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Cultură

Así es estudiar en la MEJOR universidad de España

No es oro todo lo que reluce en el paraíso de la educación superior.

Una tarde cualquiera en la universidad del éxito. Imagen vía.

En esta sociedad post-moderna y relativista en la que vivimos ¿qué es mejor y qué es peor? ¿Qué es el bien y qué es el mal? ¿Podemos crear nuevas categorías de valores que aguanten los envites de esta convulsa época o estamos condenados a vivir en este tedio mediocre eternamente? Las respuestas están más allá de mi humilde comprensión y por eso hay gente – gente mejor que yo – que hace estudios, análisis y cosas en general que sirven para poner un poco de orden en este caos.

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Estudios como este que hacía un ranking de las universidades españolas y en el que nos basamos para hacer esta entrevista. Precisamente por eso, para comprobar hasta qué punto se tocan o no los extremos, hemos decidido repetir el experimento pero ahora hablando con los alumnos privilegiados de la mejor universidad española, la también catalana Universitat Pompeu Fabra, para comparar sus experiencias universitarias con la de mi colega de la Universitat de Vic.

Como me han dejado claro todos los mensajes pasivo-agresivos que me han enviado, la experiencia de una persona no puede representar fielmente a toda una universidad, ni tampoco lo hacen esos cálculos matemáticos del estudio porque el gozo, la alegría, el éxtasis que supone la vida universitaria no se puede medir fríamente. Por eso, esta vez hemos elegido a dos sujetos de distintas carreras, género y procedencia para conseguir un retrato lo más detallado posible; y ya de paso evitar que me insulten.

Para el que no la conozca la Universitat Pompeu Fabra – UPF a partir de ahora – es una universidad pública que es, hablando mal y pronto, la universidad pública de los pijos – o esa es la imagen que da. Con sus "campus de excelencia", sus alumnos y alumnas guapísimos y súper bien vestidos, su escaso número de perroflautas, sus bibliotecas estilo Hogwarts… En fin, que todo el mundo que no estudia allí les tiene un poco de rabia aunque nadie lo quiera decir. Pero en fin, de nuevo parece, que lo que separa a los mejores de los peores son simplemente formas vacías que no significan nada. Veamos.

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La biblioteca del Edifici de les Aigües, popularmente conocida como el 'Hogwarts de Barcelona', solo accesible para los mejores. Imagen vía.

VICE: ¿Por qué elegisteis la UPF?

Anna (comunicación) : Me habían dicho que en la UAB tenían poco material, pocas cámaras y que todo era muy teórico y muy poco práctico. Y yo, a mis 18 años, pues imagínate, solo soñaba con ser reportera y que me dieran una grabadora lo antes posible para correr tras las noticia. Estaba MUY emocionada.

Albert (humanidades): Me encantaba la idea de pagar por una educación pública pero que todos mis amigos se pensaran que iba a una universidad privada. Y esa percepción sigue mágicamente ahí, generalizada y aguantando. "Estudié en la UPF…", digo. "Así que privada, ¿eh?", me responden. Aunque haga años que existen Internet y Google.

En realidad no fue este el motivo, mentira. Fue porque hay un zoo al lado. Os lo juro.

¿Antes de entrar ya sentíais que ese sitio era la jodida hostia o tardasteis en descubrirlo? ¿Qué sabíais del sitio antes de entrar?

Anna: Pues la verdad es que no. Yo no tenía la sensación de estar en una especie de Harvard, o algo así. Yo paseaba tranquilamente por el "campus" –por llamarlo de alguna manera– y como no veía césped y los profesores no me hablaban en inglés, yo pensaba que estaba en un sitio más bien normal. Ahora que lo recuerdo hicieron unas sudaderas rojas que querían imitar esas sudaderas de las universidades americanas y que durante una época llevaba todo el mundo, pero nunca se me ocurriría llevar algo así. De ninguna universidad, en realidad.

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Albert: ¡Es que el sitio tampoco es la hostia! Digamos que si Harvard es un documental de autor con premios internacionales, maduro y sobrio, la UPF es un videoclip de reggaetón de mi barrio, con mucho oro, mucho baile hortera y coches caros dando saltos. Recuerdo una vez que el rector nos contó orgullosísimo que había ido a Oxford ese fin de semana y que ¡¡allí no tenían los sofás y teles que tiene la UPF!! Muy bien, señor rector, una ovación general a su muestra de sentido común, interés académico y ejemplaridad. Así era la UPF.

¿Cuál fue vuestra primera impresión?

Anna: De mi campus en concreto sabía que era algo muy nuevo que acababan de construir. Así que las instalaciones eran nuevas y bastante punteras. Yo sabía que la Pompeu tenía como prestigio, pero tampoco sé por qué. En mi caso, Comunicación, las instalaciones estaban muy bien y las clases no estaban tan masificadas. No tenías esa imagen de macro-universidad con muchísimos alumnos y aulas enormes.

