Relatos de ficción sobre fotos de comida de Flickr
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Relatos de ficción sobre fotos de comida de Flickr

Bienvenido a 'Stranger Than Flicktion', nuestra columna inspirada en Flickr. Le damos a escritores cinco imágenes aleatorias de Flickr relacionadas con comida y les pedimos que hagan un relato corto de ficción en cinco días.

Bienvenido a Stranger Than Flicktion, nuestra columna inspirada en Flickr. Le damos a escritores cinco imágenes aleatorias de Flickr relacionadas con comida y les pedimos que hagan un relato corto de ficción en menos de cinco días. En esta entrega, presentamos un coctel de beneficencia en el que las cosas salen mal.

Estoy aquí esta noche en la casa del lago de Fred Hardesty y hay un enorme coctel de beneficencia. Siempre le digo a Fred que es estúpido tener una casa del lago en Dayton, Ohio, pero me encanta venir.

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Fred nos sirvió margaritas de Herradura imperfectas en el muelle hace un par de horas, y repartió posavasos ingeniosos con estadísticas impresas. "Cuatro de cada cinco víctimas de tráfico sexual en el Valle de Miami son reclutadas de la clase media o de casas más elevadas". ¿Qué chingados está pasando? Los smart phones repletos de aplicaciones se han aprovechado de la explotación sexual de los niños en todas partes, especialmente en Dayton, que es una ciudad que se encuentra en la X de las dos principales carreteras interestatales.

Ahora estoy sola en una habitación de huéspedes en el segundo piso, donde Fred aparentemente tiene un frasco de alcaparrones en este armario que estoy explorando. ¿Qué demonios es un alcaparrón? Esta noche he decidido no volver a usar Google —no puedes decirme que Google no es en parte responsable de estos crímenes sexuales contra niños—. Lo buscaré en Bing. Los alcaparrones son básicamente una versión más grande y ligera de las alcaparras. Al diablo con Bing. Apago mi teléfono, pero no estoy segura de que esté completamente apagado. ¿Los teléfonos se apagan por completo hoy en día o todos son dispositivos de vigilancia de tiempo completo? Froto mi teléfono contra mi pecho y le ronroneo a mis vigilantes.

Me quito los zapatos —uno, dos— en la alfombra oscura y fría. El olor del mosto libera el calor atrapado en las plantillas. Las esporas están por todas partes. ¿El hongo puede ser un gas? Un idiota en Silicon Valley, o por la calle, o en cualquier lugar, solo puede soñar con olerme por medio de mi teléfono. No me importa decirles qué tipo de zapatos estoy usando, pero escuchen:

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Tomo otro trago de un dulce y reluciente Moët. ¿Por qué conformarse con un solo sabor (olor agrio de los zapatos) cuando puedes tener dos sabores (zapatos agrios y champaña)? La luna parece más grande de como la pintaría a punta de pistola. ¿Te gusta pintar? No me gusta pintar, pero si me dan una brocha y me dicen que me fusilarán si no produzco una imagen del cielo de la noche, me propongo ser realista.

Tomo otro trago de un dulce y reluciente Moët. ¿Por qué conformarse con un solo sabor (olor agrio de los zapatos) cuando puedes tener dos sabores (zapatos agrios y champaña)? La luna parece más grande de como la pintaría a punta de pistola. ¿Te gusta pintar? No me gusta pintar, pero si me dan una brocha y me dicen que me fusilarán si no produzco una imagen del cielo de la noche, me propongo ser realista.

Tomo otro sorbo de Moët. Uno de mis muslos pica debajo de mis lentejuelas color azul marino. El otro muslo está adormecido, y me detengo a considerar que también está cubierta por lentejuelas color azul marino. Me termino mi Moët, lanzo la botella vacía de cristal a una almohada, y me dejo caer en la cama. Escucho a alguien gritar, desde el exterior, que otra ronda de bebidas de piña está disponible.

