"Candelita que se prenda, candelita que apagamos con el pueblo organizado", decía el presidente Nicolás Maduro por allá en 2014, cuando comenzaron a aparecer en Caracas las primeras guarimbas, como les dicen en Venezuela a las barricadas en las que se concentran los opositores que se enfrentan a la Guardia Nacional Bolivariana.
En abril de este año, en medio de nuevas protestas que se extienden hasta el día de hoy, y que ya han cobrado, de acuerdo a la Fiscalía de ese país, la vida de 60 civiles, Maduró anunció que aumentaría a medio millón de personas el pie de fuerza de las Milicias Bolivarianas, una fuerza integrada por civiles que recibe adiestramiento militar los fines de semana y que está autorizada para portar fusiles.
En parte porque así lo ordenó su comandante, el General César Vega Gonzalez, quien afirmó: "(los mensajes en redes) vienen a convertirse en misiles, cohetes, balas que salen por las redes sociales y van directamente a las mentes de los compatriotas", en parte por eso, algunas de estas milicias se han volcado recientemente a las redes sociales a crear perfiles públicos desde los cuales difunden propaganda chavista y permiten ver desde adentro cómo es el proceso de armar y entrenar a un grupo de adultos que jamás ha sostenido un revolver.
Estas imágenes, que me recuerdan esa secuencia del Señor de los Anillos en la que hasta los hobbits son convidados a tomar las armas, fueron tomadas del perfil de Facebook de la Milicia Bolivariana del municipio de Fenández Feo, en el estado fronterizo de Táchira.
Son un reflejo ridículo y alarmante de la que quizá sea la política más dañina adoptada por el régimen venezolano hasta el momento: armar a la población civil.