Música

Kim Gordon es una diosa del rock feminista

Una vez Kim Gordon dijo, “La gente paga por ver a otras personas creer en ellas mismas”.

Por si ser fundadora, líder y bajista de la banda de rock alternativo postpunk Sonic Youth y servir de inspiración para el movimiento Rock Grrrl no fueran suficiente para afianzar su lugar en el panteón de las mejores diosas feministas del rock, su elegante ruptura de 27 años de matrimonio con el otro fundador de Sonic Youth, el mujeriego Thurston Moore, no deja lugar a dudas. Desde que se divorciaron, Gordon, a sus sesenta y tantos, ha formado una nueva banda, Body/ Head, un grupo experimental con Bill Nace y ha publicado un disco, además de haber expuesto su obra artística en los EUA y en el extranjero, luchado contra un cáncer de pecho, desfilado para YSL y, cómo no, haber escrito un libro que ha sacudido las listas de superventas del New York Times.

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Pese a que Gordon creció en California durante los 60 y los 70 y ha pasado la última década viviendo y criando a su hija Coco en Northampton, su destacada presencia en la escena musical y artística en las décadas de los 80 y 90 ha conseguido que los neoyorquinos sigan considerándola, todavía hoy, una de los suyos. Quizá eso explicara por qué Gordon, copa de vino tinto en mano, parecía algo nerviosa en el evento de presentación de La chica del grupo en Nueva York.

Tras subir al escenario y acomodarnos en sendos sillones de piel, frente a un gran número de devotos seguidores, bromeó diciendo, “Siempre disfruto de una conversación fabulosamente incómoda”.

Esta entrevista es una transcripción editada de la conversación que mantuvimos aquella noche.

Elissa Schappell: Dices que eres rara, pero la gente no te ve tímida ni rara. Te ven relajada o, como mucho, puede que pensemos, “Uy, esta me odia”.

Kim Gordon: Es bueno tener alternativas.

Háblame del título, La chica del grupo. No me extraña nada, porque seguramente haya sido lo primero que te preguntaban a lo largo de toda tu trayectoria. No había muchas chicas en las bandas de los 80 y los 90.

Sí, es una de esas preguntas irónicas y horribles que prácticamente todas odiamos que nos hagan. ¿Cómo es ser chica en una banda? Se dejó caer como posible título y pensé, Madre mía, tengo que encontrar algo mejor. Pero al final se quedó porque puede tener varias connotaciones irónicas. Daba mucho juego.

¿Qué función tiene la chica en la banda?

Creo que su trabajo es añadir un componente de caos, misterio y energía desconocida. El no saber qué va a pasar después. La chica aporta un elemento de incertidumbre.

Tienes una frase muy buena que dice que “la chica afianza el escenario, absorbe las miradas masculinas y las arroja de nuevo al público”. ¿Cómo contribuye eso a tu forma de actuar?

Pues podría ser, no sé. Es una buena frase. Quiero decir que era consciente de que se proyectaba una imagen de mí, pero eso le pasa a todo artista. Es como el clásico papel de una actriz como objeto pasivo y qué ocurriría si rompes con esas expectativas, qué pasaría si le das la vuelta a la tortilla. Creo que eso era lo genial de Riot Grrrl. Ese fue su logro.

Hablemos de por qué has escrito este libro. No es que te estés muriendo de hambre, precisamente…

Bueno, necesito otra fuente de ingresos. Nunca he querido un trabajo de 9 a 18. Es una de mis peores pesadillas, junto con la de dar clases de francés.

¿Lo escribiste para dejar las cosas claras, o porque pensaste que tenías demasiado tiempo libre después de dedicarte a pintar, componer, diseñar ropa y dirigir?

No, la verdad es que nunca me había planteado escribir unas memorias. Inicialmente la idea era abordarlo como un proyecto artístico, como una novela negra. Esa fue una de las ideas que se barajaron. Luego hablé con unos cuantos editores y pensé que podría escribir unas memorias, como Bob Dylan, algo así. Escribir tus memorias es raro. Más que recordar, estás recreando.

Parece que escribir el libro te sirvió para descubrirte a ti misma.

Sí. Cuando ocurre algo drástico en tu vida, hay un proceso de creación que la divide en pedazos. Llega un momento en que quieres ver cómo has llegado hasta donde estás. ¿Cuál ha sido mi papel?

Entras en esa dinámica de querer descubrirte a ti misma y reconocerlo de alguna forma. Supongo que mi manera de hacerlo es escribiendo.

