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Elecciones 2019

'Mi casa es la tuya': baño y masaje a la derecha

Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal desfilaron el viernes por el casoplón de Bertín Osborne. Con toda seguridad el partido más cómodo, fácil y asequible que disputarán en toda la campaña electoral.
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Pimientos colocados en el mismo orden de la bandera española, mucho vinito, abrazos corpulentos, algún que otro “macho”, chascarrillos, Bertín Osborne fingiendo que no sabe cosas que ya salieron en entrevistas previas (el caso de Albert Rivera), mucha pregunta familiar y poca pregunta política. Intimismo en la línea de la golden era de Corazón Corazón, pullitas a Pablo Iglesias, el 155 como mantra hipnótico para responder a todo y restos de crema exfoliante para masajes en las manos y los rostros de los invitados. En efecto: el especial derechón de Mi casa es la tuya no decepcionó.

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Santiago Abascal reconoció, nada más entrar en la cocina, que el plato que traía de casa lo había preparado su mujer porque él no sabe cocinar. Como si Bruce Springsteen empezara un concierto con “Born in the USA” o “Born to Run”. Y con peineta incluida para los haters: el tipo que defiende a muerte la caza y los toros se personó con el único plato vegetariano de la noche.

Rivera, en cambio, fiel a esa imagen de JASP moderno y urbanita, venía con una empanada hecha por él mismo la noche antes: no costaba imaginárselo en casa, camisa arremangada, copa de vino en mano, el último disco de Malú sonando a volumen templado, alguna que otra vela del Zara Home, rellenando la masa quebrada con ligeros contorneos al son de la música. No descarto miradita cómplice a sí mismo en el espejo.

Bertín no defraudó, vaya que no. ¿Másteres? ¿Pucherazos en votaciones? ¿Corrupción? ¿Villarejo? ¿Cloacas del Estado? ¿Miembros del partido con antecedentes de violencia? ¿Fichajes y transfuguismo? ¿Aznar? ¿Derechita cobarde? ¿Pactos sí, pactos no? ¿Encuestas a la baja? Ay, de verdad. Lo de Bertín es otra historia: él ya dijo durante alguna de las tres entrevistas (montadas en paralelo y con la parsimonia habitual de la productora) que “no es periodista”, y que la intención del programa es “pasar un buen rato para que la gente conozca al invitado”. Fiel a sus principios, convirtió un espacio de prime time en plena campaña electoral en un paseito cómodo y agradable para los comensales. Entre señores de derechas andaba el juego. ¿Lo hubiera sido también para Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en caso de haber acudido a la cita? Bah. Quien quiera preguntas incisivas que se vaya a otra cadena.

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Así, la noche fue sobre ruedas. Por momentos no sabías quién le hacía más tilín a Bertín: la sensación es que Pablo Casado se fue ganando poco a poco al presentador, aunque no hay que menospreciar el tono más canallita de Rivera, con el que Osborne ya parecía haber hecho migas en su anterior visita y que tampoco le disgusta. Más bien todo lo contrario. De hecho, la única pregunta “incómoda” se la formuló al líder de Ciudadanos, precisamente, quizás por aquello de la confianza: nada, una leve referencia a Malú, como si le preocupara más que le acusaran de no haber preguntado por ella que por el pucherazo en Castilla y León.

Menos cómodo estaba junto a Santiago Abascal, no tanto por la ideología como por la frialdad y hermetismo del candidato de VOX. Al final resultará que Aznar tiene razón: el Abascal que pasó el viernes por el cortijo televisivo de Bertín Osborne no le duraría ni dos asaltos al ex Presidente del Gobierno. Sobre todo al Aznar crecido y envalentonado del 2019, al que solo le faltaban acusaciones de blando y cagón para venirse aún más arriba. El viernes se confirmó lo que ya era un secreto a voces: Abascal pertenece a esa nueva estirpe de políticos, pero también de periodistas, cómicos o electricistas, que en el fragor de la batalla funciona mejor en Twitter que en el cara a cara.

El especial del viernes de “Mi casa es la tuya”, en definitiva, sirvió para muy poco si alguien esperaba contenido político, punch, discrepancia, mala leche, aprietos o debate. Pero sí contribuyó a entender varias cosas: en primer lugar, la decisión de Iglesias y Sánchez de no pasar por el aro, conscientes de que no tenían nada que ganar y de que el trato sería desigual –Venezuela y Catalunya, los comodines que nunca fallan– en comparación a sus rivales de la derecha. Y segundo: así es la política según Mediaset. Entrevistas protagonizadas por niños (“El programa de Ana Rosa”) y comilonas con Bertín Osborne. Comprensible: si estás a punto de fichar a la Pantoja para “Supervivientes”, a quién demonios le interesa lo que digan los políticos.

Sigue a David Broc en @davidbroc.

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