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Descubre el curacrudas secreto de Corea del Sur

¿Tienes una cruda en Corea del Sur? La respuesta podría estar en un plato de sopa con carne humeante. Y con la cultura alcohólica del país creciendo más que nunca, parece que los coreanos tendrán que inventar más y más métodos para curarse la cruda.

Corea del Sur es el país que bebe más alcohol en el mundo. Los coreanos beben el doble que los rusos amantes del vodka, en promedio 14 shots de licor cada semana. En Estados Unidos, el promedio semanal apenas son tres shots. Y la bebida preferida de Corea del Sur es el soju, un licor de arroz barato que por lo regular deja a los bebedores con un terrible dolor de cabeza.

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Una de las razones por las que Corea del Sur bebe tanto es gracias a los hweshik, las cenas empresariales donde es grosero, y casi imposible, negarse a beber alcohol. La toma de decisiones en negocios e incluso los ascensos se llevan a cabo en medio de las hweshik.

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Pero la aprobación de este comportamiento no es el único origen de la cruda colectiva en Corea del Sur. “Existe la reciente moda del honsul —beber solo— dentro de las generaciones más jóvenes de entre veinte y treinta años”, dice Su Yun Kim, una profesora adjunta de Estudios Coreanos de la Universidad de Hong Kong. “Ellos prefieren beber solos sin que sus jefes los presionen”.

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Un plato de “sopa curacrudas”. Todas las fotos son del autor.

Kim dice que el precio barato del soju también alimenta la cultura del alcoholismo, misma que es preservada por el gobierno manteniendo los bajos costos, “es más barato que el café”, dice.

Y mientras tanto, la industria alimentaria está capitalizando la cruda colectiva en Corea con sus propios remedios, incluyendo un helado que supuestamente ayuda a calmar el dolor después de una noche de bebidas. Las pastillas y el maquillaje para ocultar la cruda suman unos $125 millones de dólares gastados en la industria de la cruda.

Pero los coreanos poseen un remedio más tradicional para tratar la cruda que se puede encontrar en cualquier restaurante barato de Corea: se llama haejungguk, traducido como “sopa curacrudas”. Es una sopa caliente y picante que se prepara con todo tipo de ingredientes para calmar el estómago y el alma. A principios de este mes, probé un plato de la sopa en Jeju Island —un escape sureño famoso entre los recién casados de Corea— preparada con mucho chile rojo, trozos de cerdo molido y tofu suave.

Sin embargo, solo una receta de haejungguk es coreana tradicional y se sirve en un famoso restaurante llamado Cheongjinok. Arrastrando una cruda después de una noche bebiendo bombas de soju —shots de soju mezclados con cerveza— me dirigí a Cheongjinok en busca del mejor y más auténtico curacrudas en Corea del Sur.

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Cheongjinok está asentado en la planta baja de un pequeño centro comercial cerca del Ayuntamiento de Seúl, en un distrito empresarial. No tiene la misma apariencia cuadrada y de cristal como el resto de edificios: la entrada está hecha de madera, tiene una estética de hace décadas. Cheongjinok ha servido su famosa sopa tradicional desde 1937 y ha sido dirigido por la misma familia desde entonces.

El restaurante está abierto las 24 horas todos los días para ayudar a acabar con las crudas de Seúl. Al parecer Cheongjinok siempre está lleno, porque cuando pido hablar con el chef, me dicen que está demasiado ocupado en la cocina preparando la comida para el resto del día.

Me siento en una mesa de madera en la parte de arriba, está completamente lleno a las 2 PM del martes, después de la hora pico de la comida. Me doy cuenta que ambos pisos del restaurante están llenos, todos comensales son hombres. El restaurante huele mucho a res y col, irónicamente también a soju. Abro el menú para darme cuenta de que la primera opción es haejungguk.

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La mesera —una anciana con un pañuelo rojo en la cabeza— me dice que para hacer la sopa, hierven a fuego lento los huesos de res en el caldo durante todo un día. Luego el chef mezcla la pasta de soya para reducir un poco el aroma de la carne y luego añade trozos gruesos de moronga, tripa y germen de soya. Cuando me sirve el haejungguk minutos después, espolvorea un poco de cebollas de un recipiente encima de la sopa y deja un poco más en la mesa.

La primera cucharada —una mezcla de caldo, sangre y tripas revueltas con germen de soya— me hace sudar. El sabor es metálico, como sangre, y picante. Las tripas son tan densas como fibrosas y los trozos de moronga satisfacen el apetito. Para la tercera cucharada, mi estómago se expande hasta sus límites y estoy cubierto en sudor.

“Esto es solo comida, no una medicina”, dice Eric Huang Fu, quien dirige una clínica de medicina tradicional coreana en Hong Kong llamada Smile. “Es como tomar café después de beber mucho alcohol. Es exactamente igual”.

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Quiero probar las propiedades curativas de la sopa haejungguk ahora mismo, así que ordeno una botella de soju, un tipo de alcohol que, francamente, no aguanto mucho. La mesera me dice que debo tomar un trago de soju seguido de una cucharada de haejungguk. Bebo el soju y llevo rápidamente la cuchara con caldo a mi boca. Lo primero que noto es que elimina el sabor del soju y evita la típica quemazón en el estómago que me provoca.

Pero acerca de mi cruda del día anterior: sigue siendo igual que antes y mi cabeza sigue doliendo, incluso después de haber comido un plato entero de haejungguk.

“No estoy muy seguro de que la sopa sirva realmente para las crudas”, dice Rhiannon Brooksbank-Jones, quien trabaja para una escuela de enfermería coreana. Ella ha vivido en Seúl por más de dos años y ha tenido que sobrevivir algunas hweshik.

“Pero lo bueno sobre la sopa es que nos ayuda aquí”, dice mientras pone la mano sobre el corazón. “Si tienes una cena empresarial el martes y puedes comer sopa caliente el miércoles, entonces sabrás que podrás llegar hasta el viernes”.