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Identidad

Los abortos caseros están aumentando en el Reino Unido, aun con atención médica universal

El aborto es legal y de libre acceso a través del sistema sanitario nacional en la mayor parte del Reino Unido, pero una nueva investigación sugiere que las mujeres en situación más vulnerable se ven obligadas a buscar otras opciones.

Conforme el número de abortos caseros va incrementando en todo el Reino Unido, una nueva investigación ayuda a entender por qué cada vez más mujeres y chicas jóvenes están recurriendo a internet para obtener medicamentos de uso generalizado que les permitan abortar.

Un estudio publicado en el diario médico Contraception (Contracepción) encuestó a 519 mujeres durante un período de cuatro meses, entre noviembre de 2016 y marzo de 2017. Todas las mujeres habían solicitado ayuda en la página Women on Web, un servicio online que proporciona a las mujeres píldoras seguras y de uso común para abortar en aquellos países donde no hay acceso a tales servicios médicos.

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Aunque el aborto es legal en Gran Bretaña desde hace 50 años, el 49 por ciento de las mujeres del estudio indicó que había experimentado dificultades para acceder a un aborto a través del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés). Los motivos más citados fueron la distancia desde sus casas hasta la clínica más cercana, los prolongados tiempos de espera y los compromisos laborales y del cuidado de los hijos que les imposibilitaban el hecho de buscar ayuda.

"Actualmente estoy embarazada de siete u ocho semanas y quiero interrumpir mi embarazo con medicamentos", explicó Alison, de 30 años de edad, una de las mujeres que participaron en el estudio. "Sin embargo, todos los servicios de aborto en el Reino Unido están saturados y no pueden ofrecerme una cita hasta dentro de más de tres semanas". La idea de seguir embarazada durante semanas ―y verse obligada a someterse a un aborto quirúrgico en lugar de un aborto con fármacos― era demasiado para ella. "No puedo seguir soportando la ansiedad mental de seguir embarazada tres semanas más y entonces tener que someterme a un procedimiento quirúrgico", explicó.

Otras mujeres no pudieron acceder al aborto por un requisito del NHS según el cual las pacientes están obligadas a asistir a numerosas citas. "Solo estoy embarazada de dos semanas, ya tengo tres hijos y soy una madre soltera que trabaja", dijo Linda, de 31 años. "No puedo ir al hospital porque no tengo dinero para pagar el cuidado de mis hijos mientras estuviera ahí. No puedo faltar al trabajo y no puedo contárselo a mi familia, así que no puedo pedir a nadie que cuide de mis hijos. Realmente necesito hacer esto en mi propia casa".

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Autoinducirse un aborto es ilegal en el Reino Unido y conlleva una condena máxima de cadena perpetua. Aunque los Miembros del Parlamento votaron a favor de despenalizar el aborto a principios de este año, la ley todavía debe ser enmendada a pesar del apoyo que recibió por parte de la Asociación Médica Británica y el Real Colegio de Comadronas.

Investigaciones anteriores sugieren que los abortos caseros han aumentado en todo el Reino Unido (incluyendo Irlanda del Norte, donde el aborto sigue siendo ilegal). Datos procedentes de la Agencia Reguladora de Productos Médicos y Sanitarios muestran que la incautación de píldoras para abortar se multiplicó por 75 entre 2013 y 2016, conforme un número cada vez mayor de mujeres empezó a comprar el medicamento a través de internet.

"Este estudio realmente pone de manifiesto la necesidad de reformar nuestra ley sobre el aborto para que podamos ofrecer un servicio mejor a las mujeres y derribemos las barreras clínicamente innecesarias que les impiden acceder a él", explica Olivia Marshall, del Servicio Británico de Asesoramiento sobre Embarazo (BPAS, por sus siglas en inglés).

La investigación también destaca cómo las mujeres en situación más vulnerable ―las víctimas de violencia doméstica, las mujeres con bajos ingresos o las que viven en zonas remotas del país, muy alejadas de la clínica más cercana― no reciben la atención necesaria según el sistema actual, a pesar de tener teóricamente acceso a la sanidad gratuita.

"Hacer que los servicios de atención sanitaria estén disponibles no los convierte automáticamente en servicios accesibles o aceptables", escribe Abigail Aiken, autora principal del estudio. "Para cerrar la brecha sanitaria que sufren los más marginados y vulnerables, necesitamos encontrar formas innovadoras de llevar los servicios a las personas allá donde estén".

Según Clare Murphy, portavoz del BPAS, la solución pasa por reformar las políticas sanitarias existentes y conseguir que se centren más en la atención a las mujeres. Y también por despenalizar inmediatamente el aborto. "Es hora de crear un marco que satisfaga las necesidades de las mujeres, que respete su capacidad de tomar sus propias decisiones acerca de sus embarazos y que les proporcione servicios sanitarios de gran calidad para poder ejercer su derecho a decidir".