Es como aquella fantástica cita de Joan Didion, “Yo solo escribo para saber qué estoy pensando, qué estoy viendo y qué significa…”

Exacto.

El matrimonio no es tan distinto a estar en una banda. Cada uno tiene su papel y si no lo cumplen, es un caos. Todo se desmorona. ¿Crees que dos artistas, hombre y mujer, de la misma edad e igual de ambiciosos y prósperos pueden vivir juntos? ¿Podéis ambos ser artistas a la vez, sobre todo cuando hay un hijo de por medio?

No lo sé. Creo que los aristas necesitan mucho espacio en sus vidas. Con suerte, puedes encontrar a un compañero que lo entienda. Luego necesitas encontrar a alguien que pueda ser tu mujer, en el sentido de ocuparse de cosas como horarios y obligaciones. Es muy difícil. Conozco a muchas artistas femeninas que no tienen hijos, y tienen sus razones. Pero las parejas siguen casadas porque se aman y porque quieren que las cosas se arreglen.

Es la misma razón por la que algunas bandas duran y otras no. Tienes que comprometerte a que funcione porque te gusta la música.

En 2013 dijiste que echabas de menos tocar con Sonic Youth. ¿Todavía lo echas de menos?

Ya no. Estuve tocando en ese grupo mucho tiempo y ahora siento que Bill Nace [Body/Head] está más cercano a mí y a mis intereses. También me estoy centrando más en el arte visual, con el que me identifico más.

¿Cómo ha afectado esta ruptura –el divorcio y la separación de Sonic Youth- a tu creatividad?

Creo que me ha ayudado a salir del atolladero. A veces los problemas se juntan y es todo una mierda, pero esto me ha hecho ver con más claridad hacia dónde debo ir. Solo puedo decir que todo lo que me ha ocurrido ha sido para bien.

Me gustó tu relato de cómo era crecer en California durante los 60 y los 70, rascando pieles de cabra en la escuela, haciendo cerámica y coreografías con temas de Frank Zappa… ¿Alguna vez se te pasó por la cabeza que esta sería tu vida? ¿Fue la música un elemento sorpresa?

Sí lo fue. El punk rock le abrió la mente a la gente de una forma que no se esperaba. Fue lo más interesante que ha ocurrido desde los 60, y tengo la edad suficiente para saber cómo eran los 60. Aquí tenía un significado distinto al que tenía en Inglaterra. Era emocionante y logró meter en la música a gente que nunca pensó que lo haría.

Pero cuando viniste a Nueva York a principios de los 80 estabas más metida en el no wave que en el punk. Es menos convencional y no tan descarado como el punk. ¿Qué tipo de música fue la que te flipó completamente?

La música que el público consideraba subversiva. Grupos como Mars y D.N.A. O bandas como Static, liderada por Glenn Branca en aquella época. Vinieron mucha gente y muchos artistas a tocar a Nueva York.

Antes de venir a Nueva York no sabías tocar la guitarra ni el bajo. ¿Cómo aprendiste?

Dan Graham me presentó a una chica, Miranda Stanton, que tocaba el bajo ,y a Christine Hahn, que tocaba la batería. Formamos una banda de chicas llamada Introjection. Dan tenía ganas de tocar un tema suyo bastante famoso con un grupo solo formado por chicas y nos lo propuso. Así que aprendí a tocar la guitarra. Alguien me enseñó a tocar unos acordes como de jazz. Y así fue.

¿En algún momento pensaste, ‘Esto es exactamente lo que quiero hacer’?

Me encantó el concierto que hicimos. Estaba supernerviosa. Era como montar en una montaña rusa y luego, se acabó. Al día siguiente me sentía como una rockera y no dejaba de preguntarme si debía continuar tocando o dedicarme al arte. Era un lío.

Pero nunca has dejado de dedicarte al arte. Incluso cuando compones estás creando arte.

Hasta cierto punto, sí. Durante varios años lo tuve un poco aparcado. Siempre me he visto más como una artista visual, más que musical.

¿Cómo fueron las cosas al principio con Sonic Youth, desde el punto de vista creativo?

Básicamente tocábamos e improvisábamos. De repente alguno de nosotros empezaba a tocar algo interesante. A veces Thurston empezaba a tocar un riff con el que se identificaba y trabajábamos sobre él. Yo hacía muchas cosas por mi parte. Luego lo poníamos todo en común.

Algunos de vuestros temas más valorados y populares son de los 90 y muchos tratan temas feministas y son obra tuya. ¿Hay alguna razón por la que empezaste a componer más en aquella época?

