La impunidad es el verdadero Monstruo de Ecatepec

La columna rota

El feminicidio en México es un problema que nos debe importar a todos. Del 1 de enero al 16 de octubre se han reportado 1520 feminicidios, principalmente en el Estado de México con 165, Guanajuato con 120, Veracruz y Guerrero con 100.

A principios de octubre una noticia heló el corazón de todo aquel que la leyó: un sujeto y su pareja fueron detenidos en Ecatepec, Estado de México, acusados de haber asesinado a más de 20 mujeres.

Videos by VICE

Acudí a Jardines de Morelos, el lugar donde ocurrieron los hechos, el pasado 13 de octubre, invitada por algunas vecinas que limpiarían el memorial a las víctimas de desaparición y feminicidio, instalado en Avenida Nicolás Bravo y Playa Pie de la Cuesta ocho días atrás. A pesar de haber transcurrido una semana el lugar se percibía tenso. Los colonos se miraban unos a otros desconfiados. Algunas personas señalaban que se debe hablar, recordar, para que no se olvide y haga justicia. Otros prefieren no decir nada. Algunos más optaron por irse de inmediato del lugar.

Después de enterarme del caso, la primera persona a quien contacté fue a Lydiette Carrión, periodista e investigadora del tema del feminicidio y desapariciones en esa zona del Estado del terror, quien documentó e investigó durante seis años la pesadilla que se estaba viviendo. Del otro lado de la línea telefónica, pude notar cómo se quebraba su voz :

“No Frida, no es solo esto que me comentas. Ahí hay más, y van a querer dar carpetazo a infinidad de casos que las autoridades no han investigado por años”, me dijo.

Unos días antes se publicó el libro de Lydiette: La Fosa de Agua. Desapariciones y Feminicidios en el Río de los Remedios, en donde recaba el pavor, el miedo y la incertidumbre de diez familias que hasta el momento no tienen respuesta de las autoridades. En palabras de Lydiette, se puede pretender, sin investigar a fondo, responsabilizar a Juan y Patricia como autores únicos de todos esos crímenes.

Tres de las familias de las mujeres desaparecidas me buscaron por medio de Facebook y correo electrónico. Por falta de tiempo y capacidad para atender todos los temas, me limité a compartir las cédulas de búsqueda. Más tarde me di cuenta que eran ya acompañadas por otra persona, por lo que opté por mantenerme al margen y solo seguir compartiendo la esperanza de poder encontrarlas. Desgraciadamente las desapariciones y los feminicidios son demasiados en todo el país, por lo que ni todas las manos, ojos, y plumas resultan suficientes.

Muchos medios de comunicación solamente voltean cuando la violencia es extrema, porque la cotidianeidad del crimen ya no sorprende. Cuando alguien porta un cuchillo y lo clava en el estómago o en el cuello de una persona, o la “delincuencia organizada” jala el gatillo de una pistola y la bala taladra la cabeza de alguien, eso ya no asombra. Tampoco fosas clandestinas en Veracruz, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas, o tráileres llenos de cadáveres circulando en todo el país.

Pero las notas de este asesino no pararon los días subsecuentes, y hasta la fecha siguen presentes. Los medios se han convertido en voceros de un asesino, dejando de lado la voz de las víctimas, su dolor, su temor, su vida diluida por el rostro de un sujeto que amparado en la impunidad asesinó mujeres a diestra y siniestra.

El máximo acto de revictimización fue cometido por integrantes de la propia Fiscalía del Estado de México, al filtrar un video del sujeto para que los medios de comunicación lo convirtieran en un relato sanguinario, en la exacerbación a la personalidad de un individuo que no era nada ni nadie. Periodistas, líderes de opinión, medios nacionales e internacionales reprodujeron constantemente el video. Decenas de notas cumpliendo el sueño de un asesino: ser famoso.

La invitación personal en mis redes fue constante: no compartan eso. Intenté reportar el video de la primera fuente en Facebook, pero ya no servía de nada porque la filtración estaba por todos lados, y además violando la presunción de inocencia del “detenido”.

Al presunto asesino de más de 20 mujeres —según lo declarado por él— le nombraron “El monstruo de Ecatepec”. Sin embargo, el feminicidio en el Estado de México y en todo el país no se limita a un hombre. El verdadero monstruo sale una y otra vez, en cada hombre que sintiéndose dueño de su pareja o ex pareja la asesina sin piedad. Lo monstruoso es la impunidad, la corrupción, la falta de investigación, la falta de sensibilidad para saber escuchar a las familias que acuden temerosas a denunciar la desaparición de sus mujeres. El monstruo no es aquel que te dijeron que actuó solo, porque no es creíble. Tanto es así, que el 15 de octubre una niña desaparecida un día antes en Melchor Ocampo, Estado de México, fue encontrada violada y asesinada a unos metros de su casa; y al estar redactando este texto el cuerpo de una mujer embolsado fue hallado en estado de descomposición en calles de la colonia Jardines de Morelos Quinta Sección, ¿entonces?

Pocos medios se reservaron y no publicaron los detalles que eran filtrados. Pocos se detuvieron a pensar en las familias afectadas, en lo que se queda vivo, y que a pocos importa: los hijos, hijas, madres, padres. Para muchos medios y para la sociedad en general lo prioritario fue ensalzar la personalidad de un sujeto que peligrosamente puede estarse convirtiendo en ejemplo para muchos hombres, que una vez más reciben un mensaje de que pueden asesinar a una mujer o niña y, difícilmente serán capturados.

Lo grave de todo es que decenas de familias denunciaron los feminicidios desde hace muchos años. Lydiette lo hizo desde 2012 y hasta hace un año, que dejó de escribir sobre el tema por salud. Desde este espacio lo hemos dado a conocer cada semana, y pocas voces han hecho eco. El horror lo estamos viviendo desde hace varios años. Los feminicidios crecen, a grado tal que es una emergencia nacional. Y a pocos les ha importado.

Debemos dejar de consumir, justificar, replicar, y enaltecer a seres miserables que siguen desapareciendo y asesinando a mujeres y niñas, porque nos estamos convirtiendo en cómplices silenciosos al dejar de lado el dolor de las víctimas, aquellas que fueron acalladas y aquellas que se quedan esperando justicia.

Luego de enterarme de la detención de esta pareja, intenté comunicarme con las familias que me habían buscado, solo para ofrecerles apoyo moral. La respuesta, y con mucha razón, fue: “¿para qué nos buscas ahora que ya está muerta, si antes te pedimos ayuda?”

Y sí, antes nos pidieron ayuda a todos. Y no se las dimos.

Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.

@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com