Hace unos meses vino de visita uno de los referentes feministas más representativos de la escena global: Discwoman, colectivo, plataforma y agencia de techno neoyorquino fundada en 2014 por tres chicas que representan y empoderan a DJs y productoras alrededor del mundo con el objetivo de visibilizar el talento femenino dentro de una escena global en la que el sexismo aún impera.
El colectivo estuvo en Videoclub y no solo se enfiestó, sino que también planteó la pregunta que hoy proponemos desde THUMP Colombia: ¿Es sexista nuestra escena electrónica?
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El conversatorio, que tuvo lugar el 23 de septiembre de 2016, Frankie Hutchinson, una de las fundadoras del colectivo, soltó una frase polémica: “Que incluyan a una mujer mala en el line up de un festival me parece bueno, sobre todo si tenemos en cuenta que hay muchos promotores y DJs que son malos y figuran en todos los lineups”. Ninguna panelista estuvo de acuerdo, todas acordaron que, sin importar el género, lo que debe primar es el talento.
A lo largo del conversatorio, hubo testimonios que ponían en evidencia que existe un problema de desventaja entre géneros dentro de la escena local, un problema de tipo: “A mí un promotor me dijo que las mujeres no estaban preparadas para hacer música electrónica en Colombia”.
La conclusión del panel, al menos la conclusión de las artistas nacionales invitadas, fue que el sexismo en la escena colombiana era tan solo un reflejo de lo que sucedía en todos los otros escenarios de nuestro país y que tratar de combatirlo era luchar contra algo mucho más grande que uno.
Lo sucedido en ese conversatorio deja hasta hoy un sinsabor: muchos colombianos siguen negando que existe un problema de igualdad de género dentro de la escena electrónica del país. La noche mencionada no fue el primer acercamiento al tema, ni ha sido el último, que hemos tenido como medio. La lucha por la igualdad dentro del circuito local, es una de nuestras apuestas. Ya habíamos tenido un espacio parecido en el BudLab, donde la mayoría de las panelistas negaron de manera rotunda que existía un problema de sexismo y que ellas casi no sentían el supuesto maltrato por parte de sus colegas hombres. Por eso, decían, se enfocaban estrictamente en el talento. Para nosotros esto fue una derrota, un obstáculo en el camino que expone esta problemática.
Porque sí existe. Y mal haría cualquier persona en esperar a que haya un maltrato explícito para aceptarlo.
Hace un par de semanas entrevistamos en vivo a Ädi antes de su presentación en el Festival Estéreo Picnic. La bogotana, junto con Toto la Momposina, eran las únicas solistas femeninas en el festival, que reunió a más de 50 bandas y solistas durante tres días. Le preguntamos a la selectora si se había fijado en esto y nos respondió que, al principio, ni siquiera se había dado cuenta. La situación de Ädi en ese evento es tan solo un reflejo de lo que sucede dentro de la escena: no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Ya se nos olvidó la cantidad de veces que hemos contactado a DJs, promotoras y productoras para un artículo sobre el sexismo en la escena. Siempre nos responden que ese tal sexismo no existe. Si no existe, entonces vamos a las cifras. Según datos de Ableton, uno de los softwares de producción musical más famosos, solo 7 por ciento de sus usuarios son mujeres. Las listas anuales que hace DJ Mag sobre los mejores 100 DJs del año, han sido centro de controversias durante años debido a que las mujeres no representan ni siquiera el 10 por ciento del listado.
O si queremos podemos remitirnos a la lista de los mejores 100 DJs de 2016 de Resident Advisor: The Black Madonna, Nina Kraviz, Helena Hauff, Paula Temple, tINI, Nicole Moudaber y Lena Wilikens son las únicas mujeres que aparecen en la lista. THUMP US hizo hace un tiempo una investigación sobre las mujeres que figuran en los festivales electrónicos de ese país y concluyó que la cantidad no alcanza siquiera el 10 por ciento. Esto luego de hacer un barrido por eventos como el Ultra Music Festival, el Electric Daisy Carnival, el Electric Zoo y hasta el Mutek, del que tenemos una versión criolla en la cual, adivinen, la mayoría de los invitados fueron hombres.
Ahora miremos ediciones pasadas del Estéreo Picnic, que lleva más de seis años apostándole a la diversidad de talentos, nacionales e internacionales. Los nombres en los que figuran mujeres remotamente relacionadas con la electrónica son precisamente esto: remotos. En 2011 las únicas que se salvaron fueron las brasileñas de CSS, que tienen su vibra electrónica por los laditos. Luego, en 2012, el Estéreo trajo a Dënver, donde canta Mariana Montenegro, mientras Milton Mahan es el que toca. Para 2013 estuvo Alice Glass que ni de peligro se acerca en medio de los conciertos a la consola que maneja Ethan, su ex pareja arriba del escenario.
En 2015, el panorama fue aún más árido. A parte de la Mala Rodríguez, Elsa y El Mar o Pedrina y Río, los sonidos electrónicos de mujeres brillaron por su ausencia. En 2016 el festival remontó de manera mínima, incluyendo a actos electrónicos como Unknown_Yet y Ela Minus, una de las productoras más vigentes de la actualidad.
Miremos hacia otros lados: el Freedom Festival, realizado el pasado marzo en Medellín, la única mujer fue Aleja Sánchez. O veamos los nombres del festival Radikal Styles, que acaba de pasar, y démonos cuenta de que más de 80 por ciento del cartel era conformado por hombres. Revisemos el cartel del Baum Festival que viene: en medio de más de 31 nombres, las mujeres que van a tocar se pueden contar con los dedos de una mano. Y terminemos con un ejercicio sencillo: tratemos de recordar de la última fiesta a la que fuimos. ¿Cuántas mujeres estaban en los decks o eran promotoras de la fiesta o dueñas de sitios o eran sonidistas? ¿Cuántos hombres en cambio ocupaban estos cargos?
El desequilibrio nos hace preguntarnos: ¿Será que no hay tantas chicas como chicos selectores en el país? ¿O más bien estas chicas no tienen la visibilidad de la que disfrutan los hombres y por eso no las conocemos? En ese caso: ¿Por qué las mujeres no tienen tanta visibilización? Para el conversatorio con Discwoman invitamos una buena cantidad de selectoras de géneros tan variados como el drum and bass, house, techno, tech house, hardcore, hardtechno… varias chicas que han desarrollado sus carreras en todos estos géneros, algunas apenas arrancando, otras con décadas de experiencia arriba del booth.
Reconocerlo es el primer paso.
¿Y luego qué sigue?
Apoyemos a nuestras artistas y, sobre todo, hagámoslas visibles. Celebremos e incentivemos a iniciativas como las del colectivo NÓTT, que ya está dándole protagonismo a nuevas artistas del continente y poniendo argumentos en esta discusión. Invitemos a la gente a sus toques, compremos su música, compartamos sus podcasts, hablemos con nuestros amigos de fiesta sobre sus sets. Después de reconocer que existe un problema, demos el paso.
No sigamos tapando el sol con un dedo.
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