Me di cuenta de que teníamos un público consolidado y era más consciente del papel de la mujer en el mundo de la empresa, porque era cuando empezamos a ir a la oficina.

Háblame del tema “Swimsuit Issue”.

Poco después de firmar nuestro contrato, hubo un escándalo en Geffen porque, al parecer, un ejecutivo había sido acosado de acoso sexual por una de sus secretarias. Decidí escribir un tema sobre ello y utilicé el número de los bañadores de Sports Illustrated como metáfora.

La canción termina contigo diciendo los nombres de todas las modelos, pero creo que tiene más de una lectura.

Hay muchas cosas sobre las que puedes escribir siendo mujer. Probablemente más que si eres un hombre. Vale, el emo-core demostró que los tíos también pueden escribir temas en los que se quejan de que sus novias no los entienden y toda esa mierda… Se liberaron [risas], pero se puede escribir sobre muchas más cosas aparte del desamor. Nuestro grupo aprovechó esos temas. Por ejemplo, “Tunic” va sobre Karen Carpenter.

Mientras escribía mi último libro me hice una lista de reproducción para inspirarme cuando me quedaba bloqueada. Cuando pensaba que a nadie le importan las mujeres y el control, escuchaba “Tunic” y decía, ‘Joder, claro que les importa’.

Sí, los trastornos alimentarios son una metáfora de hasta qué punto pueden llegar las mujeres con tal de satisfacer a los demás. Esa sensación de que nuestro cuerpo es básicamente lo único con lo que podemos trabajar. Los cuerpos de las mujeres. Es todo un desafío hablar de ese tipo de cosas sin hacerlo de una forma abiertamente política. Algunos pensaron que la canción era una cursilada.

Supongo que por la película de Todd Hayne, Superstar.

Una película increíble. Mucho mejor que la versión para televisión.

Pero cuando la escuchas, ves que es una canción oscura, muy intensa, que no va dirigida solo a las mujeres. En los conciertos, mujeres y hombres la cantan juntos.

En aquella época, los Carpenters se consideraban extremadamente conservadores y parte del poder establecido. La gente no los tomaba en serio. Pero la voz de Karen es muy sexy y está llena de sentimiento, con lo que logró apropiarse de la letra. Es un tema muy oscuro. Los Carpenters podían ser muy radicales.

¿Qué me dices de “Kool Thing”?

Es una canción muy rara que trata sobre varios temas y en parte nos inspiramos en la película Weather Underground, de Raymond Pettibon. Es un rollo de sentirse atraído sexualmente por los Panteras Negras. A eso, añádele a Jane Fonda y Barbarella.

Se ven esas influencias en el vídeo, pero ¿de dónde sale la canción?

Nos inspiró mucho LL Cool J y su primer disco, Radio. Rick Rubin lo produjo y yo lo entrevisté para Spin. Tuve que ir a donde estaba ensayando y tenía mucha curiosidad. ¿Cuánto sabría del rock? Me decepcionó un poco cuando me dijo que Bon Jovi eran su grupo de rock favorito. Me hizo pensar en las expectativas que uno tiene de los artistas y lo que proyectamos en ellos.

También hay un cameo de Chuck D.

Estábamos grabando en el mismo estudio y se nos ocurrió pedírselo.

¿Crees que el trabajo de un artista, con la edad, se centra más en la política?

No sé. Te sientes un poco menos como un perdedor. Has vivido más cosas y te importa menos. Cuando empecé a tocar con Bill pensé, ‘Gracias a Dios que estoy tocando música que no voy a tener que promocionar’. Me podía relajar y disfrutarla. Fue algo muy liberador. Podía bajar el listón y limitarme a tocar. El resultado final es un disco muy radical.

No quiero hablar del rollo de Twitter con Lana Del Rey, pero soy feminista y tú también lo eres. Sin embargo, no todas las mujeres son feministas y algunos de los feministas más convencidos son hombres. ¿Cómo definirías el feminismo?

Ha cambiado gradualmente a lo largo de los años. En el fondo se reduce a los derechos de las personas de todo el mundo. Las mujeres no deberían sufrir abusos, deben ser libres, joder. El resto realmente no importa. Seas hombre o mujer, tienes que responderte moralmente.

Pese a cómo pueda sentirse Lana Del Rey…

El feminismo no implica que las mujeres puedan hacer lo que les dé la gana. No puedes ir apuñalando a la gente.