Albert: La primera impresión fue, ¿dónde están los campos verdes, las avenidas con árboles, los campos de futbol americano, las hermandades? Una vez superada mi embriaguez americana postadolescente, detecté una universidad partida en dos. En un edificio, la gente que estudiaba cosas útiles como economía o derecho, bien vestidos, con sus ropitas caras, hablando de futbol y fiestas en discotecas lejanas, un poco tristes, un poco con prisa por terminar; en el otro edificio, mis amigos, estudiantes de Paro I (Humanidades), Paro II (Ciencias Políticas) y Paro III (cualquiera de letras). Ahí la gente se sentaba en el suelo, fumaba porros, bebía cerveza a las 11 de la mañana y todas esas cosas que justifican una vida de pobreza pero, que coño, con una juventud universitaria feliz y de toda la vida.

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Un día cualquiera en la universidad del éxito. Imagen vía.

La UPF ha sido calificada como la mejor universidad de España, yo me lo creo porque sois todo gente de éxito pero, ¿qué pensáis vosotros? ¿Es tan buena como dicen? Justificad vuestra respuesta.

Anna: A ver, yo estoy bien: quiero decir, las cosas no me están yendo mal mal. Pero bueno, ¿qué diablos es el éxito? ¿Salir en un Ted Talks? ¿Ser un emprendedor de estos? Por otro lado, miro a mis amigos de la Universidad y veo que la mayor parte de ellos tienen trabajos y sueldos y son bastante felices. Pero yo qué sé, creo que elegí bien a mis amigos que, al fin y al cabo, es más importante que elegir una buena Universidad.

Albert: Sinceramente, amigos de VICE, eso de calificar universidades es un poco chorra. ¿Cómo funciona? ¿Llegan unos señores y se dan vueltas por las clases con cara de Montoro? ¿Entran en los lavabos y cocinas a saludar con una carpetita? Ahora en serio, en un país con la mitad de jóvenes en el paro, exactamente, ¿para qué sirve la Universidad? Para encontrar trabajo casi que no. Sirve, básicamente, para socializarse, aprender cosas interesantes y descubrir mundos nuevos. Y eso depende, en exclusiva de tus profesores y tus amigos.

"La UPF ha sido calificada la mejor Universidad de España" NO ONE CARES.

¿Qué tal la comida de la universidad?

Anna: Pues bien. Había un menú económico bastante bueno. Y luego recuerdo que causaban furor las caracolas de chocolate del campus de Poblenou. Pero bueno, yo evitaba comer en la Universidad siempre que podía.

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Albert: Pues eso es de lo mejor de la universidad. La concesión del bar-restaurante se dio a una empresa que contrataba a expresidiarios y eran de lo mas salsero y divertido de la universidad. Se comía bastante correcto, pero sobretodo era divertido hablar con los camareros y despotricar de cosas sin parar.

¿Barcelona como ciudad universitaria qué tal?

Anna: Siempre he creído que para disfrutar de Barcelona así, de esa forma, debería ser de fuera. Pero como soy de aquí, mi vida universitaria fue bastante floja. Había gente en residencias pasándoselo mucho mejor que yo, volviéndose loca. O eso me decía mi Facebook. Gente que salía todos los días de la semana. Que no faltaban a las "Pompeu Farra", así se llamaban. Yo salía alguna vez, claro, pero de alguna forma estuve un poco al margen de toda esa vorágine de desenfreno y locura. También es cierto que en primero y segundo la gente salía mucho y, a media que llegabas al final de la carrera, todo el mundo se quería un poco menos, te caía bien un grupo de gente cada vez más reducido y, en el mejor de los casos, acabas la carrera con cuatro o cinco amigos de verdad.

Albert: ¿Barcelona? No me suena.

¿Hicisteis vidas de universitario o eráis como yo y pasabais del rollo de ese de ir al bar y tener "amigos de la uni"?

Anna: Yo no iba mucho al bar. Era un lugar un poco hostil. No había puertas. Había una especie de cortinas como de túnel de lavado. Nunca supimos exactamente el porqué. Todo olía a nuevo, todo era muy vanguardista, pero el bar tenía dos huecos enormes en la pared. Entraba mucho frío. Y luego me daba la sensación de que ir al bar a las 11 de la mañana no era tan divertido como la gente decía que era. Pero sí que hice algunos amigos, eso sí.

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Albert: ¿Si no hiciste amigos en la uni ni fuiste al bar y sudaste del rollo, exactamente que hacías allí? ¿Prepararte para encontrar trabajo? Qué retro. (Ah, perdona, que preguntas tú).

¿Se liga en la UPF? ¿Cual creéis que era la proporción mujeres/hombres?

Anna: Yo estudié un poco de derecho, además de periodismo, y en Derecho había muchísimas chicas con el pelo muy largo, tacones y bolsos enormes. Y luego en Comunicación la cosa era más salvaje, había más chicos y podías ir vestido como te daba la gana. El campus de Poblenou estaba muy bien y el de la Ciutadella estaba lleno de seres humanos de económicas, derecho, ADE. Gente que realmente creía que estaba en la mejor Universidad del Mundo. Por lo de ligar, bien, claro. Supongo que influye que éramos –somos– jóvenes y, supuestamente, nos encontramos en un momento de esplendor total.

