaba hacerlo enfundado en material The North Face y con el equipo de vídeo de VICE Sports grabándole. Elias lleva trabajando para la marca californiana de ropa desde 2010: al estudiar la propuesta de viajar al Líbano, se planteó incluso contratar un seguro de evacuación y a varios guardaespaldas.

"Todo lo que ves cuando buscas noticias sobre Oriente Medio en Internet son decapitaciones, secuestros, bombardeos suicidas y ataques terroristas", escribió el escalador en un e-mail.

Elias, no obstante, tiene raíces en el Oriente Medio a pesar de haber nacido en Detroit. El estadounidense tiene antepasados sirios, turcos… y libaneses. El padre de Sam, que aún no entiende cómo es posible que alguien se gane la vida escalando rocas, emigró a EEUU desde Siria pasando por el Líbano en julio de 1968. Sam esperaba que su viaje al pequeño país mediterráneo le ayudaría a comprender mejor sus orígenes, pero al mismo tiempo temía las dificultades a las que tendría que enfrentarse durante este aprendizaje.

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Lo que Elias encontró en Beirut fue una vida de estrés, tensión en el aire y una multitud habitando un espacio reducido en un ambiente de guerra.

"He pensado en el tremendo contaste entre mi vida del día a día y la realidad de la mayoría de libaneses", asegura el escalador. "Yo suelo pasar el día escalando en lugares naturales increíbles; en cambio, nadie en el Líbano conoce estos sitios ni a nadie le importan, porque ya tienen suficientes problemas sobreviviendo".

Una persona en el Líbano a quien le importa lo que hace Elias es un otro escalador estadounidense con raíces en el Oriente Medio, el californiano Will Nazarian, que lleva desde 2011 en Beirut. Nazarian, de hecho, aspira a convertir el Líbano en una atractiva destinación para los escaladores a base de invitar a practicantes del deporte con experiencia de todo el mundo a que visiten el pequeño país.

En marzo, Nazarian recibió una beca de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) para promover el turismo rural en el Líbano. Estos fondos se conceden con la idea de que los beneficios del turismo acabarán redundando en la población local. Nazarian considera que, con la ayuda de personajes conocidos como Elias, el Líbano podría llegar a convertirse en un centro global para la práctica de los deportes al aire libre. Eso no solo significaría ingresos para el país, sino también la creación de una marca global alejada de la percepción de que el Líbano es solo una peligrosa zona de conflicto.

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Escalando a los pies de la cordillera del Líbano. Foto de Bailey Speed.

Con sus aproximadamente 10.000 kilómetros cuadrados, el Líbano es un país de unas dimensiones muy similares a Navarra. Su clima es similar al de Andalucía; las corrientes cálidas y el mar regulan la temperatura, agradable durante la mayor parte del año. La cordillera del Líbano, la formación natural que preside el país, es un macizo montañoso de unos 180 kilómetros de longitudque recorre la región de norte a sur. Su punto más alto, el monte Qurnat as Sawdā', alcanza los 3.088 metros de altura.

Seis estaciones de esquí operan durante el invierno en la cordillera del Líbano. El Lebanon Mountain Trail, establecido en 2007 a través de una beca USAID similar a la de Nazarian, conecta pueblos, 'campings' y refugios a lo largo del país. En general, sin embargo, las instalaciones recreativas son escasas y poca gente usa los caminos.

"El crecimiento del turismo en el Líbano depende de la situación política en la región. El Líbano es un reflejo de la inestabilidad de los países vecinos", explica Nell Nell Abou-Ghazale de la ONG Beyond Beirut, dedicada a la promoción del turismo en el país. "El número de turistas que entraron en el Líbano subió entre 2006 y 2010, pero después volvió a caer hasta 2013, demostrando así el peso que tiene la situación en la vecina Siria en la industria turística".

A pesar de que el turismo en general ha decaído debido a la guerra civil siria, el turismo rural ha crecido. Cabe decir no obstante que en el caso del Líbano el turismo rural incluye prácticamente todas las actividades que se llevan a cabo fuera de Beirut. En febrero del 2015, el Ministerio de Turismo libanés anunció la creación de una Estrategia de Turismo Rural que priorizaba el tipo de desarrollo que promueventanto la ONG Beyond Beirut como el propio Nazarian.