La puerta roja de la habitación está abierta, pero mis piernas blancas están cruzadas firmemente. Aprieto, aflojo y vuelvo a apretar las piernas, disfrutando del crujido rítmico de mi vello púbico. Escucho los mocasines al estilo penny del Ass Doctor subiendo por las escaleras del pasillo: un trote un tanto ansioso. Es seguro asumir que viene hacia mí con el corazón y la mente abiertos, como es costumbre. Su corbata floja rebota en la intimidad de mi imaginación como la lengua de un labrador. Su voz entra en el dormitorio antes de su cuerpo rectangular:

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"Hola. Te traje donas de Schuler's y papas fritas de Mumford".

A todos nos gusta Schuler's —una panadería en Springfield que se autodenomina el "Hogar de lo hecho en casa"—. Tienes que ir y pedir una dona Bismarck de chocolate. "Ambrosia", así le llamaba mi abuelo a la Bismarck de Schuler's. El chocolate que utilizan sabe tan delicioso, no tiene comparación. Las papas de Mumford en Urbana son también ineludibles. Crujientes, sabor a papa, las mejores. Búscalas en Google. Búscalas en Bing. Cómpralas todas.

El Ass Doctor le cierra la puerta a la luz del pasillo, y coloca las donas y las papas. Me echo un pedo, nos reímos, me disculpo. Él se echa un pedo y no se disculpa (el privilegio de los groseros). Usa un buen traje que no afecta mis sentimientos. Se enmudece la risa del coctel que toma lugar en la planta baja. La luna grande y el hombre grande en la habitación son más brillantes que el promedio, pero, no sé, siento como si pudieran ser más grandes y mucho más brillantes. Recuerda: todos hemos visto lo que el sol puede hacer cuando se decide a aparecer.

"¿Desde hace cuánto me deseas?", me dice el Ass Doctor, un nerd total en mi opinión

El nombre real del Ass Doctor es Rundy Hardesty, y es el primo de nuestro anfitrión Fred. Rundy es profesor titular en Wittenberg, pero Fred y yo todavía lo llamamos Ass Doctor, una broma de cuando Rundy consiguió un trabajo de profesor asociado justo después de terminar su doctorado. ("Profesor asociado" sumado a "Doctorado" es igual a "Ass Doctor"). El pastel de chocolate que le dimos a Rundy para celebrar decía: "BUEN TRABAJO, ASS DOCTOR" en letras formadas con glaseado de fresa. No tuvimos que explicarle la broma demasiado, básicamente la entendió y básicamente le resultó graciosa. El apodo se le quedó.

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"Si tienes fiebre, una fiebre de sexo conmigo, entonces vamos a tener que solucionarlo", dice Rundy, el Ass Doctor.

"No. Nada de sexo en este momento. No, gracias".

"La puerta esta abierta. La puerta del buen sexo". Pone en su teléfono una fotografía asquerosa de pelucas. "Lo podemos hacer en estas pelucas. Te voy a tejer una alfombra de pelo de pelucas en nuestro nido de amor. Encontré un patrón en Pinterest. Las mujeres aman Pinterest.

"La puerta al sexo está cerrada, Rundy. Te amaré por siempre, pero hay franjas —regiones de mi mente y corazón, por no hablar de mi cuerpo físico— a las que no te dejaré entrar. Y bien, ¿vamos a unir nuestras mentes para resolver este misterio, o qué?"

La verdad no hay ningún misterio. El Ass Doctor y yo tenemos un juego infantil: pretendemos ser detectives aficionados, como si tuviéramos doce años. Hablamos de cómo confiamos en los instintos e inteligencia de cada uno. Hacemos esto mientras comemos las mejores donas y papas del mundo, y (en estos días), mientras bebemos el alcohol de Fred.

Fred y los demás asistentes de la fiesta pueden pensar que nos hemos colado aquí para juguetear —o a lo mejor nadie piense en nosotros—, pero lo que el Ass Doctor y yo estamos haciendo es tramar un plan para resolver un crimen terrible. El misterio de la calavera de Bejeweled. El misterio de los alcaparrones. El misterio de la tecnología sexual. El misterio del porqué Fred compró esta estúpida casa de lago en Dayton, que no es un buen lugar. Ya sea que Rundy o yo solucionemos el crimen esta noche —y en verdad espero que lo solucionemos, siempre espero que solucionemos todos nuestros casos—, una cosa es cierta: este hombre no se puede ganar, nunca se merecerá, y nunca recibirá mi atención sexual.