Esta chica tatúa gratis los pezones a mujeres que han sufrido cáncer de mama
Ilustración por Aina Carrillo

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Esta chica tatúa gratis los pezones a mujeres que han sufrido cáncer de mama

Hablamos con ella y con mujeres que han decidido tatuarse los pezones tras una mastectomía.
AC
ilustración de Aina Carrillo

En España se diagnostican anualmente unos 25.000 casos de cáncer de mama al año y más del 64 por ciento acaban en mastectomía. De estos últimos casos, casi 16.000 mujeres optan por reconstruir su pecho.

Tatuarse las aureolas no está cubierto por la sanidad pública y, algunas mujeres con las que hemos hablado, nos aseguran que hay quienes se intentan beneficiar de ello pidiendo una enorme cantidad de dinero. Aun así, son varias las iniciativas en nuestro país que, de forma altruista, tintan a personas que han sufrido este proceso para que su pecho vuelva a recuperar un aspecto lo más parecido a su estado previo a la intervención.

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Una de ellas es la que se lleva a cabo en el estudio Desiderátum de Barcelona, en el que se ofrecen tatuajes gratis a víctimas de violencia de género y a mujeres que han tenido cáncer de mama.

Mireia tatuando. Fotografía cortesía de Mireia

Quien se encarga de realizar este tipo de tatuajes es Mireia. Tiene 23 años y hace 4 que tatúa. Cuando la empresa en la que trabajaba cerró sus puertas decidió hacer un curso de tatuaje sanitario y convertir su afición en profesión. El primer pezón que reconstruyó fue hace un año y según explica tuvo que hacer un curso específico para este tipo de tatuajes. "Me costó una pasta pero aprendí un montón".

"Solo puedo empezar a tatuar después de un año en el que no se haya tocado la cicatriz”

“No es lo mismo hacerte un tatuaje por capricho que hacerte esto, que hay gente que lo cree muy necesario”, asegura. “Hay mujeres que se sienten muy animadas tras haber superado el cáncer, pero en cambio otras mujeres quizás no lo superan tan rápido”, por ello explica que hay que saber tratar a ambos grupos de mujeres, sobre todo a la hora de formularle preguntas que son delicadas pero obligadas: cuánto tiempo hace de la operación, qué técnica utilizaron en la reconstrucción… “Son aspectos médicos, pero necesito conocerlos, de hecho solo puedo empezar a tatuar después de un año en el que no se haya tocado la cicatriz”, dice Mireia.

Nos explica que hay distintos tipos de mastectomía y dependiendo de cada caso la forma de tatuar también cambia. “A la que le cortan un trocito de piel y pueden conservar gran parte de su seno, conserva también parte de su sensibilidad. A la que le vacían por completo normalmente le costará más porque cuesta más que salga sangre, no puedes profundizar tanto ni machacar la piel”, explica. Asegura que no es como un tatuaje “normal” que un día te lo haces y al día siguiente ya está, sino que hay que hacer varios repasos porque puede que no te haya cogido bien, por ejemplo si hay una cicatriz queloide. “Incluso una misma persona que se haya hecho los dos pezones el mismo día, puede que al cabo de un mes tenga un pezón perfecto y que del otro se le haya ido por completo el tatuaje”, nos dice.

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Silvia después de los tatuajes. Fotografía cortesía de Silvia

Silvia es una de sus clientas más agradecidas. Está muy contenta del trabajo de Mireia, sobre todo porque lo ha hecho de forma altruista sin sacar nada a cambio.

“Me diagnosticaron un cáncer de mama hace 4 años y me practicaron una mastectomía. Pasé un proceso de reconstrucción, pero, para mi, faltaba la guinda del pastel para sentirme entera. Me habían amputado una parte de mi cuerpo y no me sentía bien”. Para Silvia "es absurdo que lo más costoso, que es la reconstrucción, entre por la Seguridad Social, pero en cambio el tatuaje no te entre”, asegura. Ahí es donde entran los abusos económicos: “a mí me han llegado a pedir 500 euros para tatuarme un pezón. Sentí que se estaban intentando aprovechar de mi estado anímico”, explica.

