FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Louis C.K. va más allá de los chistes de pajas

Se acaba de estrenar Tomorrow Night, su primera película de 1998.

Supongo que conoceréis a Louis C.K. y que estaréis familiarizados con su imprescindible serie Louie, cuya esperada cuarta temporada se estrenará en Estados Unidos esta primavera que viene, después de un hiato enorme que se inició en septiembre de 2012. Bueno, el caso es que a finales del pasado mes de enero Louis decidió colgar en su web lo que fue su primera película y al enterarme sufrí un exagerado bombeo de sangre hacia mis pelotas que casi me deja inconsciente. Pagué los 5 pavos que cuesta (tíos, hay que apoyar a este tipo, hacedlo ahora mismo aquí, me hice un sandwich mixto y dejé de ser Pol Rodellar, el tipo que habla sobre pollas y pajas y me convertí en Pol de Rodellaire, el crítico de cine.

Publicidad

En 1998, Louis presentó en el Festival de Sundance la película Tomorrow Night, por lo que parece el asunto no funcionó muy bien y la cinta pasó sin pena ni gloria. El director no consiguió venderla a ningún distribuidor y quedó almacenada y perdida durante 16 años. De la misma forma en que Louis maneja toda la distribución de sus vídeos a través de su página web y que exige el control creativo absoluto sobre su serie en FX, esta cinta fue una producción autogestionada e independiente, financiada con su propio dinero y el de sus colegas. Fue, en consecuencia, la película que él quería hacer, sin ningún tipo de influencia de ninguna productora o inversor.

Tomorrow Night nos muestra la extraña vida de un asocial propietario de una tienda de fotografía que tiene que sobrevivir en medio de una jungla de personajes histriónicos mientras busca un remedio para su soledad existencial. La película, pese a tener un planteamiento interesante, pierde fuelle a partir del primer tercio de la película, donde lo absurdo se come la lógica interna que ya había establecido el propio film y los personajes se precipitan hacia una espiral de locura y absurdidad totalmente incoherente. Está claro que Louis no es el gran amigo de los formatos largos y que siempre tiende a generar relatos cortos (Louie es, básicamente, una serie cuyos capítulos están compuestos por dos pequeños episodios de 10 minutos cada uno). Si bien la absurdidad del texto es lo que más falla de la película, éste está en perfecta sintonía con toda la estética del film, cercana al surrealismo de Buñuel y al esperpentismo de Welles.

Y es que en este aspecto Tomorrow Night nos descubre la potencial genialidad que el autor iría desarrollando a lo largo de su carrera, una sensibilidad que abarca más allá de la simple comedia y del simple gag. Louis es un autor sensible, tanto dramáticamente como filosóficamente o incluso estéticamente (elemento que lo aleja de otros grandes como Larry David, David Cross, Ricky Gervais, etc.). En este aspecto, toda la sensibilidad visual de Tomorrow Night me recuerda mucho a ese capítulo de Louie llamado “Subway”, uno de esos destellos de genialidad que sobrevuelan toda la serie, un oasis de emotividad y seriedad en medio de la orgía de humor y perdición. La forma en que está filmado es muy parecida a esta película de 1998, rodada principalmente con planos muy cerrados y exagerados, alterando y deformando los rostros de sus protagonistas (volviéndolos aún más extraños de lo que son) y jugando a favor de toda la extrañeza que emana la cinta.

Tomorrow Night nos puede recordar a Jim Jarmusch, Tom DiCillo, al Kevin Smith de Clerks, a Smoke de Wayne Wang, a Todd Solondz y a Woody Allen. En definitiva, tiene muchas más influencias cinematográficas que televisivas. Cojamos por ejemplo esos primeros planos introductorios que nos encontramos al inicio de ciertas escenas, yo diría que son más propios de un autor que de un realizador de televisión que se limita a registrar actores interpretando guiones. Esos planos de presentación de escenas (con planos detalle de una rana de juguete tirada en una calle lluviosa, el plano detalle del engranaje y los piñones de una bicicleta o el exterior de un edificio con su escalera de incendios zigzagueante) recuerdan a esos pillow shots de Ozu, al Neorrealismo italiano o a las vanguardias europeas de los 20 (joder, incluso diría que tienen algo de Kuleshov). Es esta forma de entender el cine como elemento técnico y expresivo lo que sin duda salva la película. Todo el esperpento narrativo filtrado a través de una dirección nefasta o simplemente desinteresada habría catapultado la cinta hacia la más incómoda de las vergüenzas ajenas. Y eso es algo muy curioso, ya que la gran mayoría conoce a ese Louis guionista, comediante y titiritero de palabras y chistes pero no se han parado a pensar que Louis es, ante todo, un director excepcional.