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"El turismo rural, en su acepción más experiencial, está claramente destinado a crecer", asegura Abou-Ghazale. "El ciclismo de montaña aún es un deporte minoritario aquí; la escalada deportiva es casi una novedad".

La organización de Nazarian, la Asociación de Escalada por el Desarrollo, usará su beca USAID para entrenar a la población local con el objetivo de establecer pequeños negocios dedicados a los deportes 'outdoor', construir nuevas pistas y rutas de escalada, y desarrollar una infraestructura sólida para los deportes de naturaleza. Nazarian utiliza otros países mediterráneos, como España, Grecia y Turquía, a modo de ejemplo para su proyecto.

"El entorno natural es un recurso capaz de traer millones de dólares a una comunidad", explica Nazarian. "Estamos intentando acelerar el deporte a base de imitar lo que han hecho otras destinaciones turísticas de éxito en este sentido".

Debido a sus raíces libanesas, el viaje de Elias y sus esfuerzos para ayudar a construir una comunidad de escaladores en el Líbano tuvieron un profundo efecto en él. A los 16 años, Elias se marchó de casa y desconectó de una parte de su identidad y de su familia: de algún modo, su experiencia en Oriente Medio acercó parcialmente su realidad profesional y sus orígenes, dos partes de su vida que durante años habían parecido tremendamente alejados.

La elección profesional de Elias ha sido difícil de entender y aceptar por parte de su padre. Antes de su viaje al Líbano, el escalador apenas conocía a su hermana, Kayla Elias, que ya había viajado varias veces al Oriente Medio con anterioridad y que ayudó a Sam haciéndole de intérprete y guía.

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"Mi 'modus vivendi' como escalador y esquiador extremo es radicalmente distinta a los estilos de vida que han tenido mis familiares", explica Elias. "Creo que la única forma que tenía de entender algunos aspectos profundos de mi ser era venir aquí".

El Líbano podría ser un país verde y próspero, pero los conflictos lo llevan ensuciado desde 1975. Foto de Abazar Khayami.

A nivel personal, Elias llenó los vacíos que tenía en lo referente a sus antepasados. A nivel profesional, Sam esperaba devolver al país una parte de lo que éste había hecho por él ayudándole a crearse una nueva identidad. Para Elias, era importante intentar inspirar a los libaneses: quería hacerles saber que los occidentales también se interesaban por su cultura y sus paisajes.

Nazarian considera que el Líbano es una localización aún por descubrir, una destinación a explorar con inmensas posibilidades —las mejores de Oriente Medio, de hecho. Elias considera que este potencial es "épico" en lo referente a ciclismo de montaña, 'trekking', escalada y esquí. Ambos quieren ver a atletas del mundo entero yendo al Líbano a entrenarse y divertirse, pero esto aún parece lejano.

"Es una experiencia surrealista estar caminando por la montaña y preguntarse dónde debe estar todo el mundo cuando en realidad sabes perfectamente la respuesta", explica Elias. "Están abajo, en las ciudades, cerca de sus casas. Están asustados y ansiosos, esperando el próximo conflicto. Es muy extraño, y también es muy triste".

En la parte sur de Beirut, Elias visitó el campo de refugiados Shatila, en el que su hermana Kayla había hecho de voluntaria en el pasado. Hogar de unos 20.000 sirios, el campo ofrece la imagen típica de los campos de refugiados urbanos: viviendas a medio construir, alcantarillas al aire libre, una densa red de cableado eléctrico sobre todas las calles y basura por todas partes. La diversión más común para los niños del atestado campo son los videojuegos.

Gracias a Elias, sin embargo, el campo ahora dispone de un elemento que cada vez piden más escuelas en los EEUU: un rocódromo. A base de pegar piedras de playa a un muro con cemento, Sam ha dado a los niños del campo Shatila una alternativa a pasar los días enganchados a una pantalla de ordenador.

"A medida que avanzo en mi carrera, me doy cuenta de que los éxitos en las competiciones son un aspecto fugaz en la vida de un atleta", asegura Elias. "Como más viejo me hago, más busco el sentido último de las cosas y la conexión con la gente. Me encanta la escalada, pero no quiero que me recuerden solo por mis logros en las montañas".