Albert: La proporción mujeres/hombres era envidiada entre algunos de mis amigos de la UPC. Sobretodo en mi carrera, Humanidades (Paro II), la cosa era bastante exagerada. 3:1, aprox. Seguramente todo el mundo os hablará de las Pompeu Farres, las famosas fiestas de estudiantes de la Pompeu, y como ligaban en ellas. Las odio profundamente, solo por el nombre. Y son súper aburridas, la gente casi no baila, es horrible la música y el ambiente. Nunca he ido en mi vida.

La universidad de la élite también tiene bibliotecas feas. No todo iba a ser estéticamente impecable. Imagen vía.

¿Os sentíais superiores al resto de universitarios? ¿Teníais constancia de ser parte de la ÉLITE?

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Anna: Rotundamente, no. La gente se mofaba de nosotros porque teníamos exámenes trimestrales y no semestrales.

Albert: Joder, claro que sí. Faltaría más. Había un zoo al lado.

¿Que es lo mejor de ir a la mejor universidad de España? ¿Y lo peor?

Anna: Lo mejor: teníamos tecnología, platós de televisión y cámaras. Bastantes cámaras. Eso está muy bien. Lo peor: no lo sé, creo que como la mayor parte de universidades españolas faltaba un poco de nivel. Asignaturas que realmente te enseñaran COSAS y no lo qué es Twitter o a abrirte un blog. Tengo una amiga que estudió en la Universidad de Vic Publicidad y Relaciones Públicas y realmente teníamos asignaturas muy parecidas (por si sirve de algo para tu investigación o lo que sea que estés haciendo). Albert: Lo peor de ir a la mejor universidad de España es lo de siempre: mucha gente de pocos recursos no puede ir o tiene una experiencia precaria en la universidad por culpa de constantes privatizaciones, planes de estudio incompatibles con el trabajo, la importancia creciente del máster, la falta de presupuesto para becas, etcétera. Estos ránquines permiten a la Universidad proyectar una idea de élite, de trabajo de calidad y de éxito que reducen la capacidad de las voces críticas dentro de la institución de hacer llegar su mensaje. "Si somos la mejor universidad de España, pa qué te quejas?"

¿Creéis que es más difícil aprobar allí que en otras universidades?

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Anna: Yo como estudié periodismo tuve una vida universitaria bastante relajada. Pero creo que es cosa de la carrera, ¿no? Con cuatro años de periodismo te sobra tiempo por todos los lados.

Albert: "Difícil aprobar". Estudié Humanidades. Next.

La sudadera universitaria anteriormente mencionada. Vestir como los mejores nunca había sido tan facil y asequible. Imagen vía.

¿Consideráis que era una universidad elitista?

Anna: En algunas carreras la nota de corte era un poco más alta que en otras universidades, así que supongo que eso marca un filtro. Pero de ahí a que sea una universidad elitista… No.

Albert: Como todas en general y un poco más en particular. Pero no por culpa de los estudiantes, ni los profesores.

La Universidad-conocimiento y la Universidad-espacio crítico están desapareciendo a marchas forzadas. En el caso de la UPF, aún más rápido que en otras universidades. Tristemente, la universidad de hoy en día es una fortaleza con muros altos llenos de pinchos y francotiradores, luces de neón que prometen dinero y éxito con una gran puerta brillante de entrada y con una puerta de madera diminuta de salida, para unos pocos. Sorda y ciega al mundo de fuera, mil veces más rápido y donde sucede todo y a la vez, vende humo a los estudiantes y los invita a darse prisa en estudiar muchas cosas, muy rápido, muy pocos años de sus vidas. La UPF es una universidad que ha sobresalido en este arte. Es una productora en masa de jóvenes llenos de ganas y sin demasiadas esperanzas.

Eso sí, está llenísima de teles y sofás.

¿Volverías a escogerla? Anna: Si me quedara en Barcelona, sí. Creo que, después de todo, la experiencia estuvo bien por la gente que conocí. Aunque lo que haría ahora es irme muy lejos. Albert: Seguramente sí, porque no se puede estudiar mi carrera en demasiados otros sitios. Y los profesores y el ambiente de los estudiantes fue muy bueno, la verdad.

¿Echas algo de menos de todo eso?

Anna: No tengo la sensación de haber perdido "los mejores años de mi vida" porque resulta que los años post-universitarios también están bien. Pero sí que hay algo de esa energía virginal de los primeros años de carrera – tú con tus sueños y tus expectativas – que da un poco de pena perder. Conforme te vas convirtiendo en Persona Adulta te vas alejando más de todo eso.

Albert: Echo en falta ver cada mañana a mis amigos y tirarnos al sol en el patio entre las clases, comprar tres diarios distintos y vivir juntos allí. Es esa sensación de la que habla Marina Keegan: la percepción de que la vida compartida en la universidad es lo contrario a la soledad.