"Sentirte amputada como mujer no es una experiencia grata, pero la experiencia te enseña que hay que vivir con lo que uno tiene"

Cuando se enteró de lo que hacía Mireia, pensó que habría algún tipo de truco: “Me pareció difícil de entender que alguien lo hiciese gratis, pero siempre hay gente altruista que hace las cosas bien. No te digo que estoy feliz, porque la situación en general no es para estar feliz, pero si que estoy contenta con el resultado. Hay un antes y un después de todo. La vida continúa pero ves las cosas desde otro prisma. Sentirte amputada como mujer no es una experiencia grata, pero la experiencia te enseña que hay que vivir con lo que uno tiene”, asegura.

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Detalle de cómo queda un pezón tatuado. Foto cedida por Mireia

Manu es otra luchadora incansable de esta enfermedad. Pertenece a la asociación “Sin teta hay paraíso”, donde varias mujeres que sufren o han sufrido un cáncer de mama se reúnen y se dan apoyo. Manu de momento no siente una necesidad imperiosa de tatuarse la aureola, es más, no sabe si quizás en vez de pezón, se tatúe lo mismo que lleva tatuado su hijo: un mandala.

“Desde que me quitaron el pecho cada día me miro al espejo desnuda. Me dejaron sin piel alguna. Pienso que mejor eso que tener que dejarlo en la mesita de noche con una prótesis. Después de haber superado tantas cosas, realmente tener pezón o no es lo de menos. Lo que es importante es reconstruirte por dentro porque por fuera ¿qué te van a reconstruir? ¡Si estoy viva!”.

"He llorado con amigas solo de verles la cara de felicidad después de hacérselo”

Para Manu, la cicatriz no se tapa por mucho tatuaje que le pongas encima, porque la marca emocional siempre queda. “Mis cicatrices son mis marcas de guerra. Es verdad que si no tienes pezón da la sensación de que te falta algo, como si hubieras salido de una de esas pelis futuristas. El otro día enterramos a una amiga a la que le volvió a salir [un tumor], no le dio tiempo a tatuarse", dice. Por eso, para ella el tatuaje acaba siendo secundario, a pesar de que está a favor de que se haga y admite haber "llorado con amigas solo de verles la cara de felicidad después de hacérselo”.

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Sin embargo sus reivindicaciones van más allá. “Nos han educado diciéndonos que las mujeres tenemos que estar muy guapas y perfectas para todos. Hay mujeres que solo se tatúan porque piensan que así su marido les volverá a mirar de frente. A mi me quitaron el pecho y la pareja que yo tenía no me quiso mirar más. Que un hombre no te mire porque no tienes un pecho bonito es un palo muy duro. Cuando encuentras a otro que no solo te mira, sino que te acaricia ese pecho y que le da igual que tengas o no pezón, por muy idiota que sea ese hombre o por muy feo o por muy mal que le pueda caer a la gente, para ti es la mejor persona, porque es a ti quien está mirando”, nos dice.

“Por mucho que a alguien le falte un pecho es una persona igual, puedes tener sexo con ella igual y puedes quererla igual”

Manu tuvo una necrosis a la altura del escote y otra en el ombligo, por lo que tiene el cuerpo lleno de cicatrices. Según dice ha tenido suerte. “Tengo una hermana que falleció de cáncer de mama y la otra tampoco tiene pecho. Hago topless con ella cada verano en la playa. Ahora ya no noto ni que nos están mirando, me da igual”.

Para Manu, más allá de tener o no tener un pezón dibujado en el pecho opina que la gente debería saber que no hay un solo modelo de cuerpo. “Por mucho que a alguien le falte un pecho es una persona igual, puedes tener sexo con ella igual y puedes quererla igual”. Según dice, a los jóvenes nos queda mucho por aprender para poder diferenciar lo que realmente importa de lo que no. “Una experiencia así te cambia la vida, por fuera pero también por dentro”, añade.

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